El Creador De Las Cosas Muertas

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El Coleccionista iba derribando cada obstáculo que su presa le colocaba en el camino, en verdad aquello empezaba a impacientarlo ya que en esta ocasión no tenía a su codiciada presa en frente suyo.

Las mismas esculturas proyectaban cobraban vida y movimiento estando dispuestas a atacarlo y devorarle su energía vital.

En un determinado momento el extraño decidió conjurar la esfera que mantenía aprisionado al Resplandor Verde, su brillo era sorprendente en verdad por más que se encuentre encerrada en la esfera negra transparente.

Desde su interior le llegaban los gritos del Maestro del Ilusionismo en un patético intento por recuperar su libertad. Ignorando aquello utilizó sus habilidades para crear una poderosa ilusión que contrarrestara a esas odiosas sombras.

En menos de diez minutos las sombras que el amo de la creación manipulaba habían desaparecido debido al increíble poder del Resplandor Verde, aquella fascinante Esmeralda.

- El Maestro del Ilusionismo siempre fue alguien muy poderoso - dijo el Amo de la Creación corporizándose frente suyo - Creí que alardeabas cuando dijiste que lo habías capturado jamás pensé que hablaras en serio... ¿cómo fue que lo atrapaste?

- Fui mucho más astuto que él - contestó el coleccionista.
- ¿Qué buscas?
- Tu Resplandor
- ¿Por qué?
- Porque soy un Coleccionista.

El Amo de La Creación lo miró meditando aquello unos instantes, aunque ese extraño no lo dijera era alguien muy especial...no se habría adentrado a la empresa de coleccionar los Resplandores por gusto propio...algo había de por medio, algo que lo inquietaba o forzaba a hacerlo pero era en extremo reservado y conjuro una coraza a su alrededor para no ser contemplado en su más intima esencia... ¿por qué?

- ¿Qué harás con los resplandores que posees? - preguntó siguiéndole el juego
- Eso a ti no te incumbe - contestó algo molesto el coleccionista y esta vez fue el Creador de las Cosas Muertas quien sonrió, ya que había conseguido extraerle de su acorazado interior una pisca de emoción, aunque fue solo un breve instante...para él fue suficiente.

El enfrentamiento entre ambos prosiguió sin tregua alguna pero la victoria empezaba a acercársele al extraño inevitablemente. El Amo de la Creación se supo derrotado antes de recibir el golpe final de su rival y sonriendo se detuvo. Se contemplaron brevemente hasta que el silencio fue roto.

- Está bien Coleccionista, he perdido...lo reconosco - extendió sus brazos hacia ambos costados - Llévate mi Resplandor, pero antes dime quién eres realmente.

- Ese no era el trato - contestó con serenidad - Pero te prometo que no dejaré que nadie toque tu Resplandor, será solo mío

- ¿No caeré en las manos de....ellos? - preguntó con temor el Amo De La Creación
- No, te lo prometo
- No eres quien aparentas ser - dijo el Señor de las Cosas Muertas - En nuestro enfrentamiento pude verte de verdad.

El extraño extrajo el Resplandor Azul del pecho del joven quien no dejo de sonreír. Cuando el Zafiro quedó expuesto frente suyo flotado en el aire frente al Amo del la Creación este murmuró:

- Hasta el siguiente encuentro... - diciendo esto la vida desapareció del cuerpo del joven que cayó al suelo al instante.

El extraño envolvió la joya con su esfera negra transparente y la sostuvo en su mano derecha. El Amo de la Creación fue mucho más perspicaz que el Maestro del Ilusionismo y el Amo del Juego. Bastante inteligente y muy observador, su Resplandor lanzaba destellos azules y el coleccionista sonrió con gran placer.

La ciudad de las sombras empezó a apagarse ya que su creador había desaparecido. Al instante el polvo y las telas de arañas fueron envolviendo a cada escultura y rincón de aquel majestuoso lugar.

Ante los ojos del extraño todo empezó a desvanecerse hasta quedar polvo y escombros. La esfera que encerraba al Resplandor Azul desapareció, el extraño colocó sus manos en los bolsillos y con su acostumbrado andar sereno se alejó de allí con una gran satisfacción tras haber cumplido su objetivo.

 La esfera que encerraba al Resplandor Azul desapareció, el extraño colocó sus manos en los bolsillos y con su acostumbrado andar sereno  se alejó de allí con una gran satisfacción tras haber cumplido su objetivo

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