Capitulo III

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Veinte minutos después de su pequeño encuentro, Seis logra llegar a su destino. Un pequeño pueblo de murallas de deterioradas que limitaba con el bosque y desierto el cual no se veía en muy buen estado. Dos guardias que custodiaban la entrada le indican que se detetuviera, al verlos seis se sorprende, ya que estos portaban uniforme y equipamiento de la UNSC, y de igual manera estos se soprenden al ver el Warthog, y más aún al ver quien conducía.

- ¿Un Spartan? - pregunta uno de ellos. - ¿Cómo demonios llegó acá?

- Podría preguntarles lo mismo. - dice Seis. - ¿Quiénes son ustedes?

- Sargento... O Ex-sargento Jackson Cooper. - saluda uno.

- Cabo McKensi, un placer. - saluda el otro. - ¿Estás sola Spartan?

- Afirmativo, no hay nadie más. Solo yo. - ante la afirmación lo dos soldados paracen descepcionados.

- Demasiado bueno para ser verdad... - Cooper sacude la cabeza. - Será mejor que hables con el alcalde, el te pondrá al tanto de la situación de este lugar.

- Entendido.

- Cuidado con la gente, las cosas no estan bien por acá, pueden ser muy cautelosos. - Seis asiente. Los dos guardias le abren paso y ella continua su recorrido.

Las casas si bien no estaban cayendose a pedazos estaban polvorientas y descuidadas. La gente que caminaba por las calles se veía cauta y desconfiada, y ella solo podía atraer sus miradas hacia ella y el Warthog. No habían vehículos en el lugar aparentemente lo que significaba que era posible que intentasen quitarselo.

- Dot...

- Si es necesario puedo bloquear el sistema de arranque del Warthog de manera remota. - no faltaba que Seis se lo dijera, Dot podía ver todo y sabía que la posibilidad era alta. - También puedo activar la torreta si lo desea.

- Último recurso. - quería tratar de no tener que lastimar a personas que probablemente estaban tratando de sobrevivir.

A medida que avanzaba, las personas se arremolinando más y más, le llamó la atención como varias personas mostraban ciertas características animales, orejas, cojas, bigotes, incluso pelaje, eso no era normal a su modo de ver, aunque¿Qué podría decir ella de normalidad? Teniendo en cuenta su origen y habilidades. Finalmente cerca de lo que pareciese ser la plaza del pueblo bloquean su camino. Sin más que decir apaga el motor, toma el estuche del fusil de precisión y lo saca dejandolo entre sus manos, tal vez no seria lo idonio para la situación pero podía dar el mensaje. Al final baja del vehículo siendo observada por todo el mundo

De entre la multitud un hombre corpulento se abre paso. Viste una cahequeta verde, camisa blanca y pantalones cafés con botas. No tenia pelo en la cabeza pero si una prominente barba.

- Lindo vehículo, me gustaría darle una vuelta.

- No, no puedes.

- No era un pregunta dije que lo quiero hacer y lo voy a hacer.

- Puedes intentarlo. - jala el pestillo del rifle cargando una bala en la recamara. - Pero no te aseguro que salgas vivo.

- ¿Crees que me asustas? - saca una pistola de su bolsillo y apunta a Seis. - Veamos si... - no termina de hablar, ya que en lo que fue casi un pestañeo Seis corto la distancia entre ellos, lo tira al suelo, le arrebata el arma y coloca su pierna sobre el pecho del hombre y la boca del cañon del rifle en su frente.

- Esto esto es un rifle de precisión SRS-99 rudimentario equipado con munición anti blindaje capas de perforar acero de hasta siete centímetros de espesor. Un disparo desde esta distancia a tu cabeza la haría explotar como una sandía. - quita el seguro. - Creeme que digo que soy capaz de eliminarte a ti y a todos en este pueblo si es necesario. - una amenza vacía en cierta forma, ya que ella no lastimaria civiles, pero necesitaba dejar el punto en claro.

Las rosas no tienen espinas, tienen colmillos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora