Capítulo 1- Una flor del jardín

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Para todos los que tocan fondo e intentan salir adelante a pesar de ello.

Para todos los que tocan fondo e intentan salir adelante a pesar de ello

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18 de septiembre de 2009

La pequeña niña de cabellos rizados camina por el parque con una florecita en las manos.

Está cantando una canción que su madre siempre le canta para dormir.

-Run litle Bunny... You have to run... The snake os hunting you... You have to escape...

Corre conejito... Tienes que correr... La serpiente te está cazando... Tienes que escapar...

Helen agita la margarita en su mano mientras salta y da giros. Su vestido de flores se mueve con el viento.

El parque está vacío, solo está la niña de sonrisa bonita y voz alegre.

Se acerca a un columpio, se sube a él y se impulsa con sus pies elevándose, pero no tan alto.

Una brisa fría sopla las hojas en las copas de los árboles y despeina a la niña.

Ella quita el pelo de su cara y observa el lugar vacío.

Eran las tres de la tarde y ya casi vendrían los niños a jugar. Su madre le había advertido que debía volver antes ya que no la podían ver sola en el parque.

La pequeña vio su reloj en la muñeca y observó la manecilla encima del símbolo que su mamá le había enseñado. No sabía la hora, pero esa en especial se había quedado guardada en su cabeza.

Ella se levantó y caminó por la acera donde pasaba una mujer con dos niños de la mano.

Helen vio el rostro de los niños que parecían felices. Ella también sonreía así, lo aprendió con el tiempo, que debía sonreír incluso si tenía ganas de llorar.

Nadie quiere a una niña llorona, pensó ella.

Siguió su camino y llegó rápido a su casa ya que no era tan lejos.

Una pequeña casa de dos plantas y un garaje sin usar apareció frente a Helen.

La puerta principal se abrió y un hombre salió con rostro molesto.

-Entra -dijo en tono gruñón -. Ve a estudiar, ya jugaste por hoy.

Helen asintió y entró sin mirar a su papá.

Sabía que su padre había tenido un mal día en el trabajo y si se portaba mal podía regañarla por algo.

La pequeña de cabello rizado estuvo dos horas estudiando las figuras y las letras. Solo tenía cinco años, pero su madre le exigía que debía sobresalir sobre los otros niños y le comenzó a enseñar a leer.

Atrapada -Manos Con Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora