Capítulo 5

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-¡Merlina! ¡por favor bájame! ¡¿qué hice ahora?!

Tome asiento debajo del árbol donde Pericles estaba colgado de cabeza deleitándome con sus gritos, tal vez él no entendía porque estaba colgado y no tenía ganas de darle explicaciones; porque, ¿Qué le decía?: te colgué por interrumpir mi beso con Enid, tu mejor amiga de doce años. Eso sonaba muy pedófilo, dado el hecho de que yo era mayor que ellos por cinco años.

¡Joder!

Estuve en el nacimiento de esa niña, esa niña que se estaba convirtiendo en una mujer y me estaba robando la cordura.

-Merlina.

-Sí padre-seguí cortando mi carne, no necesitaba mirarlo para saber que continuaría, solo necesitaba saber que tenía mi atención.

-Sabes que como la mayor serás tú la que herede la corona ¿verdad?-asentí, para eso llevaba preparándome toda mi vida-Solo que hay un detalle

-¿Cual es?-lo miré interrogante

-No puedes coronar a los 21 como marca la tradición-eso llamó completamente mi atención

-¿Por qué?

-Porque tu futura esposa aún no tiene la edad para casarse-esta vez la que habló fue madre, la miré perpleja ante sus palabras.

-¿Qué dices madre? ¿Futura esposa?-deje caer las preguntas pesadas

-Enid Sinclair-dijo ella

-¡¿Qué?! ¡Se volvieron locos! tiene trece apenas-me levanté de mi asiento exaltada ante esa información, estaban locos. ¿Cómo pensaban que me casaría con ella? era una niña.

Hace unas horas te estabas besando con ella en tu habitación.

Maldije al escuchar a mi subconsciente, tenía razón en eso, pero era muy diferente a que mis padres me dijeran que me casaría con ella, Enid estaba a unos días de cumplir trece.

-Merlina-padre exclamó enojado, señalando mi asiento para que volviera a sentarme, miré a Yoko, ella parecía estar en shock, me miraba con los ojos completamente abiertos-Esto no es negociable, Enid Sinclair será tu esposa cuando tenga la edad para ser desposada, es un compromiso que tu abuelo y el abuelo de ella arreglaron antes que nacieran, no podemos hacer nada, recuerda que siempre respetamos los acuerdos nos guste o no.

-No lo pienso hacer-dije firme a mi decisión

-Lo harás, de lo contrario esa niña sufrirá mucho-mire a padre, lo rete incluso con la mirada, pero lo conocía, y sabía que cuando algo se le metía a la cabeza no lo abandonaba hasta no tenerlo, sabía que hablaba en serio, acabo con la familia Gates al enterarse que el hijo mayor acosaba a madre cuando eran adolescentes.

-Si tan solo...-no me dejo terminar con mi advertencia

-Lo harás, soy tu padre y tú haces lo que yo te ordene.

Me marché completamente furiosa, salí al jardín y al ver a Pericles aún colgado solté la soga provocando que cayera.

-¡Auch!

-¡Largo! quiero estar sola-me miro asustado antes de irse corriendo, lo más seguro a acusarme con madre, eso no me importo, estaba enojada, más que enojada, estaba cabreada con esa noticia, negar que sentía algo por Enid era patético, claro que sentía algo, algo que no podía ser, un amor completamente prohibido.

-Merlina.

-Ahora no Yoko-le gruñí a mi prima, en estos momentos no quería ver a nadie

-Se lo que paso en tu habitación-levanté la mirada ante esas palabras

-¿A qué te refieres?-fingí demencia

-No finjas, Enid salió casi corriendo y ni adiós dijo-tomó asiento a mi lado

-La bese, Yoko, la bese-susurre, no dijo nada, el silencio quedó como la compañía entre nosotras dos.

Dos días pasaron y mis padres me prohibieron hablar con Rachel, una compañera con la cual se había rumorado que era mi novia, madre dijo que así llegado el momento seria mas creíble que Enid y yo ya teníamos algo prohibido y secreto, lo mejor era que no se me vinculada con nadie.

-Aquí tienes lo que me pediste-.Tome el regalo de las manos de Dedos.

Dedos, era un hombre algo joven, que desde que yo recuerdo trabajaba para la familia Addams, parecía que el hombre nunca envejecía, tenía un nombre que decía él era confidencia, pero le decían Dedos porque perdió la mano derecha y construyó él mismo una robótica que podía manipular perfectamente bien, también era un perfecto ladrón.

-¿Tiene lo que te pedí?

-Si, como nuevo, sellado y con la nota que me entregaste-aseguro

-Perfecto.

Era el cumpleaños número trece de Enid, había buscado por todos lados el libro de ese día cuando nos besamos por primera vez; pero como lo dijo ella, era un libro agotado, así que lo mande a reparar con un especialista en libros, el libro si se podía restaurar y estaba completo así que no había problemas, sabía que le encantaría y no me equivoque, cuando abrió mi regalo sus ojos brillaron y grito de alegría antes de saltar a mis brazos, dándome el abrazo más fuerte y duradero hasta el momento.

-De nada Lobita-susurre en su oído sintiendo como su cuerpo temblaba

- ¿Cómo lo has conseguido? No había más de ellos-preguntó al ver que el libro era nuevo

-Un buen investigador nunca revela sus secretos-sonreí, claro que no le diría que era el libro de esa vez y que en si no era nuevo, solo restaurado. 

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