Capitulo 33: desolación

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Las cosas tampoco fueron fáciles para Valentina, a pesar de que la decisión fue suya. Durante dos semanas estuvo llorando todo el tiempo,extrañando todo el tiempo a Juliana y recordando todos los momentos que pasaron juntas. Escuchaba canciones tristes, veía películas románticas y comía kilos de helado mientras lloraba. Ya no tenía más paquetes de pañuelos para gastar,
— Hija, voy a hacer la cena ¿quieres algo en particular? — le preguntó León desde la cocina, mientras Valentina veía Titanic por enésima vez en la semana y lloraba.
— No, pa. Gracias.
— ¿No quieres que te prepare tu comida favorita? eso te animará.
— No quiero nada, papá. Te agradezco pero no tengo hambre.
— Hija, hace días que no estás comiendo nada. Apenas comes un bocado en todo el día. No me gusta verte así.
— Estoy bien, pa. Te lo aseguro. — dijo ella con una falsa sonrisa, fingiendo sentirse bien. Todos el tiempo trataba de aparentar estar a gusto por su decisión, de haber hecho lo correcto, pero en verdad se estaba muriendo por dentro. Juliana era el amor de su vida y la había perdido justo en el mejor momento, cuando ambas estaban completamente enamoradas de la otra.
León tampoco se sentía bien al ver a su hija así. Sabía que había cortado con Juliana por su causa y que ese era el motivo de su angustia. De algún modo se sentía culpable por tener esa responsabilidad. Él nunca estuvo de acuerdo con las parejas del mismo sexo y en ese sentido era muy conservador y cerrado, pero amaba a su hija con todo su corazón y ese amor incondicional hacia ella lo hacía aceptarla por cómo era. Ahora, verla sufrir de esa manera le partía el corazón.
Se sentía culpable por su propia intolerancia. ¿Había contribuido su actitud conservadora a que Valentina se sintiera avergonzada de su amor por Juliana? Se reprochaba no haber sido más comprensivo desde el principio, no haberse esforzado lo suficiente para entenderla y apoyarla en todas sus decisiones, incluida su relación con Juliana. En lo más profundo de su ser, León sabía que lo único que deseaba era la felicidad de su hija. No importaba quién fuera su pareja, siempre y cuando la hiciera feliz. Pero ahora veía claramente que su falta de apoyo y comprensión habían contribuido a la situación en la que se encontraba Valentina.
Así que, sin decir nada, tomó una decisión. Salió por la puerta y fue a buscar a la plaza donde frecuentaba Valentina. León divisó a Juliana sentada en un banco, con la mirada perdida en el horizonte. Se acercó con paso lento pero decidido, sintiendo un nudo en la garganta ante la perspectiva de hablar con la ex novia de su hija. Juliana levantó la mirada al escuchar sus pasos, mostrando sorpresa al ver a León acercándose.
—Hola, Juliana —saludó León con voz calmada pero cargada de emotividad.
Juliana lo miró con cautela, sin saber muy bien qué esperar de aquel encuentro.
—Hola, señor León —respondió ella, devolviendo el saludo con educación pero con una evidente tensión en su voz.
León se sentó en el banco, tratando de encontrar las palabras adecuadas para abordar la situación delicada que los unía.
—Juliana, sé que no es fácil para ti encontrarte conmigo aquí, pero necesito hablar contigo —comenzó él, buscando el contacto visual con ella para transmitirle sinceridad en sus palabras. — Sé que Valentina está sufriendo mucho desde que ustedes dos terminaron. Y no puedo evitar sentirme responsable por ello —confesó León, sintiendo un peso en el pecho al reconocer su propia culpa en la situación.
Juliana lo miró con sorpresa, sin esperar aquellas palabras de parte del padre de su ex novia.
—No creo que usted tenga la culpa, señor. Las cosas simplemente no funcionaron entre Valentina y yo —respondió con sinceridad, tratando de quitar importancia a la responsabilidad que él sentía.
León negó con la cabeza, sintiendo la necesidad de hacerle entender su punto de vista.
—Tal vez no lo veas así, pero sé que mi actitud conservadora influyó en la forma en que Valentina se sintió respecto a su relación contigo. Y eso me duele profundamente —confesó, dejando al descubierto sus propias dudas y arrepentimientos.
Juliana lo escuchaba con atención, sorprendida por la honestidad y la vulnerabilidad que él mostraba en ese momento.
—Señor, yo... nunca quise causarle problemas a Valentina ni a usted. Solo quería hacerla feliz —expresó la joven, con la voz ligeramente quebrada por la emoción.
León asintió con comprensión, sintiendo un nudo en la garganta al ver el sufrimiento de Juliana.
—Lo sé y  estoy agradecido por eso. Pero creo que ha llegado el momento de hacer las cosas bien. No puedo seguir permitiendo que mi propia intolerancia afecte la felicidad de mi hija —declaró León con determinación, decidido a enmendar sus errores y apoyar a Valentina en todo momento.
Juliana lo miró con gratitud, sintiendo un peso salir de sus hombros al escuchar aquellas palabras.
—Gracias, señor. Significa mucho para mí que esté dispuesto a hacer las paces —agradeció ella, con una leve sonrisa en los labios.
— Gracias a tí por escucharme. Y no te olvides que Valentina te ama. Ella también está sufriendo.

***
Hello! Ya falta muy poquito para terminar esta historia, así que subiré capítulos más seguidos. Estamos a nada del final!

Caminos cruzados - JULIANTINA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora