Atrapada -Manos Con Sangre.

Capítulo 4 - Tiempo muerto

El conejo

Tengo hambre.

Busco entre el refrigerador y lo primero que veo es una lata abierta de frutas en conserva.

-Mía.

La agarro y busco una cuchara. Camino hasta el salón y me siento a ver la tele. No hay nada bueno, pero al menos me entretengo hasta que llegue Elena y Jessica.

Íbamos a hacer una pijamada. Ya les advertí que no hicieran nada en mi presencia o me traumarían de por vida.

El plan es quedarnos viendo pelis de Barbie, jugar Monopolio, Verdad o Reto y comer mucha comida chatarra.

Son las siete de la tarde, mi madre tiene guardia hoy en el Hospital, así que tengo casa sola hasta que las chicas lleguen.

Aprovecho mi soledad y enciendo el equipo de música, las canciones pop suenan por toda la casa, así sí estoy feliz.

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Ha pasado una hora desde que Elena y su novia llegaron. Estamos cocinando lasaña y temo por mi preciada cocina.

-El queso primero -Elena alza la voz por tercera vez.

-Que no -Jessica le lanza un pedacito de queso a la cara de mi mejor amiga -, primero el jamón.

-Que no.

-Que sí.

Las dos discuten sin prestarme atención. Yo las veo desde la mesa mientras como unos trozos de queso.

-Helen, dile que el jamón va primero.

Jessica busca mi ayuda y yo solo me encojo de hombros.

-Yo no sé -Jessica me mira decepcionada y vuelve a su charla-discusión con su novia.

El timbre de la puerta principal suena. Las tres nos miramos extrañadas.

-¿Llamaron a alguien?

Pregunto mientras me levanto y camino en dirección al salón.

-No -las chicas responden al unísono a la vez que caminan detrás mío.

Elena lleva una sartén por el mango. Jessica se toma del brazo de Elena y yo camino decidida a abrir.

-Espera -Elena habla bajo y me detiene -. ¿Y si es el asesino?

El timbre vuelve a sonar.

Jessica ahoga una risa y yo solo las veo.

-Paranóica -doy unos pasos más y pongo el oído detrás de la puerta por si escucho algo.

Lamentablemente mi puerta no tiene mirilla y no puedo ver quién es. Escucho un tac tac en la madera del porche. Hay alguien que mueve el pie impaciente. El timbre vuelve a sonar y me sobresalto.

-¿Quién es? -pregunto con la mano en el pecho por el susto.

-¿En serio? -una voz bien conocida para mí responde.