28 - Pt. 2

9 2 0
                                    

Viernes 13

|

—¿Ustedes qué? —nos pregunta¸ tosco, y me pregunto si habrá escuchado algo, aunque conociéndolo hubiese dicho algo desde un primer momento.

—Tu qué, más bien. Wacala —paso por su lado—, pareces un burro.

—Al menos yo si hago ejercicio —suelto un suspiro de alivio dándome cuenta que no está al tanto de lo que ocurrió en mi cuarto ya que estuvo haciendo ejercicio afuera.

—Upa, señor Braiden ¿De verdad? —Damon se incluye como si fuese muy social y presiento que es una técnica a su favor para seguir ganando confianza con papá; más de la que ya tienen.

—¿Te crees que no? —me doy vuelta sacando un paquete de galletas de la nevera y papá le muestra a Damon sus brazos bastante marcados.

—Se mantiene bastante para su edad —lo detalla.

—¿Y me crees viejo o qué? —cuestiona, molesto y me rio tapándome la boca.

—No, pues… ¿Cuántos años tiene?

Papá se voltea a mirarme con una ceja enarcada y cambio mi gesto a uno serio, sin saber que decir.

—Mejor hablemos de cuánto levantas —papá señala los brazos de Damon.

—Pues bueno… —le contesta y continúan con su conversación de personas fitness y yo voy a buscar mi celular, pero al estar en el pasillo me encuentro con mi tío y su hermosa cara de felicidad (nótese el sarcasmo).

—Wilmer —exclamo haciendo algo parecido a un saludo militar y ni siquiera me mira, ya que sus ojos están dentro de la cocina, y no me hace falta pensar mucho que las otras dos personas también tienen sus ojos clavados en él. Las voces se cortaron de manera no tan disimulada.

Me doy vuelta lentamente y efectivamente hay una guerra de miradas. Me siento como una niña en medio de un matrimonio a nada del divorcio. A diferencia que, eso sí tiene sentido, pero la mirada desafiante de Damon en él es rara y la de Wilmer igual. De hecho, todas las miradas son raras ahora, menos la de papá que comparte una mirada conmigo sin comprender.

—¿Bueno y qué?

—¿Se te ofrece algo? —le pregunto para que no conteste a la pregunta de papá y por fin me mira.

—Que te hagas a un lado, gracias —le pongo mala cara y pasa a buscar algo en la nevera que, terminan siendo las galletas que saqué para comer. Las observa en la encimera y luego me mira a mi cuando las agarro lentamente pegando las a mí—. ¿Vas a hacerlo en serio?

—Yo las agarré primero.

—Yo las compré.

—Nadie te preguntó.

—Es un paquete completo. Sácalas y comparte —arrugo la nariz.

Busco un tazón haciéndole caso y se me ocurre la grandiosa idea de dejarlas en medio de la encimera, para luego sacar tres cervezas dándole a cada uno y yo por mi lado, me sirvo un vaso con leche.

—Vamos a socializar —sonrío dándole un trago.

—Damon si no recuerdo mal —mi tío descansa el cuerpo en una pared, cruzado de brazos con la cerveza en la mano.

—Wilmer —señala Damon con la botella en un intento de sonrisa simpática y mi tío le responde igual.

—¿Algo especial para que estés aquí? —pregunta.

—Tatiana —responde Damon con simpleza—. ¿Y tú? ¿También algo especial?

Frunzo el ceño sin comprender y me fijo que un musculo del rostro de mi tío se mueve, aunque se mantiene impasible. Más bien¸ hasta puedo notar un brillo en su mirada, pero no logro descifrarlo del todo.

Pisando los erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora