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Un día más sin saber quien soy

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Un día más sin saber quien soy.
Un día más adaptándome a una vida que no es mía.
Un día más siendo Via Odair.

Suspiro. No necesito pensar en eso. No ahora, no hoy.

—Calma, estarás bien—le digo a la rubia mientras peino su cabello en una coleta alta.

Vine temprano a casa de Caleb y Gina ya que ella me pidió que la acompañara a la cosecha, técnicamente yo también tengo que estar ahí porque por mi edad aún soy elegible ya que estoy en plenitud de mis 18 años, o algo así ya que no sé mí fecha de nacimiento.

Mis probabilidades de salir seleccionada son casi nulas porque solo tengo las papeletas que deben corresponder a mi edad pero Gina, quien debería tener una menos tiene en realidad el doble de lo que debería (las sacó como teselas y a escondidas cuando el negocio familiar no iba tan bien como ahora) y está bastante nerviosa.

—¿Y si sale mi nombre?—su voz es la clara muestra de su inquietud.

—Darás todo por volver a casa—respondo lo más tranquila posible, porque en realidad una parte de su nerviosismo me ha contagiado y ahora yo también temo por ella.

—Mi mejor amiga fue cosechada hace dos años—suelta de pronto, me detengo en seco y vuelvo a peinarla.

Se lo que eso significa, no soy buena con las palabras y de cualquier modo lo que diga no servirá de nada.

—Lo siento.

Termino con su cabello perfectamente atado y le pasó un espejo, ella se mira y me da una pequeña sonrisa de agradecimiento.

—Me gusta, pero es ridículo arreglarse para esperar si tu nombre sale o no en la sentencia de muerte—ríe a través de los nervios.

—Lo sé—sonrío—,Yo no me haré nada.

—Tu no necesitas hacerte nada—me dice ya más relajada.

—Vamos, tu hermano debe estar esperándonos.

—Cierto, al mal tiempo hay que darle prisa—por una fracción de segundo parece que recupera su entusiasmo habitual, su enamoramiento por la vida, misma vida que por un año más está en peligro, al igual que las de el resto de los jóvenes del distrito.

Bajamos la escalera las dos juntas y nos encontramos a Caleb en la puerta. Ninguno dijo nada en todo el camino a la plaza, se sentía la tensión en todo el distrito. Los más jóvenes esperando que su nombre no salga, los mayores temiendo por sus hijos... Me pregunto que sentirá Finnick en estos momentos, o que sentiría cuando fue cosechado.

—Suerte—dice Caleb cuando ya debemos ir a nuestros lugares, su hermana le da un abrazo y yo solo asiento.

Quedo delante de Gina cuando nos formamos, pasan unos quince minutos cuando el sonido de un micrófono me alerta. En la tarima está la misma mujer de cabello extravagante que vi anoche, también está el alcalde, un hombre de mediana edad y expresión dura, y Mags que a sus 80 años sigue desempeñándose como mentora de los tributos que son seleccionados cada año, se supone que Finnick también debería estar aquí pero no lo veo por ningún lado.

My Angel From The Sky (Finnick Odair, Octavia Blake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora