Capítulo 32: mis días sin ti

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Los días pasaron lentamente para Juliana, cada uno marcado por el eco de la conversación en la plaza. Se sentía perdida en un mar de emociones tumultuosas, incapaz de encontrar una salida clara. A pesar de su dolor, intentaba mantenerse ocupada, sumergiéndose en sus estudios y en sus pasatiempos para distraer su mente de los recuerdos dolorosos.
Sin embargo, cada rincón de su vida parecía estar impregnado del recuerdo de Valentina. Cada calle, cada canción, cada objeto cotidiano le recordaba a la persona que había amado y perdido. Se aferraba a la esperanza de que algún día, de alguna manera, encontrarían el camino de vuelta el uno al otro, pero sabía que esa esperanza era frágil y fugaz.
Una tarde, mientras caminaba por el parque cercano a su casa, se encontró con un banco solitario bajo la sombra de un viejo árbol. Se sentó con un suspiro, dejando que el silencio del lugar la envolviera. Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de encontrar algo de calma en medio de la tormenta que azotaba su corazón.
Y en el medio de su silencio y tranquilidad, agarró la guitarra y se puso a cantar una canción:

Mis días sin ti son tan oscuros
Tan largos, tan grises, mis días sin ti
Mis días sin ti son tan absurdos
Tan agrios, tan duros, mis días sin ti
Mis días sin ti no tienen noches
Si alguna aparece, es inútil dormir
Mis días sin ti son un derroche
Las horas no tienen principio ni fin

En medio de su canto, escuchó una voz conocida que la llamaba desde la distancia. Abrió los ojos y vio a Tessa acercándose, con una sonrisa cálida en el rostro.
—Hola, Juls. ¿Cómo estás? —preguntó Tessa, sentándose a su lado en el banco.
—Hola, Tess. Supongo que estoy bien, considerando las circunstancias —respondió Juliana con un suspiro.
—Sé que ha sido difícil para ti últimamente. Estoy aquí si necesitas hablar de algo —dijo la prima de Val, colocando una mano reconfortante en el hombro de Juliana.
—Gracias, Tess. Significa mucho para mí tener tu apoyo —respondió Juliana, sintiendo un nudo en la garganta.
Durante un momento, ambas se sumieron en un silencio cómodo, dejando que sus pensamientos fluyeran libremente en el aire tranquilo del parque. Juliana sabía que Tessa estaba allí para ella, dispuesta a escuchar y acompañarla en su dolor.
—¿Qué tal si damos un paseo por el parque? —propuso la chica después de un rato, levantándose del banco.
—Me parece una buena idea —respondió Juliana, dejándose llevar por el impulso de su amiga.
Caminaron juntas por los senderos serpenteantes del parque, disfrutando del sol suave de la tarde y del aire fresco que les acariciaba el rostro. Con cada paso, Juliana sentía un poco de alivio, como si el peso de su corazón se aligerara gradualmente.
—¿Has pensado en lo que vas a hacer ahora? —preguntó Tessa, rompiendo el silencio mientras caminaban.
—No lo sé. Todo parece tan incierto en este momento. No puedo dejar de pensar en Valentina y en lo que solíamos tener juntas —respondió Juliana, sintiendo un nudo en el estómago.
— Mira, yo sé que ella es mi prima y debería apoyarla y entenderla, pero en esta ocasión estoy de tu lado. Valentina se está equivocando mucho al dejarte y sus razones no son justificadas. Yo creo que ella tiene miedo. Miedo a mostrarse publicamente teniendo un romance con una mujer, miedo a la reacción de toda su familia, miedo a decepcionar a su padre, a no cumplir con sus expectativas, miedo a que todo salga mal. Pero esas no son razones para dejar ese amor tan lindo que tienen. Nunca vi una pareja que se amara tanto como ustedes. Sus miradas, sonrisas, gestos, decían mucho más
Juliana asintió con tristeza ante las palabras de Tessa. Sabía que tenía razón en muchos aspectos, pero aún así, el dolor de haber sido dejada por Valentina seguía presente en su corazón.
—Entiendo lo que dices, Tess. Y aprecio mucho tu apoyo. Pero no puedo obligar a Valentina a enfrentar sus miedos si ella misma no está lista para hacerlo. Creo que lo mejor en este momento es darle espacio y tiempo, aunque eso signifique que nuestro amor tenga que esperar o incluso desaparecer —respondió Juliana con pesar en su voz.
Tessa le lanzó una mirada comprensiva y apretó suavemente la mano de Juliana.
—Lo entiendo, Juls. Pero recuerda que el amor verdadero es paciente y resistente. Tal vez esta sea una prueba difícil, pero si realmente están destinadas la una para la otra, encontrarán la manera de superar todos los obstáculos juntas. No pierdas la esperanza —dijo Tessa con un tono alentador.
— ¡Muchas gracias por tu apoyo y por tus palabras! De verdad las necesitaba. — respondió Juli con gratitud en su rostro.
— No hay de que, Juls. Somos amigas y para eso estamos. Cuenta conmigo para lo que necesites. — respondió Tessa dándole un fuerte y reconfortante abrazo. Luego las chicas se despidieron y cada una siguió su camino. Juliana se quedó sentada en el banco de la plaza, cerró los ojos y se le vinieron a la cabeza todos los momentos que había pasado con Valentina en ese lugar. Y en todos los lugares donde vivieron su romance. En su mente seguía sonando la canción de fondo:

Pateando las piedras, aún sigo esperando que vuelvas conmigo
Aún sigo buscando en las caras de ancianos pedazos de niño
Cazando motivos que me hagan creer que aún me encuentro con vida
Mordiendo mis uñas, ahogándome en llanto, extrañándote tanto

Mis días sin ti
Mis días sin ti
Mis días sin ti
Cómo duelen los días sin ti

***

Te recomiendo escuchar la canción que puse en la descripción del capítulo, para mayor entendimiento de la historia

Caminos cruzados - JULIANTINA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora