CAPÍTULO 1

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Una semana después, el ambiente en Flyclouds estaba impregnado de expectación y curiosidad. Ørwen, recién instalado como director, había decidido tomarse ese tiempo para comprender mejor la dinámica interna de la empresa. Mientras los empleados regresaban de sus merecidas vacaciones, se rumoraba que Ørwen tenía planes ambiciosos para el futuro de Flyclouds.

Klarie, aunque inicialmente reticente a la idea del cambio, quiso dejar atrás aquellas sensaciones de la fiesta. Junto a Phil, fueron a la pizarra donde se buscaron en la lista de empleados a entrevistar. Cuando al fin encontraron sus nombres, se prepararon  para compartir su experiencia y su visión para el futuro de la compañía. Sus turnos llegarían pronto.

—No recuerdo tanto movimiento nuestro primer día.- comentaba Phil hojeando sus informes. Klarie se encogió de hombros.

-Bueno, no todos los días te conviertes en el sucesor de una de las empresas más grandes del País…-contestó. Abby interrumpió con su llegada.

-…tanta elegancia para nada, no puedo creer que las personas cambien tanto en un abrir y cerrar de ojos…-comentaba notablemente molesta. Ambos la miraron extrañados.

—¿Qué ha ocurrido?

—Pues…que no es oro todo lo que reluce.—replicaba. Tras servirse un vaso de agua y sentarse junto a ellos, comenzó a hablar sobre su entrevista. Después de escucharla desahogarse, Klarie se sintió un poco desalentada. Sin embargo, decidió tomar una perspectiva positiva a pesar del nerviosismo que ahora empezaba a invadirla.

Mientras tanto, en la sala de reuniones, Rumbus percibió el malestar de su jefe.

- Señor, necesita una pausa…-advertía el joven secretario tras despedirse de la persona entrevistada.  Ørwen negó ante su propuesta.

—Que pase el siguiente.

-Tiene que descansar, ha habido mucho trabajo estos días y…- replicaba Rumbus.

—Y tú tienes que seguir mis órdenes.—contestó tajante. Rumbus suspiró y avisó a Phil para su turno. Antes de salir, colocó un vaso con agua helada sobre la mesa del despacho. Tras ello Ørwen sacó una bolsita de Artemisa de  su bolsillo, la añadió al vaso y la mezcló hasta conseguir una mezcla homogénea.

-Solo le quedan dos para esta semana. Debe tener cuidado.-advertía Rumbus antes de dar paso a Phil al despacho.

El tiempo pasaba despacio. Ørwen sentía cómo su pecho se inundaba de ardor, pero ello no le impidió terminar la entrevista con Phil, a quien parecía que le habían dado cuerda para seguir charlando.

Rumbus miraba el reloj con impaciencia. Sabía con certeza que  Ørwen había terminado con aquel vaso de Artemisa, lo que significaba que sus dolores comenzarían a ser más acentuados pasados veinte minutos hacia delante. 

Cuando Phil salió del despacho, corrió para comentar su experiencia junto a sus amigas. Quienes esperaban intranquilas después de lo que había ocurrido con Abby.

-…todo muy seco, parecía tener cara de haber dormido poco. Por no hablar de la bebida…creo que nuestro nuevo director tiene adicciones que la señora Henderson no sabe…-aseguraba.- Lo único positivo es que sabe escuchar.-añadió.-Eso, o disimula su aburrimiento muy bien. Klarie notó como sus piernas empezaban a temblar al escucharlo, pero temblaron aún más cuando escuchó el aviso con su nombre. Un abrazo por parte de sus amigos la tranquilizaría hasta llegar a la puerta del despacho.

Klarie tomó aire y se dispuso a caminar hacia la puerta. Antes de poder abrirla, Rumbus salió apurado del despacho.

