𝐒𝐄𝐒𝐒𝐈𝐎𝐍 𝟑

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En realidad, ella se encontraba completamente desbordada por la penumbra que la envuelve, incapaz de soportar el peso de sus acciones. No se trata solo de la vergüenza de comportarse de la manera en que lo ha hecho durante las últimas tres semanas. Lo que realmente la perturba es la frustración de no haber logrado siquiera un miserable orgasmo esa noche, dejándola atormentada por esas terribles ansias insatisfechas.

Sin embargo, su verdadero dilema no radica únicamente en la audacia de sentir lo que siente por sus clientes, sino en el oscuro presentimiento de que no se detendrá ahí, sino que cruzará límites aún más profundos y peligrosos.

Sin embargo, su verdadero dilema no radica únicamente en la audacia de sentir lo que siente por sus clientes, sino en el oscuro presentimiento de que no se detendrá ahí, sino que cruzará límites aún más profundos.

Ya era hora de la siguiente sesión con las dos mujeres. Se quedó mirando hacia la puerta con impaciencia. Eran las 8:02 y la ansiedad la invadía aún más fuerte que la última vez. Al menos ahora tenía una idea más clara de cómo manejarlas a ambas. O eso esperaba. La incertidumbre se arremolinaba en su mente mientras esperaba el inicio de la sesión, preguntándose si estaría preparada para enfrentarlas una vez más o si podría controlarlas.

Bajó la mirada a su café y lo revolvió mecánicamente, sintiendo cómo la inquietud se manifestaba en el constante movimiento de sus piernas. Su asistente había confirmado la presencia de ambas en la consulta ese día, dejándola sin ninguna salida. No había escapatoria posible.

Quizás ella no quería tenerla.

Revisó a su lado el historial médico de Rosé que había solicitado, repasando cada detalle con atención. Esperaba que Lisa hablara por sí sola acerca de lo que le había diagnosticado su psiquiatra antes de obtener resultados físicos y poder abordarla de una forma diferente. Sentía la necesidad de comprender mejor el contexto psicológico de su paciente antes de comenzar la sesión, sabiendo que este conocimiento le permitiría ofrecer un enfoque más comprensivo y efectivo.

Quizás ella pretendía hacerse la loca y continuar con su trabajo como normalmente lo hacía, pero nada le aseguraba a ella que no iba a ceder en algún momento ante esas provocaciones. Era como estar en un juego de roles en una obra de teatro, una representación en la que presentía que al final, podría despojarse de su papel de profesional y cometer tal vez el error de su vida. Aun así, a pesar de todas las dudas y temores, ella mantenía intenciones genuinas de ayudarlas.

Al revisar con cuidado los resultados médicos de su paciente, no encontró nada que pudiera indicar problemas significativos en su salud mental ni en su adicción al sexo. Los exámenes de laboratorio de rutina habían sido normales, a excepción de una ocasión en la que las plaquetas de la paciente estuvieron un poco bajas. Sin embargo, esto no parecía ser indicativo de una condición grave o crónica. En términos generales, parecía estar físicamente sana.

Mientras la doctora esperaba la llegada de las amigas, pasaron unos minutos de tranquilidad hasta que la puerta se abrió inesperadamente. Grande fue su sorpresa al ver que la única que había llegado era Rosé, sola. De inmediato notó la confusión en su rostro mientras entraba, le sonrió amablemente y le dio los buenos días.

Jennie se detuvo a observarla por un momento, intentando determinar si debía cerrar las piernas por la presión de su sexo al verla sentarse con las piernas ligeramente abiertas. Llevaba puesta una chaqueta negra con una camiseta blanca debajo, lentes de sol oscuros, una gorra a juego y unos jeans ajustados. Se veía fenomenal.

Deliciosa.

Le pesaba un poco admitirlo.

Se acomodó en su escritorio, preparándose para comenzar la sesión. "¿Por qué Lisa no vino hoy?", preguntó, Rosé le respondió con una pequeña sonrisa, pero su respuesta fue escueta: "Está enferma".

ADICCTS - JENLICHAENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora