Capítulo 4: Es un hombre...

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-¡ANTHEA, NO!

La voz de la peliblanca se escucha fuerte y clara, justo antes de (para mi suerte) desviar el cañón de mi trayectoria y el disparo sale al aire, haciendo que permanezca aún con vida. Su cuerpo pasa a interponerse entre la tal Anteha y yo y ésta la mira con ira, como si lo que acaba de hacer la chica frente a mí fuera una especie de aberración, una completa locura.

Si pienso en lo que he visto que le hacen esos disparos a sus objetivos y en que, si hubiera sido diferente, el tiro podría haberle dado a ella, puedo entender su enojo, la peliblanca podría haber salido herida por defenderme, pero no creo que sea solo eso lo que le molesta a la pelinegra frente a nosotros, su enojo a base de eso, estoy seguro que rivaliza con su ira a causa de su intervención en su ataque hacia mí.

-Princesa Tárritha, hágase a un lado, ahora.

-No.

-Él puede ser una amenaza para...

-No, no lo es. En ningún momento manifestó siquiera algo similar, solo respondió a lo que nosotras le preguntamos y nos explicó sus razones para estar aquí ahora, o bueno, lo que lo llevó a terminar aquí. Amazonia no estaba en sus planes, solo buscaban el planeta que encontraron para poder sobrevivir. ¿Dónde ves tú una amenaza potencial en eso?

-Quieren un planeta...

-Y ya habían encontrado uno, que por cierto, no es éste. Que haya terminado aquí no es su culpa, él no estaba en los controles de la nave ni conoce la razón del desperfecto o razón que la llevó a estrellarse, sino dormido. Tú misma viste las cápsulas.

-No importa, no confío en él.

-Pues yo estoy dispuesta a darle una oportunidad, y eso es lo que se va a hacer. Es una orden.

Noto las ganas que tiene de replicarle, de imponerse, mas se contiene y, aunque no puedo ver su rostro, imagino que (la que ahora sé que su nombre es Tárritha) debe estar mostrando un semblante realmente serio, uno de autoridad pura, porque no se me escapó el hecho de que Anthea la llamó "princesa". Parece que vine a dar de cabeza en un planeta con monarquía y un miembro de la familia real siente simpatía por mí. Eso puede ser, o muy bueno, o muy malo. Solo el tiempo lo dirá.

Finalmente, y con un gruñido que su traductor no interpreta a mi idioma, por lo que creo que solo es sonido de molestia, la pelinegra vuelve a enfundar su arma y se dirige al deslizador, subiéndose en él para luego observarnos fijo. Por su parte Tárritha se vuelve hacia mí y noto que intenta mantener la calma y ser amable conmigo, aún cuando es evidente que está molesta.

-Te llevaremos a nuestra metrópolis, al palacio de su Majestad. Ahí haré que nuestros científicos te revisen para ver si estás en buen estado de salud, pues no sé si la hibernación de tu raza es igual a la que nosotras producimos, sin embargo, salir abruptamente de ella no puede ser bueno para tu cuerpo, y luego iremos a hablar con su Excelencia, para ver qué podemos hacer por ti. Supongo que querrás volver a tu mundo, buscar una nueva forma de salvar a tu especie ya que, tú solo no podrás completar tu misión.

-Te lo agradezco, pero no quiero causarte problemas, es evidente que tus acompañantes no piensan lo mismo que tú y, como extra, dudo mucho que se sientan cómodas con mi presencia.

-No me interesa, eres un visitante, un invitado en nuestro planeta, y aunque ellas desconfíen, algo me dice que no tengo por qué preocuparme de que intentes algo, a diferencia de su forma de ver la situación. En ningún momento te has mostrado hostil, por el contrario, has sido abierto y comunicativo, cosa que si tus intereses fueran otros, inmediatamente quedarías expuesto. Por eso mismo, mereces cortesía, no ataques.

-Si crees que no causará problemas, entonces adelante, te seguiré y te agradezco por tu amabilidad.

-Bien, entonces vamos.

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