-Siento mucho decirle esto señorita Dawson, pero no podremos llevar a cabo su entrevista hasta mañana.-comunicaba.- A primera hora el señor Henderson la atenderá sin problemas. Le pido disculpas, pero ha habido una complicación en el sistema y no podemos acceder ahora mismo.- aquel aviso le sentó a Klarie como un jarro de agua fras. No podía discutir el inconveniente, así que se limitó a asentir y marcharse de nuevo a su puesto.

Abby y Phil la recibieron confundidos. Antes de poder cruzar palabra con sus amigos, Rumbus avisó por megafonía el cierre de la empresa hasta el día siguiente. Entonces, comenzaron a recoger sus pertenencias y organizaron una pequeña comida para olvidarse de aquella turbulenta mañana.

Dos menos diez de la tarde. Apartamento de Ørwen.

Ya en sus últimos esfuerzos por aguantar los ardores en su pecho, Rumbus le hacía el camino más fácil hasta el aseo. Una rebosante bañera de agua fría le esperaba para calmarle. Ørwen aguantaba jadeante el intenso quemazón que los hielos proporcionban a su cuerpo ,pero que a la vez hacían leves el dolor.

-Iré a por más hielo y le prepararé la habitación.-decía Rumbus. Ørwen suspiró y cerró los ojos, notando como los hielos se derretían nada más rozar su piel. 

Klarie, Abby y Phil ordenaban su tercera ronda de cervezas para acompañar los deliciosos fideos con soja que habían pedido. Como de costumbre en sus pausas para comer, escogieron el puesto casero de la señora Yeong.

–Tienen más tiempo libre hoy, ¿o solo me lo parece?- preguntaba Yeong mientras les servía. Phil rodó sus ojos.

-Tenemos un nuevo director,  al cual parece ser que no le gusta comer con sus sirvientes.-contestó Abby.

-Después de tenernos toda la mañana como flanes, va y dice que no es posible terminar con su deber. Así también me hago yo director de empresa.-continuaba Phil en un cómico tono. A Klarie no le gustaban ese tipo de bromas, pero no pudo evitar reir ante los comentarios. 

Una vez volvió en sí, Ørwen preparó una ensalada de frutos secos y arroz al vapor. Junto a Rumbus, degustaban la comida a la par que terminaban de hablar sobre su estado.

-...ya he avisado a Reynolds, pero hoy no podré acompañarle hasta el herbolario.- decía el secretario haciendo una pequeña mueca.

–Me vendrá bien un paseo, despejaré mejor mi mente y prepararé todo para mañana.

-Puedo atrasar mi cita pero...

–Bastante haces por mí en estos días.- dijo Ørwen a la par que negaba con la cabeza.-- Además me vendrá bien un respiro, eres como una lapa.-añadió en tono burlón. Ørwen sabía lo importante que era el descanso de Rumbus, y más en esa maldita época. Necesitaba cuidarle de la misma forma que el joven cuidaba de él, incluso mejor si cabía. 

Cuando llegó a casa se fué directa a la ducha. Abby y Phil se dirigieron a sus respectivas habitaciones. Su móvil sonó de forma insistente. Klarie, se percató de las llamadas cuando terminó su ducha y encendió la pantalla. Era Agath. 

Al darse cuenta del día y la hora, Klarie devolvió rápidamente la llamada.

-¡Querida!.-exclamó a entrañable Agath al responder.

–Lo siento mucho Agath. He tenido tantas cosas en la cabeza que no he podido ayudarte…-decía apenada.

-No te preocupes, que he llamado para avisarte de que ¡Tan sólo me queda una piedra!.- anunciaba con entusiasmo. Klarie no pudo evitar emocionarse. -Y, aprovechando que el mapa me lleva hasta tu Sideville, quería que nos tomásemos un café y descansar de mi viaje.¿Te viene bien?- proponía Agath. 

–¡Por supuesto! tienes que contarme muchas cosas…-tras concretar un lugar y la hora de quedada, Klarie comenzó a prepararse con inmensa felicidad. Agath estaba a punto de volver a Nebelia, y eso significaba mucho para ella. 

CIELOS OCULTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora