Capitulo 34: tal vez debería verte

107 19 0
                                    

A pesar de que Valentina extrañaba a Juliana y sufría por su ruptura, aún no se animaba a verla de nuevo. Ella fue la que tomó la decisión de dejarla y lo hizo por su bien y por el de su padre. Pero lo cierto es que no era feliz y sus días se estaban convirtiendo en una agonía.
Y lo peor es que pensaba que Juliana la odiaba. La última vez que hablaron todo terminó mal entre ellas. Valentina se encontraba en un estado de constante conflicto interno. Por un lado, su amor seguía latente, y por el otro, la preocupación por el bienestar de su padre seguía pesando sobre ella como una losa. Cada día que pasaba sin la presencia de Juliana era una batalla perdida en su lucha interna.
Valentina se encontraba atrapada en un torbellino de emociones contradictorias. Por un lado, el peso de la culpa y la tristeza por haber herido a Juliana la abrumaban constantemente. Por otro lado, el miedo a enfrentarla nuevamente y el dolor de pensar que había perdido su amor para siempre la paralizaban. Los días se volvían cada vez más difíciles de sobrellevar. La ausencia de Juliana era como un vacío en su vida que no conseguía llenar con nada más. Aunque intentaba distraerse con el trabajo y las actividades cotidianas, su mente siempre regresaba a los recuerdos de los momentos felices que compartieron juntas.
— Hija, necesitamos hablar muy seriamente. — le dijo León una mañana.
— ¿Qué pasó, papá? no me asustes. ¿Te pasó algo?
— No, tranquila, yo estoy bien. Pero veo que tú no lo estás. Ahora siéntate y quiero que charlemos.
Valentina se sentó frente a su padre, con el corazón latiendo con fuerza, preguntándose qué tendría para decirle. León la miró con preocupación, notando el peso que llevaba en sus hombros. Respiró hondo antes de hablar.
— Hija, sé que las cosas no han sido fáciles para ti últimamente. Puedo verlo en tus ojos y en cómo te comportas. ¿Quieres contarme qué está pasando?
Ella se sintió un poco abrumada por la pregunta directa de su padre. Sabía que no podía ocultarle la verdad por más tiempo, pero también temía cómo podría reaccionar él.
— Papá, lo siento mucho. Sé que te he preocupado, pero... es complicado.
— Valentina, no importa lo complicado que sea, siempre estaré aquí para ti. ¿Recuerdas lo que te prometí cuando eras pequeña?
Val asintió con la cabeza, recordando las palabras de su padre sobre estar siempre a su lado, pase lo que pase.
— Sé que no he sido el mejor padre y que nuestras diferencias han sido grandes, pero te amo más de lo que puedo expresar. Y ver cómo estás sufriendo me parte el corazón.
Valentina miró a su padre con sorpresa. No esperaba este tipo de confesión de él, especialmente no en relación con su situación con Juliana.
— Papá, ¿de qué quieres hablar? —preguntó, sin poder ocultar su nerviosismo.
León tomó una respiración profunda antes de continuar.
— He estado pensando mucho en ti últimamente. En cómo has estado desde que dejaste a Juliana. Y aunque sé que nuestras opiniones sobre ciertas cosas difieren, no puedo ignorar tu infelicidad. Y, aunque me cuesta admitirlo, también he estado pensando en Juliana. Incluso ayer hablé con ella.
Al escuchar la última parte, Valentina abrió la boca de par en par. ¿Acaso su papá y Juliana se vieron a solas y hablaron?
— ¿Cómo? ¿Tú y Juliana hablaron? ¿En qué momento?
— Ayer fui al parque, a donde tú siempre sueles ir. Y ahí la vi a ella, sola y con la mirada triste. Tocaba la guitarra y desprendía notas de melancolía. Me partió el corazón verla así, entonces decidí hablar con ella. Y tuvimos una charla muy sincera, donde me habló sobre sus sentimientos. Esa chica está muy triste, Vale, y puedo sentir en sus gestos que aún te ama. Tessa también habló con ella y me dijo lo mismo.
— ¿Tessa habló con Juliana? — preguntó Valentina abriendo más la boca. Cada palabra que decía su padre la sorprendía más y más. No se imaginó nunca que León, un hombre tan recto, conservador y distante, hubiera tenido una conversación tan profunda con Juliana. Y mucho menos que Tess, su querida prima, estuviera involucrada en ello.
— Sí, Tessa también sintió la necesidad de hablar con ella. Parece que ambas están preocupadas por ti, Valentina. Y escuchar a Juliana hablar sobre ti... Bueno, me hizo ver las cosas desde otra perspectiva. Me hizo pensar en lo que realmente importa: tu felicidad.
La joven estaba sin palabras. La revelación de su padre la dejó atónita y con una mezcla de emociones que no sabía cómo procesar. Por un lado, estaba sorprendida por la cercanía que su padre había desarrollado con Juliana, algo que nunca habría imaginado. Por otro lado, sentir que ella aún la amaba la llenaba de esperanza, pero al mismo tiempo, la llenaba de culpa por haberla dejado.
— Papá, no sé qué decir. —finalmente logró articular Valentina, con la voz entrecortada por la emoción—. No sabía que habías hablado con Juliana. Y no sé qué pensar sobre todo esto.
León se acercó a su hija y le tomó las manos con ternura.
— Hija, sé que tomaste la decisión de dejar a Juliana por razones que consideraste válidas en su momento. Pero también veo que estás sufriendo mucho por ello. No puedo decirte qué hacer, pero quiero que sepas que siempre estaré aquí para apoyarte, pase lo que pase.
Valentina sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras reconfortantes de su padre. A pesar de sus diferencias y de los conflictos que habían tenido, en ese momento se sintió más unida que nunca a él.
— Gracias, papá. —dijo, dejando escapar unas lágrimas que habían estado conteniendo durante demasiado tiempo—. No sé qué haré, pero agradezco tener tu apoyo. — ambos se unieron en un fuerte abrazo, dejando atrás todos los momentos malos que habían pasado.
Después de días de reflexión y una incesante lucha interna, Valentina finalmente se armó de valor y decidió que era el momento de actuar. Tomó su abrigo y las llaves de su auto, sintiendo el latido acelerado de su corazón mientras se dirigía hacia la casa de Juliana. Cada paso que daba estaba lleno de incertidumbre y anhelo, pero también de una determinación férrea de recuperar lo que había perdido.
Cuando llegó frente a la puerta de la casa de Juliana, su corazón latía tan fuerte que casi podía sentirlo en sus oídos. Inhaló profundamente, tratando de calmarse, y luego tocó el timbre con manos temblorosas. Los segundos que siguieron se sintieron como una eternidad, pero finalmente la puerta se abrió, revelando a Juliana parada frente a ella, con una expresión de sorpresa y cautela en su rostro.
—¿Valentina? —murmuró Juliana, apenas capaz de articular su nombre.

*****
ATENCIÓN: este es el PENÚLTIMO capitulo

Caminos cruzados - JULIANTINA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora