1: Agustín

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Juani tenía a el pequeño Agustín sentado entre sus piernas, los demás cachorros le estaban rodeando, dibujando sobre hojas de papel.

-Bien, entonces, si mezclas el color amarillo con el azul se vuelve verde, ¿Si viste?- estaban pintando con sus pequeños dedos, la pintura no era tóxica para ellos, pero de todas formas miraba que no se fueran a meter los dedos en la boca.

Agustín solo miraba curioso a los demás cachorros, nunca había estado rodeado de tantos, y le daba un poco de miedo hacerlo, por eso no se separaba de él.

De vez en cuando Juani, acariciaba a el pequeño para hacerle saber que no se había olvidado de el, sonreía cuando lo escuchaba ronronear ante sus toques tranquilos.

-Maestro Juani, mire!- la pequeña Ana de cinco años le mostró orgullosa su dibujo, los había puesto a dibujar frutas y ella había echo unas uvas.

-¡Oh qué lindo Ana, se ven deliciosas!- Juani sonrió cuando vio el pecho de la pequeña hincharse con más orgullo.

Miró al pequeño Daniel, quien estaba mirando su dibujo con una expresión insegura, sonrió ante eso, Ana y Daniel eran hermanos gemelos, pero muy diferentes entre sí, mientras una era más confiada y decidida, el otro era muy tímido e inseguro.

-Daniel, ¿Me muestras tu dibujo?- preguntó y vió como el pequeño dió un salto en su puesto, lo miró y después a su dibujo, al final terminó mostrándolo.- ¡Es tan lindo, es una deliciosa piña!

Daniel se sonrojó y le sonrió, estaba más alegre y miraba su dibujo más orgulloso. Los demás cachorros también le enseñaron sus dibujos y cuando todos terminaron de hacer sus dibujos lo puso en su mural, así todos podrían verlos.

-¡Es hora de la merienda y una siesta!- eso era algo adorado por los nenes, quienes se fueron corriendo hasta donde estaba el baño para lavarse las manos.

Juani puso a el pequeño Agustín en su pecho, tenía una cangurera para cachorros así que se le hacía más fácil hacerlo. Él solo tenía un chupón en la boca y miraba como ayudaba a limpiar a los demás.

Después se fueron por sus loncheras y se pusieron a comer, Juani calentó un poco el biberón de Agustín para dárselo, el lo recibió gustoso, como si estuviera acostumbrado a el.

Era algo raro, pero supuso que ya le habían enseñado para poder venir a la guardería y que comiera sin mucho inconveniente. Al terminar de comer, varios cachorros estaban dormitando los acomodó en las colchonetas y los arropó.

Emilio siempre era el último en dormirse, pero después de un pequeño cuento siempre lo hacía. Juani tuvo que acostarse con Agustín en una colchoneta, al parecer el no quería apartarse de él y no tuvo más remedio.

-Al fin se durmió.- susurró viendo a el pequeño dormir junto a los demás cachorros, el aire acondicionado dejaba un ambiente fresco y no se preocupaba por el calor que podrían tener.

-¿El nuevo te ha dado problemas?- Juani miró hacia la puerta del salón, allí estaba Bayona, el era el Omega encargado de la guardería.

-Hum, no, estuvo tranquilo todo el día, no ha llorado casi nada.- murmuró cuando se acercó el mayor, era mejor hablar lejos de los pequeños, así no les molestaría.

-Tendras algo para hacer que los cachorros te amen a la primera, Blas dijo que no le gustaban mucho los extraños, y por eso podría dar problemas.- Bayona era alguien mayor, bastante, le gustaban mucho los cachorros también, por eso había fundado el lugar.

Había podido tener un solo hijo, pero éste ya era mayor e incluso tenía pareja.

-Lo sé, está mañana lloraba sin parar, pero se ha calmado bastante y trata de llevarse con los demás nenes.- sonrió al recordar cómo se había tratado de acercar a Emilio, Incluso jugó un poco con él.

¿Mamá? - Blas polidori x Juan Caruso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora