¿cuándo empezó a ir todo mal? mi cuerpo se veía horrible me miraba al espejo y era como si hubiera otra persona en mí, habían unos 100 kilos encima, empecé a ocultarlo con ropa holgadas, vestidos holgados, odiaba la ropa pegada ni siquiera las blusas que ajustaban me gustaban, creía que todos se burlaban de mi cuerpo, pero nunca faltaba ese tipo de comentarios. "Oye estás más llenita" "Oye subiste de peso, estás gordita, pero te ves bien"
Me propuse algo, ser delgada sería mi meta después de escuchar aquel asqueroso comentario sobre mi cuerpo me propuse a bajar de peso a ser bonita ser reconocida porque la delgadez era un privilegio que no muchas podemos tener entonces vomitar se volvió mi adicción empecé a devolver la comida sentía asco por ella mis porciones se hicieron menos antes era el plato lleno ahora era hasta la mitad y pronto se volvería en nada y así día a día escondía la comida cuando me cansé de vomitar entonces fue que empecé a botar la comida masticarla y sacarla de mi boca, como mi mamá trabajaba y no se daba cuenta solo comía una manzana ese era mi desayuno y mi almuerzo, ¿mi cena? un pan tostado por supuesto, café y dormir, ejercicio todos los días, sin parar así estuviera muy cansada tenía que ejercitarme, ¡Quemar calorías! caminar, correr, saltar, sin que nadie me detuviera sin que nadie se diera cuenta bajé de peso empecé a bajar de peso mucho mucho pero mis días se volvieron oscuros los años pasaron los meses, las horas eran eternas el agotamiento de mi cuerpo el dolor en el pecho, mi cabello empezaba a caerse el frío inmenso que sentía todos los días mis manos siempre estaban frías "Oye estas más delgada" "Que hermosa estás" la gente ahora me miraba y me sonreía –ya ves–decía mi mente–La delgadez es un privilegio.
Algo pasaba, no importaba cuántos elogios me dijeran o lo muy delgada que me veía, en el espejo yo estaba gorda, me seguía viendo igual, –¿De cuál cambio hablan? Sigo estando igual.
Fueron tantas veces que recuerdo teniendo un descontrol con la comida –Cerda, eres una cerda–me repetí–No debiste haber comido ese pan.
A pesar de lo mucho que me encantaba los pasteles cuando comí aquella rebanada me sentí tan hinchada –Odio sentirme asi–llore frente al espejo–No volveré a comer nunca más, mañana no comeré nada...
Golpee mi estómago, rasgue mis piernas y queme mi abdomen con hielo...–Te lo mereces, por haber engordado–Me recosté en mi cama y llore, llore como una niña por la culpa, por el hambre, por todo...
Ese día lo recuerdo perfecto, mi padre estaba sentado a la mesa y yo aún lado de el.
–¿No se cuando pasó? No me di cuenta, como bajaste tanto de peso ¿No eres bulímica verdad?
El lloraba, lloraba por impotencia mientras me hablaba. Fue entonces que mi corazón se hizo chiquito de ver a mi padre así, realmente nunca creí que se preocupara por mi, pero ahora parecía todo lo contrario, le respondí su pregunta.
–No, no lo soy–Respondí, en aquel entonces ya no vomitaba, simplemente no comía...
El volvió a mirarme y me preguntó.
–Comiste de esa comida–Señalo la olla dónde había macarrones con carne en caldo–Si, si comi–Respondi mintiendo.
Después de aquel día todo empeoró...
La imagen no es mía, crédito a quien corresponda.
Les saluda Miami 🤍
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ALGUNA PERSONA EN EL MUNDO
Teen FictionBasado en un tema poco hablado, uno de los trastornos con más mortalidad a nivel mundial, leerlo a consentimiento de cada persona.