Tras haber vivido durante la Danza de Dragones, y haberlo perdido todo; Visenya Targaryen es ejecutada en Desembarco del Rey. Pero inexplicablemente despierta justo cinco años antes de toda la tragedia que terminó por destruir a la casa Targaryen.
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Isla de Rocadragón, 128 D.c (Presente)
— Es precioso, Lucerys — Visenya sonríe levemente mientras examina una bella joya que ahora es propiedad del príncipe Lucerys Velaryon — ¿Lo llevarás desde ahora? — no hay formalidades, están siendo solo dos niños hablando de cosas triviales.
— ¿Podría, abuelo? — El rostro joven de Luke cobra brillo infantil, y voltea a mirar a Lord Corlys, quien sentado en un sillón tiene a Joffrey sobre el regazo.
Los tres están en la sala de recepción de la alcoba de invitados; bastante cerca de la misma habitación de Visenya. El señor de Marcaderiva asiente lentamente, la expresión de su rostro denota toda la felicidad que le cabe en el cuerpo. Han pasado ya tres días desde que los padres de Laenor Velaryon han puesto los pies sobre Rocadragón; y los niños no han dejado de disfrutar de sus abuelos. Aun cuando Rhaenys parece bastante... reacia al principio, siempre termina compartiendo más tiempo con los niños de lo que le gustaría admitir.
— Por supuesto, es un joya digna de mi heredero — Corlys suspira encantado, y mueve a Joffrey sobre sus piernas — Me encantaría que fuese algo que lleves con orgullo.
Visenya puede ver a Luke avergonzarse levemente, incluso toma todo un porte lleno de pena; y esto cava en ella un pozo profundo de dolor. Sigue siendo un pequeño inseguro a quien le han hecho dudar de su identidad. Alguien tan joven con todo ese peso sobre los hombros, es probablemente demasiado para él.
La joya, es un pendiente, uno solo. Una pieza de plata que se dobla para amoldarse a una argolla; y a lo largo de él, hay pequeñas piedras azules; zafiros; representando el bello color de la casa Velaryon. En el lenguaje de Lord Corlys esto es un anillo que grita a los cuatro vientos a quien ha visto siempre como sucesor. Visenya sabe esto, hoy y también en aquella caótica vida; los señores Velaryon han amado siempre a sus nietos; jamás los negaron frente a la corte. Sin embargo también el dolor de las pérdidas los separó antes de poder demostrar al reino cuán fuerte puede ser su lazo.
— Debes portarlo con seguridad, mi príncipe — Visenya le dice con certeza, y luego sonríe.
— ¿Podrías ayudarme? — Lucerys suspira y toma consigo el pequeño pendiente; su hermanastra acepta hacerlo sin siquiera chistar.
Visenya se levanta del lugar que ha ocupado por gran parte de la mañana y pide la argolla, tomándola con cuidado. Simpaticamente, es un accesorio que nadie esperaría para algún hombre de alta cuna; pero Lord Corlys Velaryon es diferente. Siempre lo ha sido. Lleva en una oreja varios pendientes, de formas distintas, al igual que en las puntas de su cabello se aferran perlas y dijes, todas con algún buen significado. En sus dedos también brillan anillos, unos tan solo son meros accesorios y otros tienen alguna conexión con su propia casa; también con la antigua Valyria.
Lucerys, en contraste con su abuelo; aún no posee nada de lo que Corlys presume. No lleva anillos, los detalles están en los colores de su ropa. El rojo de la casa Targaryen siempre está presente, sin embargo el azul de los Velaryon predomina para dar un mensaje. Luke es hijo de Laenor y nadie puede probar lo contrario. Rhaenyra se ha encargado de dejar esto muy claro a lo largo de los años, pero ninguno de sus opositores lo ha aceptado. Visenya entiende porque; pero como lo ha hecho a lo largo de su extraña existencia, le importa muy poco.