Capitulo 11

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Harry iba silbando mientras caminaban sin ninguna prisa en dirección a la casa, observando de forma furtiva a Louis cuando éste no miraba. Sin duda era también un omega verdaderamente atractivo. No entendía por qué siempre le sorprendía esto, pero era así. Cada vez que la recordaba, su imagen no estaba a la altura de la realidad cautivadora de su rostro. Siempre estaba en movimiento, siempre sonriendo, frunciendo el ceño o los labios. Nunca conseguía mantener la expresión plácida y serena a la que debían aspirar los omegas jóvenes.

Harry había caído en la misma trampa que el resto de la sociedad: pensar en Louis sólo en función de su hermano pequeño. Y Zayn tenía una belleza tan asombrosa y sorprendente, tan prodigiosa, que cualquiera que se encontrara cerca de el omega no podía evitar quedarse en segundo plano. Era difícil, admitió Harry, mirar a otra persona cuando Zayn estaba presente.

Y no obstante...

Frunció el ceño. Y no obstante, en la práctica no había dedicado ni un vistazo a Zayn durante toda la partida de palamallo. Esto tal vez fuera comprensible porque se trataba del palamallo Styles modalidad que sacaba lo peor de cualquiera con ese apellido. Diablos, seguramente no habría dedicado ni una mirada al príncipe regente si se hubiera dignado a jugar con ellos.

Pero aquel omega explicación no colaba, pues su mente estaba repleta de otras imágenes. Louis doblándose sobre el mazo con el rostro tenso de concentración. Louis riéndose cuando alguien fallaba un disparo. Louis vitoreando a Zayn cuando su bola atravesaba rodando el aro; un rasgo muy Styles aquel. Y, por supuesto, Louis sonriendo con malicia en aquel último segundo antes de enviar la bola volando hasta el lago.

Estaba claro que, aunque no hubiera dedicado ni un vistazo a Zayn, había observado mucho a Louis.

Aquello debería alarmarle.

Volvió a echar una ojeada en su dirección. Esta vez su rostro estaba algo inclinado hacia el cielo, que miraba con ceño fruncido.

— ¿Ocurre algo? —preguntó con cortesía. Louis sacudió la cabeza.

—Sólo me preguntaba si va a llover.

Él también alzó la vista.

—De momento, no, imagino.

Louis asintió despacio con conformidad.

—Detesto la lluvia.

Algo en la expresión de su rostro, que le recordó un poco a un niño frustrado de tres años, provocó una risa en Harry.

—Pues vive en el país equivocado joven Tomlinson.

Se volvió a él con mirada avergonzada.

—No me importa que caiga una lluvia suave. Sólo me disgusta cuando se vuelve violenta.

—Yo siempre he disfrutado bastante con las tormentas eléctricas.

Louis le lanzó una mirada sorprendida, pero no dijo nada, luego volvió a bajar la mirada a los guijarros del camino. Iba dando pataditas a un guijarro mientras andaba, de vez en cuando rompía el paso o se apartaba a un lado para poder darle otra patada y mantener la piedra por delante de él. Había algo encantador y hasta dulce en aquello, la manera en que su pie enfundado en una bota alcanzaba el guijarro.

Harry lo miró con curiosidad, olvidándose de apartar la mirada cuando Luis se volvió.

— ¿Cree que...? ¿Por qué me mira así? —preguntó.

— ¿Que si creo qué? —respondió él, pasando por alto aposta la segunda parte de la pregunta.

Louis formó una línea malhumorada con los labios. Harry sintió que los suyos le temblaban de ganas de sonreír.

El alfa que me amo (Larry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora