capítulo tres.

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Y fueron diez...
𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐒

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Algo... Salvaje. ~




Un nuevo día, un nuevo cansancio y... Un nuevo problema que este debería de resolver cuanto antes.

— Norton: ¡Bestia suelta eso! ¡Chica mala! — Norton había rociado agua en esa mujer bestia que al ser regañada se había ido rápidamente del lugar dejando un enorme desastre en el baño, papel por todos lados y el excusado lleno de papel, esta era un poco tonta...

Norton ahora resignado a limpiar este desastre se propuso a dejarlo implecable, o al menos lo suficientemente limpio para este poder tener un día tranquilo.

Se había dado cuenta de unas cosas, había invocado a bestia el día de ayer, y resultó que los alienígenas o como este les decía, bestia y la que había aparecido anteriormente, fuego, no desaparecían o por lo menos en el caso de bestia.

Bestia era al parecer una chica muy juguetona aunque no entendía bien que haría con ella, esta bestia no desaparecía como fuego, y si eso era así, ¿que habrá pasado con aquella mujer de fuego?

Esto le generaba dudas al hombre que prefirió callar y cerrar la boca, pues preferiblemente estas dudas sin resolver no eran de su gusto pero no hay nada que pueda hacer más que seguir probando con las otras funciones del reloj.

Apenas había llegado del trabajo, trabaja de 7 a 4 de la tarde, por lo que lamentablemente debía de dejar a bestia pasear por su hogar sola, pero claramente con ciertas restricciones que se había encargado personalmente de dejar claro pero ella no lo entendía del todo.

— Norton: ¡Ya estoy aquí! — Grito el hombre tras finalmente pasar la puerta principal de su hogar.

— Bestia: ¡Macho llegar! ¡Macho! — Bestia como un perro se acercó rápidamente tumbando al hombre que amaba con locura.

La bestia encima de él lamio su rostro, dejando la hermosa cara de su macho toda llena de su baba húmeda y otra sustancia que este no lograba reconocer.

Las manos masculinas alzaron el cuerpo de bestia con algo de dificultad.

Ella entendió un poco tarde las cosas pero se bajo sentándose enfrente de su macho buscando reproducirse, como siempre, estaba mostrando una expresión claramente llena de deseo por el buscando que el entendiera eso.

Norton no era estúpido, así que sacó de su saco de trabajo un pequeño spray para rociar agua. — Norton: (hm... Comprar esto fue util después de todo)

Bestia enojada y frustrada de que sus intenciones nuevamente se fueran al caño salió disparada a cualquier lugar fuera del alcance de ese tonto y maldito spray que su macho usaba para repelerla tan fácilmente.

Era una costumbre que este usará eso, y poco a poco la efectividad de esto estaba siendo cada vez menor... Pero Norton no lo sabía.

Ahora en casa no hacia más que descansar, trabajar todos los días era cansador y para un hombre como el esto era sin duda aburrido y cansador, más cansador que aburrido.

Con una nueva muda de ropa, estando más cómodo que antes aquel hombre se había dejado caer sobre su propia cama, dejando el spray de agua que había utilizado con bestia sobre la mesita de noche que tenía.

Y Fueron Diez ... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora