>Premonición<

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Desperté con una resaca de los mil demonios, ¿cómo he llegado a mi cuarto? No lo sé, ¿qué pasó anoche? Ni la menor idea, ¿Qué hora es? Eso averiguare.

Me senté en un estúpido intento de ver la hora, pero al mínimo movimiento que hacía era como si me golpeasen con un piano lleno de piedras.

Me mantuve en la misma posición durante un rato, pero al percatarme de un extraño bulto al lado mío gire mí cabeza rápidamente.

Grave error, me dolió aún más si es posible.

Destape al bulto que estaba junto a mí, y pude notar que era un pequeño niño de como unos 4 años.

¿Que quién era? Ni la menor idea.

No tengo hijos, así que no podría ser mío, ¿por qué está en mi casa?

Moví al pequeño en un vano intento de despertarlo, pero no daba resultado alguno.

-niño.-susurre-.despierta.

Pero ni se movió.

Después de un tiempo de estar observándolo decidí ir a bañarme para comenzar un nuevo día, después de todo es un niño de cuatro años ¿qué podría hacer?.

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Cerré la llave del agua, me sequé con la toalla que había traído conmigo, me vestí dentro del baño ya que tenía a un pequeño invitado en mi pieza.

Y salí de aquél lugar.

Al entrar a mí cuarto no había rastro del pequeño, miré la cama y lo único que había en ella era un bulto de sábanas mal acomodadas.

Me preocupé al instante.

Es decir, es un niño de 4 años que no conozco y se perdió, ¿¡quién no se preocuparía?!

Me tiré al suelo en un intento de encontrar a aquél niño debajo de mi cama, pero nada.

Entonces salí de mi cuarto, y me encamine por el pasillo.

Que ahora se me hacía extremadamente largo y angosto.

Caminé a paso lento con la esperanza de escuchar en cualquier momento un ruido, estuve así durante varios minutos que se me hicieron eternos, al bajar la escalera luego de darme cuenta de que no está en ninguna habitación del segundo piso, escuche unas pequeñas y casi inaudibles risitas.

esa preocupación por alguna razón cambió a temor.

Caminé lentamente hacía la cocina, al llegar a ella me di cuenta de que la puerta que da hacia el pasillo de los cuartos de invitados estaba abierta.

Me adentré a aquél pasillo. Con cada paso que daba se sembraba más el terror dentro de mí, al abrir la primera puerta no se oyó ni un solo ruido, pero aún me faltaban dos más.

Al abrir la segunda puerta pude escuchar una risita que ya me comenzaba a poner más nerviosa de lo normal. Pero no provenía de aquella habitación.

Lentamente me encaminé hacía la última puerta, es imposible que no esté aquí.

Al tomar la manilla mis piernas me fallaron y mis manos comenzaron a temblar, comencé a girar lentamente la manilla para poder abrir aquella puerta y terminar de una vez por todas con este extraño momento.

Al abrir la puerta una risa de aquel niño retumbó por toda la habitación, que para mí mala suerte era el sótano.

Mis padres habían apilado montones de cajas en aquel lugar, no sé exactamente con que contenido cada una de ellas, pero de todos modos es muy peligroso.
Comencé a bajar uno a uno los pequeños escalones que adentraban a aquella habitación, mis piernas me fallaban con cada paso que daba, mi temor comenzó a intensificarse. Entonces se escuchó aquella risa.

Y retumbó por toda la habitación.

Al llegar al piso del sótano la puerta se cerró de un solo portazo, luego de eso una carcajada retumbo en mis oídos, entonces una caja calló, un sonido de diferentes objetos cayéndose extremadamente fuerte escuché, ya que aquellos objetos cayeron uno a uno en mis pies rompiéndose antes de hacer contacto con estos. De un salto me aleje de aquellas cosas.

-¿estás ahí?.- dije, aunque fue inútil preguntar eso.

Al igual que en la mañana no obtuve respuesta alguna, pero después de segundos se escucharon pasos, provenían de aquella esquina, todo en el sótano estaba increíblemente oscuro, y no lograba ver a aquel niño de cabellos castaños que ahora con su risa me pone los pelos de punta.

Oí Pequeños pasos, uno tras otro, y así por varios minutos. Luego se detuvieron, y yo por simple instinto cerré mis ojos, sentía su presencia al frente mío. Su respiración calmada y pausada me ponía aún más nerviosa, entonces rio, pero esta vez su risa fue escalofriante, su tierna cara durmiendo se me vino a la mente y no pude evitar pensar que no se trataba de aquél niño.

Sentía que pasaría algo malo, entonces caminé, mis piernas cobraron vida propia para avanzar simples cuatro pasos y pasar de aquel pequeño, raramente me detuve al frente de una pequeña pelota de espuma. Me agaché para recogerla, al tocar la fría esfera con mi mano sentí un escalofrío.

Y todo se volvió negro.

Lo último que oí fue un "Dulces sueños" de una voz, infantil y tierna.

Entonces desperté agitada, mi cabeza daba vueltas porque me senté de una manera impresionantemente rápida, tenía una resaca horrible y mi respiración agitada, intenté calmar mi respiración.

Poco a poco se fue regularizando.

-fue una pesadilla.- suspire con un gran alivio.

Apoyé mi mano en la cama, y cerca de ella sentí algo suave y fino.

Una cabellera.

Entonces gire poco a poco mi cabeza, todo aquel temor volvió a mí, y entonces lo vi.

A aquel niño, ese que estuvo en mis sueños, con una cabellera castaña y unas pestañas largas, descansado placenteramente en mi cama.

Toda esa pesadilla paso por mi cabeza, cada parte.

Entonces supe que algo malo iba a pasar.

Minicuentos ^-^Donde viven las historias. Descúbrelo ahora