Todo el pueblo era una farsa, todo lo que en él se encontraba era falso hasta las personas, los animales, incluso los árboles y las flores. Aunque sus formas eran tan perfectas que parecían reales hasta que se las veía de cerca.
Una pequeña civilización de mentira, las calles adornadas con árboles y faroles, las casas cuyas fachadas tenían las más diversas formas y los más variados colores brillaban bajo la luz del sol.
Las flores que adornaban los jardines de entrada a esos lugares poseían diversas tonalidades y tamaños. En cada vereda se alzaba un árbol cuyas flores eran únicas y especiales ya que poseían colores novedosos que cambiaban y variaban según la luz solar y lunar.
Estatuas de perros y gatos estaban ubicadas por doquier y adoptando las más variadas poses, esculturas de personas, mujeres y niños junto a hombres jóvenes y ancianos también podían verse por todas partes.
Algunas desde la ventana de alguna casa otras estaban en los jardines, niños que captaban el movimiento al jugar con pelotas y risas alegres inmóviles, mujeres que parecían estar paseando mientras conversaban entre ella otras que contemplaban a los niños, hombres en el interior de autos estacionados, jóvenes abrazando a doncellas tiernamente, ancianos sentados algunos en sillas de los jardines mientras tejen, otros regando las plantas, otros saludándose mutuamente. Todo parecía haber sido inmovilizado en plena acción en algún momento determinado.
El extraño caminaba por las calles de aquella ciudad falsa con su acostumbrada serenidad habitual en su persona, las manos en los bolsillos de la oscura túnica negra y roja y su eterna capucha cubriéndole el rostro. Los ecos de sus pasos retumbaban en el lugar constantes y huecos. Pero en esta ocasión contemplaba con sus ojos dorados a las esculturas tan perfectas que tenían a su alrededor. No había dudas, al fin había llegado a la morada del Amo de la Creación. Aquel paisaje y su magnífico espectáculo eran la prueba misma de ello.
El Creador de las Cosas Muertas se refugiaba allí pero no podría ocultarse por mucho tiempo y pronto caerá en sus garras. Nadie podría resistir su inmenso poder y esta presa no sería la excepción.
— Eres muy valiente al adentrarte en la Ciudad de Las Sombras sin mi permiso – la voz del Amo de la Creación retumbó en el lugar envolviéndolo todo – Valiente o…inconsciente – el extraño se detuvo pero en sus labios se dibujó una sonrisa placentera - ¿Te diviertes extraño? Pronto sabrás que la diversión en este lugar puede resultar letal
— No esperaba menos del Amo De La Creación en verdad – contestó sereno – Veo que estaba en lo correcto al pensar que serías una auténtico trofeo
— ¿Trofeo?— Vine por ti Amo De La Creación
— ¿Por mí? – contestó el joven con tono divertido
—Más bien por tu Resplandor—Vaya, eres muy osado…extraño - dijo el Amo De La Creación – Pero lamento informarte que eso jamás lo podrás lograr.
— Lo mismo dijeron el Amo del juego y el Maestro del Ilusionismo y sin embargo pude hacerme con sus Resplandores
—¿Quién eres tú? La voz del joven retumbo como eco por todo el lugar
— Un ColeccionistaEl extraño empezó a rastrear el paradero del joven con el poder de su mente pero le resultaba en verdad difícil dar con él. Era bueno escondiéndose, su sonrisa se intensificó más aún. Le fascinaban los retos.
— Vete de mi ciudad antes de que me enoje en serio.
—Lo haré en cuanto obtenga lo que vine a buscar.
—Nunca tendrás mi Resplandor.
—¿Es un desafío?
—Tómalo como quieras— Acepto – la satisfacción invadía los poros de su piel ya que había logrado hacerle perder el control como a los otros dos, tenía la mitad de la batalla asegurada e inclinada a su favor - ¿Empezamos?
— Te mataré y formarás parte de mi mundo, La Ciudad De Las Sombras, donde yo soy el Amo De Las Cosas Muertas
— Y si yo te derroto a ti me llevaré tu Resplandor y eso no lo podrás evitar
El desafío estaba hecho, ambos se enfrentarían cara a cara ya que el premio era en extremo seductor para ambos participantes.
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El Coleccionista
FantasyUn misterioso Coleccionista ataca a las personas en busca de sus resplandores. En el proceso descubre nuevos e interesantes mundos.