Capítulo 1: Viernes

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Sergio mostró la sonrisa más grande y resplandeciente que pudo, sus mejillas se estiraron al punto de doler, trabajar en un McPato'os además de extenuante, se convertía en una muerte lenta; los pies se le llenaban de sangre por las horas seguidas de estar parado, sentía pequeñas agujas clavadas en los talones que le recordaban con insistencia que aún le faltaban dos horas para terminar su turno, él solo era un sencillo chico medio-pobre en su último año de la carrera, que necesitaba ahorrar para la graduación y la titulación.

Respiró profundamente, y regresó a su sonrisa de atención al cliente, ser cajero era uno de los trabajos más pesados, por lo menos sus compañeros del área de alimentos discutían entre ellos y estaban en movimiento constante, en cambio él debía de lidiar con clientes groseros, pedantes, que deseaban en 5 segundos su comida, pagaban el paquete más barato con un billete de $500, y todavía se molestaban si les pedía cambio, hacían de todo por terminar con su poca paciencia y vaya que le estaba costando controlarse para no aventarles la bandeja en la cara.

Una señora de unos treinta años, llegó a la caja con tres niños pequeños que gritaban y lloraban, tenía el cabello negro alborotado, se le notaba el fastidio y el mal día que había tenido, mientras pedía las tres cajitas felices, sus hijos chillaban que querían tal o cuál juguete, uno le jaló el cabello al más alto, el último se aferraba a la pierna de su madre pidiendo que lo cargara. Él intentó recitarle las promociones, pero con tanto ruido de los pequeños, lo tuvo que repetir dos veces más, al final pagó y terminó con su tortura, la vio irse al área de juegos, agradecida por librarse de esos diminutos demonios, observó como su cuerpo cayó exhausto en la silla, sintió lástima por la mujer y le deseó buena suerte mentalmente, porque al parecer iba batallar horres por mucho tiempo.

El siguiente cliente era el tipo de hombre que no recuerda lo que le encargó su esposa, de esos que no pueden hacer nada solos, hizo la llamada sin salirse de la fila, y lo tuvo que esperar cinco minutos más hasta que terminara de hablar, juró que si le tocaba otro de esos estaría un paso de gritarles, se contuvo para no voltear los ojos con molestia, pues cada que pasaba esto, sus pies se quejaban de dolor, indicándole que aún le faltaba bastante tiempo.

Después, cuando creía que cometería un acto violento, observó ese cabello rubio brillante acercarse, e inmediatamente sonrió complacido, como cada viernes apareció su acosador, el chico de piel pálida lo observaba con ojos anhelantes, llevaban tres meses jugando al gato y al ratón, Sergio era el gato, pues descaradamente le sonreía de forma atrevida y le guiñaba el ojo. Todo este tiempo habían creado una rutina que cumplían religiosamente y consistía en:


1. El acosador llegaba a la caja.

2. Se congelaba y lo observaba con esa mirada intensa de iris azul hielo, que al principio lo asustaba, pero ahora estaba acostumbrado al deseo que podía ver desbordándose en sus ojos, ese tipo le tenía unas ganas tremendas.

3. Él, siendo un chico ingenuo y puro le recitaba las promociones lentamente, con calma, siendo el más inocente del mundo, para al final sonreírle de esa forma atrevida que al rubio aturdía al instante, podía verlo casi babear.

4. Al no obtener respuesta, le preguntaba "¿qué desea ordenar?" Por segunda vez y ahora se acercaba más a la barra, para bajar el tono de su voz a uno más sensual.

5. El chico reaccionaba como poseído, las mejillas se encendían de un rojo bochornoso hasta la nuca, recordaba dónde estaba y pedía con una voz débil, fingiendo que era más grave, una hamburguesa Cuarto de Libra con 10 Mccnuggets y un refresco mediano.

6. Le decía que podía "agrandar" su refresco por tal cantidad de forma sugerente, y él acosador aceptaba nervioso.

7. Si tenía ganas de jugar más, le insistía en que comprara "Una cajita feliz por el juguete que obtendría", y claro, lo compraba complacido y sin quejarse. (una vez compró otros dos paquetes, solo porque él se lo dijo mientras le coqueteaba con los ojos, después se sintió culpable por hacerlo gastar más dinero.)

8. Pagaba con tarjeta, y justo cuando sus dedos se tocaban al darle su comida, el chico palpaba su oreja con un tic nervioso muy adorable.


Al principio era divertido, le complacía como el acosador reaccionaba a sus gestos, a cualquier cambio, era un cachorro viendo a su amo, le gustaba este juego de un gatito como él, cazando a este león calenturiento y misterioso, sin embargo, ya llevaban tres meses así, y este hombre no se animaba a decirle nada más, todo el dinero que había gastado en Nuggets de pollo y hamburguesas, bien lo pudieron invertir en dos citas y hasta en una noche de antro, era hora que se decidiera y se atreviera a hacer algo más, se estaba impacientando.

Como todos los viernes ya habían repetido los pasos anteriores, sin embargo, algo fuera de la rutina sucedió, el chico después de recibir su comida se quedó tieso frente a él, los clientes comenzaron a mirarlos enojados porque no se movían, Sergio le sonrió de forma amenazadora para que reaccionara, pero el rubio lo malinterpretó y su piel se tornó roja de vergüenza, bajó la mirada apenado:

-¿ Te puedo ayudar en algo más? – mencionó queriendo que se apurara y moviera el trasero, si seguía ahí, la fila se haría más larga y él tendría que lidiar con eso.

– Yo, eehh, tú... quisieras, vernos para, ya sabes, co, co... eh. – la voz el acosador salió con dificultad de su garganta, le divirtió cómo el tono de su voz fluyó tormentosamente, parecía que moriría si continuaba, se apiadó de él con ternura.

–Salgo en dos horas, te veo en el callejón de atrás del edificio, si no estás preparado y limpio me largo al instante. – le susurró mientras ligeramente lo empujaba con los dedos para que se apurara y pasara el siguiente cliente, el rubio se dejó mover y con la quijada tensa salió disparado por la puerta principal aplastando la comida en sus manos, no podría decir si estaba enojado o feliz.

Bien, hacía unos segundos acababa de aceptar tener sexo con su acosador, sin importarle que fuese un completo desconocido, ¿por qué no?, le contaría a Carlos, su mejor amigo, para que lo regañara y actuara de mamá, y así sentir que ya había pagado por su pecado, además estaba seguro que si pasaba algo, su amigo vendría corriendo a buscarlo, le daría su ubicación como medida de seguridad. Debía aprovechar esta oportunidad que se le presentó de disfrutar de la vida, pues no estaba seguro de volver a tenerla, entre su trabajo aniquilador y la universidad, hacía mucho tiempo que no se divertía, no podía ni dormir 6 horas seguidas, porque su existencia se traducía en ir al servicio, después a su trabajo de medio tiempo y a veces a la universidad, por favor, solo era un chico de 25 años desesperado por "hacer el amor". Finalmente continuó su trabajo rezando porque el rubio no fuera un estúpido, alguien peligroso o un posible fuckboy pésimo en el sexo, y esto causara que terminara arrepintiéndose de su decisión.

Olvidó decirle a su acosador que Sergio Pérez tenía "ciertas preferencias" que no todos aceptaban bien, lo pondría a prueba en unas horas.

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Hello TwT beautiful people-~~~~, es algo corto este cap, pero en el siguiente viene lo mejor lo juro 🔥🔥🔥, no desesperen:

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Hay una escena en el anime de Sakamoto Desu Ga (soy otaku old, no me juzguen) de un restaurante de comida rápida y se me ocurrió esto, jajajajaja.


Debo obligarme a dormir, mañana entro al trabajo a las 7, ciaoooooo.

Cajita Feliz | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora