Al día siguiente Kidou se despertó animado, se sentía con buen humor, pensando que quizá aquel día sería el día que recuperaría su memoria. Y si no... bueno, se quedó viendo por la ventana en la que el cielo brillante parecía un buen presagio.
Aunque se sentía mal por sus amigos, en verdad algo en su interior le impedía entristecerse por sí mismo. ¿El cielo siempre habría sido así de azul?
Su buen humor no se disipó a lo largo del día, a pesar de tener que hacer frente a una imponente visita.
El señor Kidou, quien había vuelto de su viaje lo más pronto que pudo tras recibir la noticia del accidente de su hijo, fue a visitarlo tan pronto como empezó la hora de las visitas. El hombre estuvo largo rato con él e incluso le llevó varios libros que aseguró que le gustaban para que su hijo pudiera leer en los ratos que estuviera solo, que el hombre creía que no serían muchos en realidad. Además le llevó ropa para que pudiera vestirse en vez de llevar la fea bata de hospital.
El señor Kidou no consideró oportuno decirle a Kidou que en verdad no era su padre biológico, ambos tomaron una taza de té verde mientras hablaban entre ellos con mucha más fluidez que en otros momentos de su vida. Y aunque el hombre se mostró totalmente correcto en todo momento, cuando hubo de marcharse se dio cuenta de que en el fondo de su corazón se sentía decepcionado de que su hijo no lo hubiera reconocido, por supuesto entendía que su pequeño tenía personas más importantes en su vida, pero aún así albergaba la esperanza de que su presencia le hiciera recordar aquellos moomentos olvidados.
Cuando se encerró en su despacho, a solas, varias lágrimas de tristeza recorrieron sus agotados ojos. Después de todo lo que había vivido su hijo le pasaba aquello, ¿es qué no podría ser feliz?
***
Era ya por la tarde, justo se habían llevado los platos de la comida cuando la puerta de la habitación del hospital se abrió tras un par de suaves golpes, en ella apareció un muchacho de cabello oscuro y ojos verdes como el mar.
En sus manos llevaba una pequeña maceta con unas flores de color rosa. Entró con decisión mientras el chico sin recuerdos lo miraba sorprendido, sus grandes ojos rojos fijos en él. De todos sus amigos él fue quien menos participó en la conversación del día anterior y por ello creyó que su relación sería la más superficial, a pesar de que cada vez que lo veía se sentía extrañamente agitado. A pesar de que de todos ellos le había producido el impacto más fuerte.
Fudou se acercó a la cama y dejó la maceta en la mesita de noche de Kidou, entonces se giró hacia él con una sonrisa.
"Hola, Yuuto."
Kidou sintió que por alguna razón se le ruborizaron las orejas y su corazón se aceleró, pero antes de poder preguntar nada, él volvió a hablar.
"Perdón, Kidou. Supongo que no querrás que un extraño te llame por tu nombre de pila."
En verdad Kidou no supo qué responderle durante un instante, en efecto se le hizo raro que aquel chico lo llamara Yuuto, pero...
"Si era la forma en que me llamabas antes de perder los recuerdos, puedes seguir haciéndolo, prefiero que eso no cambie, quizá me ayude a recordar."
Fudou lo observó en silencio, Kidou tragó saliva siento las tripas retorciéndose.
"¿Y yo?"
"¿Tú qué?"
"¿Cómo te llamaba yo?"
Fudou mantuvo sus ojos fijos en él.
"La mayoría de las veces, idiota."
Fudou sonrió sin decir nada más y se sentó a su lado en la cama, quitándose una mochila que llevaba colgada en la espalda y sacando varios libros gordos y hojas con cierta parsimonia que logró que Kidou no perdiera atención de sus movimientos con gran expectación.
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Acórdandome de ti [KidouxFudou]
FanficAmnesia, esa palabra golpeó a Fudou en el pecho, miró desde la incómoda silla del hispital en la que estaba sentado pues sus piernas no podían sostenerlo. Amnesia, llevó las manos a la cara, una lágrima se deslizó entre sus dedos. Al menos... Kidou...