Capítulo 7

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Navidad...

No pienses en ella...

No pienses en ella...

No pienses...

Contrólate es una niña.

Esos fueron mis primeros pensamientos al ver a Enid con ese vestido, si, era una niña aun, pero su cuerpo ya se había desarrollado lo suficiente para dejar en la imaginación de un pedófilo mil y un pensamientos, en este caso en mi mente. ¡Por Dios, soy una pedófila! no, bueno si, o no se. Había cumplido los 19 y ella apenas tenía los 14, no, definitivamente sí lo era; solo que lo mío iba más allá de lo sexual, Enid lograba despertar mi frío y muerto corazón, provocar sudoración en mi espina dorsal, simplemente me dominaba despertando en mi la sensación más terrorífica de protección, mataría a quien la lastimara y le daría la galaxia entera si me lo pidiera, cumpliría su fantasía mas loca si eso significaba que me mirada únicamente a mi.

Antes de la cena no pude evitar no mirarla, se veía simplemente apreciable a la vista, ella estaba perdida en su platica con sus amigos y el tonto de mi hermano, odiaba a Pericles por robarme su atención, pero mas que nada porque el podía tenerla libremente: Enid venia a este castillo por él, y no por mi esa era la cruel realidad. En un momento ella sintió mi espesa mirada, conectando su azul con mi oscuridad; si, definitivamente entregaría todo mi ser por Enid Sinclair.

Después de la cena y de que padre y madre hicieran sus famosos brindis pasamos a seguir con la tradición navideña que era jugar unos juegos, algunos rudos y peligrosos y otros más delicados; en un momento de la noche deje de ver a Enid.

-¿Dónde fue?-tome por la chaqueta a mi hermano

-Solo fue a tomar un poco de aire, está frente al jardín prohibido-le gruñí soltándolo para después tomar camino al encuentro de mi amada.

Bajo la luz de la luna Enid se veía tan fascinante e hipnotizante, ahora entendía a padre cuando decía que madre se había vuelto en su arma más peligrosa; besaría el suelo por el que ella caminara, la besaría y nunca me cansaría de adorarla, Padre explicaba el calor que sentía por madre y el porque nunca podía alejar sus manos de ella, yo comenzaba a sentir que con poco que Enid me diera sería peor que padre: aunque él y yo éramos completamente diferentes, yo podía amar a Enid con todo mi ser y demostrarle mi amor a mi fría manera.

-Hace frío aquí afuera, podrías enfermar-la rubia niña se sobresaltó ante mi presencia-Lo siento no quería asustarte.

Yo nunca ofrecía disculpas por algo en cambio lo había hecho, únicamente para ella.

-Está bien, no lo esperaba-me coloque justo a su lado, mirando el cielo nocturno que no tardaría en ser iluminado por los fuegos artificiales-Tú también podrías enfermar

-Eso no me importa-me encogí de hombros, rara vez enfermaba, aparte sin olvidar que mi temperatura corporal era parecida a la de un polo

-Pues a mí tampoco-la mire de reojo y no pude evitar no tomar su mano comenzando una caricia en sus nudillos

-Tus manos están frías-murmure

-Y las tuyas calientitas-no le creí, pero quizás ella buscaba en mi un poco de calor

-Esta noche te ves hermosa incluso más que otros días-de mi boca escaparon esas palabras y necesitando que ella notara la sinceridad con las que fueron expresadas la hice girar para que me mirada.

-Te queda bien el negro-ella se acercó más a mi dejándome sentir su calor: Enid, no lo hagas. No entendía que me estaba pasando, pero necesitaba más.

-Enid no sabes las ganas que tengo por besarte- inclinándome un poco a tal punto donde mi nariz acarició la suya-Desde ese día no he parado de sentir tus labios sobre los míos

Como ese día sus ojos brillaban como las estrellas o dos gemas a la luz de sol esta vez su azul era electrizante, sin esperar a más, la besé sintiendo la calidez de su boca sobre la mía. su sabor de nuevo tan adictivo.

