POR QUE TODO TU ME PERTENECE (TODO)

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Porque todo tú me pertenece (todo)
sadmartin
Summary:
Una fría noche de invierno en la que Martín y Andrés se dedican a hacer negocios con parientes de la familia.

O

Andrés se vuelve un desquiciado cuando ve algo que no le agrada.

Notes:
¡Hola gente! Espero que anden muy bien, acá les dejo mi primer obra que nació en mi cabeza mientras hablaba por teléfono con una amiga. Este es mi primer fic así que espero que les guste mucho, sus comentarios, críticas y kudos son bienvenidos! Así que ahora si sin mas, al lío.

Work Text:
Martin amaba el frío, en verdad lo hacía, pero esa noche fue demasiado. Casi podía sentir como en sus largas pestañas se iban juntando pequeñas escarchas de hielo. Bajó del coche conducido por Andrés quien lucía resplandeciente en su largo tapado negro, entero e imperturbable a pesar del crudo frío madrileño. Poderoso.

Mientras que Martín era una pequeña gelatina que no paraba de temblar. Martin amaba el invierno pero ese año las noches eran un torbellino helado que no dejaba ni una sola entraña de su cuerpo sin congelar. Andrés observa a su esposo con una enorme sonrisa viendo como el rosado teñía sus mejillas resaltando sus enormes ojos azules, hasta su nariz se veía coloreada debido al frío. Se veía deliciosamente tierno.

—Sera mejor que entremos Palermo, antes de que tu termines congelado o devorado por mí— su voz tornándose en un bajo y grave susurro contra la oreja del argentino, mientras se aferraba a su cintura.

Martín soltó una pequeña carcajada al escuchar su nombre en clave y suspiro, deseando profundamente estar siendo devorado por su marido en lugar de planear un atraco con su hijo, el cual ni siquiera el mismísimo Andrés conoce del todo. Martín recuerda haberlo visto en alguna foto cuando el niño era solo un crío, pero hoy en día era un adulto de unos veintisiete años tal vez. Supone que algo habrá cambiado.

Se dejó guiar por Andrés hacia una mesa al final del increíblemente caro hotel que reservo. A su lado un enorme ventanal les obsequiaba una vista del Palacio Real. Debido a la guerra de nubes que se desato en el cielo Martín pensó que esa noche tal vez llovería y, por alguna razón desconocida, él también pensó que aquella velada no acabaría bien.

Y no se equivocaba.

—Pero que frío que hace, la puta madre— el ojiazul se retiró su abrigo verde oscuro dejando ver una camisa negra de manga larga ceñida al cuerpo, a juego con unos ajustados jeans del mismo color los cuales acentuaban sus fornidas piernas y apretaban su redondo trasero.

—Cariño, sé que fui yo el que insistió en comprarte ese pantalón, ¿pero de verdad era necesario usarlo en la cena con Rafael?— no mentía si decía que con tan solo verlo ya estaba cerca de tener una erección y definitivamente no quería que sucediera eso frente su hijo.

—Mi amor, necesitaba estar lindo y presentable para conocer a tu descendencia quien es prácticamente mi hijastro en cierto modo —sonrió Martín. —Así que te lo ruego por lo que más ames en el universo, o sea yo, elegí por mí un vino tinto mientras voy al baño. Andrés se rio con lo último, lo cual es una gigantesca verdad, mientras miraba como Martin se dirigía hacia el sector de los baños.

Estaba tan indescriptiblemente enamorado de Martín que no podía creer lo ciego que había sido durante una década, ya no concebía la idea de mirar a su esposo sin desarmarlo a besos. No más, porque ya había reclamado lo que desde sus inicios siempre fue suyo. Y lo había reclamado tanto en la intimidad como en el altar. Su ingeniero, su Martín. 

—Buenas noches, papá.

Andrés levanto la vista sobresaltado y se encontró con la azulada mirada de su hijo, estuvo tan inmerso es sus pensamientos que no reparo en el momento en que Rafael ya se hallaba parado frente a su mesa, luciendo nervioso.

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