—¿Cómo en las películas? —preguntó Rod riendo a carcajadas.
Doy unos pasos hacia mi computadora portátil y la tomo, llevándola a la mesa principal. La enciendo y busco alguna página web que ayude a descifrar el misterio. Christian, uno de mis amigos escritores, me recomendó un sitio en caso de que me atreviera a redactar una novela de misterio o similar. Aunque nunca lo hice.
—Sí, debemos encontrarla lo más pronto posible. —Tecleo con fuerza, digitando las tres palabras que rondan mi cabeza sin cesar—. Mira, estas son todas las combinaciones que podrían formar algo coherente con la pista que nos dio. ¿Te parecen conocidas?
Mis ojos bajan poco a poco por las uniones de letras que continúan de forma infinita. No tienen sentido, las frases que han sido elaboradas son ambiguas o no se relacionan. Rod las ve con el ceño fruncido y mostrando la hilera superior de su dentadura.
Uno de los vocablos llama mi atención: Fontana. He escuchado sobre eso, pero no lo recuerdo. Intento navegar en mis conocimientos averiguando respuestas. Rod tampoco parece saber nada. Juraría que lo he oído en la boca de alguien o en la tinta de un lapicero.
¿Sería un lugar, un evento o estaré perdido?
Ese asesino lo hace para divertirse y me mantiene con los vellos de punta en todos los sentidos. No puedo pensar en nada más, ni siquiera en el libro que estoy trabajando. Así que, luego de golpear la mesa de la frustración, introduzco Fontana en internet y me aparecen distintas locaciones de Estados Unidos, pues, al parecer, se ubica allá.
¿Por qué me enviaría Jhon una pista que se encuentra tan lejana de mí?
No suena lógico. También aparece una farmacia, un bufete de abogados con ese nombre. Ninguno es lo que estoy buscando.
—Estás loco, Gabriel. —Rod me da la espalda—. ¿Y si nada de esto te lleva a un hombre misterioso? ¿No lo has pensado?
—Es real, ¡¿qué más te tengo que decir para que me creas?! —grito con el corazón acelerado y me levanto del asiento, dejando el portátil en la mesa—. ¡Tienes las pruebas frente a ti!
El hombre hace una pausa que acrecienta la tensión y dice con un tono débil:
—¿Has tomado tu medicamento?
La pronunciación de esa oración fue todo para mí; el punto culminante. Estoy consciente de que mis crisis han afectado a quienes están a mi alrededor y he temido heredarle a Katie mi padecimiento desde que la tuve en mis brazos por primera vez. Aun así, es abrumador tener que justificar cada pequeño acto, ya que siempre se presume que he recaído.
Mi rostro desciende a tres metros del suelo o más allá si es posible. No puedo mirar a Rod, pero escucho su respiración suave y quieta, añadiendo incomodidad a la atmósfera.
—Te pedí ayuda para que colaboraras en salvar una vida, no para que vengas a cuestionarme. Si no vas a cooperar, te puedes marchar —aclaré con firmeza, estableciendo mi poca autoridad en la situación. Si trabajaremos juntos, debería tenerme algo de respeto, uno que nunca ha tenido—. ¡Adelante! Revisa los antipsicóticos y verás que todos ellos han sido tomados como debe ser. ¿Crees que lo disfruto? Porque es tan divertido molestar a Amanda en la madrugada para saber si está en casa o se dirige a la mía para matarme.
»No te preocupes, yo no inventé este libro para crear una falsa idea de que me persiguen de nuevo.
—¿Y me culpas por dudar? Mira, lamento si fui grosero. Pero acordamos ser amigos por el bien de Katherine. —Sus hombros caídos revelan la carga tensional y suspira con vigor antes de continuar—: El año pasado, me llamaste porque creías que tu vecino planeaba robarte. Incluso llegaste a declarar en la comisaría que todas las noches te esperaba detrás de los arbustos o que hablaba de ti con la vecina de enfrente para atacarte. ¿No tengo derecho a dudar? —Suelta un suspiro de decepción—. Gabriel, no eres un santo.
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LAS PALABRAS DE JHON [ONC]
Mystery / ThrillerGabriel Atenas, un hombre común, se topa accidentalmente con un diario que no le pertenece. Lo que parece ser un encuentro fortuito se convierte en una escalofriante revelación. El libro comienza a causar catástrofes, puesto su dueño resulta ser un...