Es una niña Merlina Addams-iras a prisión por esto.

+

Madre era la única que podía entrar al jardín prohibido, ella lo conocía tal cual palma de su mano y lo cuidaba con tal devoción que era increíble que la reina se ensuciara de tierra y barro por un jardín teniendo a tantos jardineros que podían hacer eso.

Pero esa noche, la última noche antes de irme a Londres, madre entró a mi habitación sacándome de mi pacífico sueño.

-Merlina, despierta, anda-sacudió

-¿Madre? ¿Qué pasa?

-Vamos, quiero enseñarte algo-aún despabilándome del sueño la seguí.

-Madre-la mire esperando la respuesta a mi pregunta silenciosa. Ella abría de lo más tranquila la reja del jardín, el aire en mis pulmones se atascó al darme cuenta que entraría.

-Sígueme.

No era como lo imagine, era mejor a ello, caminos repletos de flores todas tal bellas, arena fina blanca con pixeles plateados y jubiloso en el centro de este un roble alto majestuoso con hojas negras y corteza semejante cargado de fruto.

-Es hermoso ¿no es así?-madre también parecía estar maravillada

-Madre, podrías, por favor contestar ¿Qué hacemos aquí?

-Se que estas enojada, por todo, principalmente por lo de Enid. Te sientes una depravada y entiendo, en otros lugares ya hubieras ido a la cárcel por besar a una menor-la sangre se me helo ¿Cómo lo sabía? ella tenía una sonrisa socarrona

-Puedo explica...

-Descuida Merlina, no tienes que explicar nada, es amor-comentó sentándose en unas de las bancas frente al roble-Reconozco a un Addams enamorado y tú hija mía, has caído-sentí mis mejillas calientes y decidí que el suelo era más interesante-tu camino y el de Enid están entrelazados, entre más se separen más se necesitan y cuando al fin están juntas son dinamita. Su rechazo, tu rechazo el amor no es fácil cariño.

-Ella no me ama como yo la amo, madre-argumente dolida sintiendo el debilitamiento de mi corazón

-Si no te amara ¿por que te beso?-sus ojos divertidos no se burlaban si no que me miraban sabiamente-Merlina, cuando llegue la hora ella correrá hacia ti así como tú hacia ella, sabrá dónde encontrarte siempre y cuando eso pase, no te niegues a sentirlo todo. Este roble será testigo de un amor puro, puedo asegurarlo.

Amar.

Sonaba a algo tan en serio, y no solamente deseo carnal ni atracción, entregarlo todo por esa persona, Enid era el puñal en mi corazón y siempre lo sería estuviéramos o no juntas.

+

Ella había venido a despedirse o al menos se despedía de Yoko tan triste como sería no ver a una de sus mejores amigas por un tiempo, siempre me sentí celosa de todas las personas alrededor de la rubia, de todos aquellos que podían abrazarla y hablarle libremente.

-Ten un buen viaje Merlina-espere a que llegara un abrazo, pero eso no pasó.

-Gracias Lobita-algo insegura me acerque un poco. Era lo que ella causaba en mí, nunca antes había sentido miedo, nervios o timidez hasta que Enid me miró con aquellos ojos y robo mi corazón-¿Podrías darme un abrazo?

-Tú odias los abrazos-estaba sorprendida, tanto como yo al hacer esa petición

-Si, tienes razón, fue ridículo-tome mi bolso de viaje y el maletín donde padre se encargó de guardar todos los papeles que tenía que revisar como mi deber a la corona. Con una última mirada me despedí de mi familia y camine hasta el jet real, antes de abordar una voz me detuvo

-¡Merlina!-era Enid quien corría a mi dirección, sin esperarlo se arrojó a mi, la apreté en mis brazos inundándome de su olor. La extrañaría y eso era lo que me estaba carcomiendo por dentro-Adiós.

-Adiós.

REINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora