Aquella casa era hermosa, las luces y la decoracion la hacian ver aun mas bella. Ambas hermanas bajaron del auto de la mayor, acomodandose el cabello, y la falda de sus vestidos.
—Señorita Gilbert—Dijo Lizzie con una sonrisa mientras le extendia el brazo a su hermana
—Señorita Gilbert—Respondio riendo Elena, mientras entrelazaba su brazo con el de su hermana para adentrarse al gran salon de aquella casa.
Las puerta se abrieron, dandoles paso a ambas muchachas... La cuales atrajeron la mirada de muchos, pero sobre todas las cosas dos miradas se posaron sobre ellas... Mas bien, dos miradas se posaron sobre una castaña de pelo totalmente lacio, vestido color champagne y hermosa sonrisa.
Elizabeth observaba el salon con cabeza en alto, espalda recta y mirada deslumbrante... No era para nadie una sorpresa aquello, si algo caracterizaba a Elizabeth Gilbert era su elegancia y finura... El como, cada vez que llegaba a un lugar, atraia varios tipos de miradas, respetuosas, lujuriosas, envidiosas y un par de miradas embelezadas por tal belleza.Tanto Damon como Stefan fueron dos, de los tantos, embelezados por aquella bruja, quien de forma inconsiente separo ligeramente sus labios, para tomar aire por estos, mientras intentaba ignorar las inquietantes miradas que recibia. Sentia a su hermana aferrarse a su brazo, por lo que apoyo su mano, suavemente, sobre la de Elena, para trasmitirle calma.
—¿Que estas haciendo aqui?—Pregunto Lizzie, al sentir a Stefan a su lado, pero aun asi sin dirigirle ni siquiera una simple mirada
—Te pregunto lo mismo—Dijo Stefan, observando como la castaña, a pesar de hablarle parecia no darle importancia a su simple existencia, al menos no como antes lo hacia.
—Que sorpresa—Lizzie giro hacia el pelinegro que habia aparecido a su lado— Ustedes no deberian estar aqui
—Pues... Estamos—Lizzie se solto del brazo de su hermana, para mirar de forma ostil a ambos Salvatore—Y creanme... Ustedes estan muy lejos de ser el tipo de persona a las que le haria caso... O simplemente escuchara sus advertencias
Elena admiraba a su hermana, la cual hablaba de forma simple y contundente, como si Lizzie saboreara cada palabra que salia de su boca, con una ligera sonrisa sarcastica, sabiendo que su hermana era asi, Lizzie jamas dejo que alguien le diera ordenes, y menos lo haria ahora.
—Entonces... ¿Estan con nosotras... O se retiran?—Tanto Damon como Stefan se miraron el uno al otro, antes de que Stefan le extendiera su brazo a Lizzie
—Al parecer Elizabeth Pierce ha vuelto—Pronuncio Damon, mientras Elena entralazaba su brazo con el suyo.
—¿Desea bailar señorita Pierce?—Lizzie observo a Stefan, como si quisiera desifrar lo que pensaba, aunque le fuera imposible
—Realmente no...—Respondio la chica, antes de formar una sonrisa falsa, pero muy ligera—Pero... de donde yo vengo, una dama jamas deberia rechazar un baile
Stefan sonrio llevando a Lizze hacia la pista de baile, donde habia varias parejas, disfrutando de la suave musica melodica al ritmo de los violines y pianos.
Elizabeth sentia como si chispas brotaran en la union de su mano con la de el vampiro, como aquellos ojos verdes que tanto la habian enamorado buscaran algo en los suyos. Stefan no podia evitar buscar algun brillo en los ojos de Lizzie, ese brillo que ella solia tener en su presencia, en aquellos ojos cafe que tanto amaba, cafe que quitan el sueño... café que producen desvelos.—Si me permiten su atencion, por favor
Lizzie al escuchar se separo rapidamente de Stefan, rompiendo aquella burbuja en la que ella misma se habia metido. Sintiendo el frio correr por su cuerpo al perder el contacto con el. Sumergiendose en una incomoda situacion, pues Stefan habia odiado perder el contacto con aquella chica, pero sabia que... a pesar de que el se hipnotizara ante ella... Ella no volveria a ser la misma con el... No despues de todo el daño que le causo... Algo que sin duda, el tampoco podria perdonarse jamas.
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Phoenix
FanfictionStefan se habia ido, se habia entregado a Klaus para salvar a Damon. Lizzie no iba a aceptarlo, y menos Elena, quien tambien habia perdido a su novio. Tercer libro