Capitulo 26

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En la habitacion de la menor de las Gilbert se encontraba Elizabeth. Hace una semana habia salido del hospital, hace una semana Jeremy se habia ido, hace una semana ella no salia de su habitación. Hace una semana Lizzie no paraba de llorar.
¿Que le quedaba? Su bebe se habia ido, su gran amor la habia abandonado, su hermano se habia mudado. Su vida era un completo desastre.

La castaña observaba con sus manos temblorosas la imagen de su primera ecografia, con los ojos llenos de lagrimas, mientras varias de estas caian por sus mejillas. 
¿Por que tenia que pasar todo esto? 

—Lizzie—Se escucho una voz femenina detras de la puerta, para que luego la cabeza de Elena se asomara por esta, ganandose la mirada triste de su hermana—Te traje tus medicamentos.

Lizzie asintio mientras su hermana entraba con tres pastillas y un vaso de agua. Luego de recibir la peor noticia de su vida, los medicos le habian dado pastillas, demasiadas, y muy fuertes. Estas por suerte comenzaban a hacerle efecto, poco a poco, pero aun asi, no se sentia bien.

—¿Quieres ir a...?—Lizzie logra interrumpir a su hermana antes

—No, Elena. Ya puedes irte...

La doble suspira, rendida, habia intentado todo para hacer sentir mejor a su hermana, pero no podia hacerlo, no sabia que mas hacer. 

Mas tarde Bonnie estaba con Elena en el comedor de la casa Gilbert, buscando a la madre de Bonnie. Mientras que Lizzie solo lloraba en su habitacion, aferrada a una almohada, intentando hacer el menor ruido posible.
Luego llego Damon, con los datos reales de la madre de Bonnie.

—¿Como esta?—Elena nego sintiendo como sus ojos se cristalizaban

—No quiere ver a nadie, no quiere salir de su habitacion... No se que hacer Bonnie

—Es un proceso Elena... ella... su unico motivo para seguir luchando era su bebe, y ya no esta

—Vayan a buscar a mamá Bennett, yo me quedare con Lizzie—Elena comenzo a negar

—Damon, tu no...

—Ya vayanse—Fue lo ultimo que dijo el pelinegro antes de subir las escaleras de la casa, para ir rumbo a la habitación de la bruja.

—¿Quien?—Pregunto Lizzie, desde el baño de su habitacion

—Soy yo—Lizzie suspiro entrando a la ducha

—Pasa

Mientras la castaña se ubicaba bajo el agua sintiendo al agua caliente caer sobre ella, Damon observaba la habitación, la cual solia ser impecable, pero en ese momento era un desastre total, el vampiro suspiro, comenzando a ordenar un poco la habitación, mientras la bruja se bañaba.

Lizzie terminaba de cubrirse con la toalla mientras cepillaba su cabello humedo, mirandose en el espejo. Sus brazos llenos de marcas, sus ojos totalmente rojos e hinchados, sus labios partidos, sus claviculas igual de marcadas con sus brazos, junto con sus piernas y abdomen.

Se miraba al espejo y se odiaba, se habia convertido en lo que juro nunca ser. Estaba debil, triste, arruinada. Era absurdo.

—Deja de castigarte—Le pidio Damon desde la puerta del baño, observandola

—¿Como no hacerlo?—Suspiro la bruja dejando su peine de lado— Estoy rota, Damon. Todos me miran con lástima, perdi todo.

—No—Susurró el vampiro acercandose a ella y tomando su rostro entre sus manos—Escuchame bien, Pierce. A ti no te falta nada, y tu sabes muy bien que las cosas siempre pasan por algo, no te quedaras deprimiendote toda tu vida.

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