Dedos de gelatina.

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Como les decía, seguía un poco preocupada por la conversación con Dumbledore, chequé mi móvil mágico para ver si Tom había aceptado mis solicitudes de seguimiento en las redes sociales, pero no fue así.

Caminé por los pasillos del castillo buscándolo, estaba por rendirme hasta que escuché risas en un rincón, me acerqué para ver de quiénes eran, eran Tom, Draco, Blaise, Pansy y otra chica la cual no conocía aún. Me acerqué a ellos con timidez, me daba mucha vergüenza interrumpir en la conversación.

- Tom... - Dije en un tono bajo debido a mi timidez.

Todos voltearon a verme, vi la expresión de Tom, rápidamente cambió de las risas a la seriedad. Draco habló y dijo en voz alta para que todos pudieran escuchar:

- ¿Quién es ella, Riddle? ¿Otra admiradora? - Preguntó y al terminar todos rieron.

- Algo así. - Respondió Tom soltando una pequeña risa nerviosa mientras se acercaba a mí. Me tomó del brazo y me llevó a la otra esquina hablando en voz baja. - ¿Por qué me estás siguiendo? - Preguntó enojado.

- No has aceptado mis solicitudes de seguimiento, ¿qué sé supone que debo hacer? Tengo que decirte algo importante. - Dije frunciendo el ceño molesta por la humillante forma de referirse a mí con sus amigos.

- ¿Qué? - Preguntó con fastidio.

- Acabo de hablar con Dumbledore, tiene los ojos puestos en ti, me advirtió que podrías hacerme daño.

Él frunció el ceño.

- ¿Y tú qué le dijiste?

- Que si veía algo raro le advertiría de inmediato. - Él me miró esperando a que hablara más. - Obviamente no le voy a decir nada, te lo digo porque no llevo ni tres días completos aquí y ya notó que pasamos tiempo juntos. Te tiene muy vigilado.

Él suspiró.

- Sí, ese maldito viejo no me ha dejado en paz desde el verano que me quedé aquí. - Me miró. - Tienes que mantener una coartada, haz que su atención se vaya a otros estudiantes. Es una orden.

- ¿Cómo hago eso? - Pregunté esperando alguna indicación de su parte.

- ¿Eres tan estúpida que no puedes pensar en algo? - Preguntó con fastidio.

Yo suspiré aguantando las ganas de soltarle una bofetada. Si él no me dijo cómo hacerlo, entonces sería a mi manera...

- Bien. Y acepta mi solicitud. - Dije dándome la vuelta y alejándome de él.

Ya no volví a voltear, pero escuché risas, aguanté mis ganas de regresarles la humillación que me habían hecho sentir a todos ellos y seguí avanzando.
Las horas pasaron, se hizo de noche y me fui a dormir pensando en cómo desviaría la atención de Dumbledore.

A la mañana siguiente después de arreglarme fui al gran comedor, no fui con mis amigos porque quería llegar más temprano de lo normal para toparme a Tom. Cuando llegué lo vi sentado en la mesa Slytherin leyendo un libro y tomando café. Me acerqué y me senté a su lado, él me miró mal.

- Hola, quería hablar contigo. - Dije entusiasmada de verlo ya que hasta ese momento estábamos casi solos.

- ¿Sobre qué? - Preguntó con indiferencia.

- Ya sé qué haré, pero necesito saber si estás de acuerdo con...

Él me interrumpió.

- No me interesan tus métodos, siempre y cuando funcionen y no me involucren en lo más mínimo. Ya no me quites el tiempo. - Dijo sin mirarme a los ojos.

Yo me desilusioné ya que creía que eso nos acercaría más, pero no fue así. Suspiré y sin darme cuenta alguien más llegó y se puso detrás mío.

- ¿Qué hace esta sangre sucia sentada en nuestra mesa, Tom?

Volteé a ver quién era la persona que se refería así de mí, era Draco. Lo miré con desagrado, él me miró también.

- Lárgate de aquí, esta no es tu mesa. - Dijo con una cara de asco.

Yo volteé a ver a Tom molesta.

- ¿Vas a dejar que me hable así? - Esperé unos segundos su respuesta, pero me ignoró y siguió leyendo. - Bien.

Me levanté y salí del gran comedor, cuando me alejé escuché las risas de Draco. Había perdido el apetito del coraje, iba a dejar las cosas así, pero ya estaba lo suficientemente lejos de ellos, no podían verme, pero yo a ellos sí, aproveché que casi no había nadie salvo un chico un poco extraño de Hufflepuff. Miré a Draco levantando su taza de café y dije en mi mente "Dedos de gelatina", lo dije con la intención requerida para hacer el maleficio. Su café (que estaba hirviendo) se cayó en sus pantalones, gritó del dolor y ese sonido era música para mis oídos.

Realmente quería hacerle algo peor porque no me caía para nada bien, era grosero y muy creído, pero si lo hacía me dejaría en evidencia y algo que tuve que aprender a la mala fue a contener mi coraje porque si actuaba impulsivamente podría tener problemas mayores. A Tom le podía dejar pasar que me tratara así porque era mi S/O y quería conocerlo, pero a él no.

Me alejé con una sonrisa en mi rostro y caminé a mi sala común para recoger unas cosas que hacían falta para tomar mi primera clase. Era mi primer día oficial como estudiante de Hogwarts, así que quería que todo fuera perfecto y dejé ese mal rato pasar para empezar bien el día.

Tom Riddle en mi realidad deseada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora