4: Una cita

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-¿De verdad ves tanto a mi pequeño como tú hijo que tu cuerpo reaccionó a ello?- Juani tragó saliva por cuarta vez, sentía su garganta muy seca.

Asintió despacio ante la pregunta del pelinegro, estaban ahora sentados en el comedor de la casa de Blas, Agus jugaba en el suelo con unos juguetes.

Mientras que ellos estaban hablando de lo que les habían dicho en el hospital. Ahora Juani era la madre, no biológica, pero seguía siendo la madre de Agus, una parte de Juani estaba contento con eso, pero su parte racional le gritaba.

¡No había tenido ni una cita con Blas y ya había llegado a reclamar su lugar en su pequeña familia!

Si su vida fuera una película, ¿cómo se llamaría?, ¿Madre por accidente?, Sonaba justo como le acababa de suceder.

-¿Qué harías si te dijera que me mudaré a otro país y me lleve a Agus conmigo?- el aire en sus pulmones se detuvo por completo.

Miró al alfa con algo de miedo, estaba serio y con los brazos cruzados sobre su pecho. No podía, Blas no podía hacerle eso, era su pequeño no podría quitárselo.

-¡Te lo prohibo, no podés llevarte a Agus lejos de mí!- no supo en que momento se había levantado de su puesto, golpeando la mesa con sus manos, y mostraba sus pequeños colmillos a la defensiva.

-¿Baba?- Agus dejó lo que estaba haciendo para mirar a los mayores, podía sentir el aire de molestia que tenía el de rulos cafés, daba algo de miedo verlo molesto, eso nunca sucedía. Blas por su parte sólo sonrió, confundiendo al ojiceleste.

-Tanto la quieres, ¿Eh?, ¿Dónde estuviste antes?, Si te hubiera encontrado quizás mi bichito no hubiera sufrido tanto.- Juani se sintió avergonzado, muy avergonzado, y una parte suya molesta, Blas le había echo una prueba.

-Yo la quiero, no pienses alejarla de mí.- había formado un lazo con Agus, si los separaban ambos iban a sufrir bastante. Blas solo le sonrió, una sonrisa tranquila y leve.

-No lo haré, Juani, y vos ya no podrás escapar de mi tampoco, no te dejaré ir.- Juani se sonrojó ante esa declaración, supo leer entre líneas. Una mano pequeña jaló su ropa y miró hacia abajo, Agus quería subirse a su regazo.

El Omega alzó con cuidado a el pequeño, lo sentó en sus piernas y el giró rápidamente a sus pechos, tocando allí, ya era su hora de comer, y desde que empezó a lactar no había tocado sus biberones.

Se alzó la camisa para acomodar a el pequeño para que pudiera comer comida tranquilo, Agus dió un ronrroneo complacido, mientras succionaba su pezón con ganas.

Juani sintió como el aroma del alfa pelinegro se volvía pesado, cargado con un poco de exitación, su boca se hizo agua al oler algo de esa manera. Alzó su rostro para ver al pelinegro, sus ojos cafés eran intensos sobre el, y no se despegaba de sus pechos.

Tragó saliva sintiendo su rostro arder, más rojo que un tomate maduro. Sabía, en sus estudios sobre los cachorros aprendía todo tipo de cosas, no era un secreto que a los alfas les encantaba la leche materna que daban los omegas.

No solo su sabor, si no que también era bueno para ellos al ser tan nutritiva, y sus pechos habían crecido un poco más desde la vez que Agus tomó leche por primera vez, y no dejaban de producirla.

Quizás podría hacer algo de lo cual se iba arrepentir mucho después, o si no solo moriría de vergüenza.

Alzó bien su camisa mostrando su otro pecho lleno, Blas abrió los ojos ante eso, era una invitación para el también probar. El rostro rojo del oji-celeste se lo podía confirmar, y no quería desaprovechar esa oportunidad, el aroma lo estaba volviendo loco.

¿Mamá? - Blas polidori x Juan Caruso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora