1. Principio del fin. (Metafóricamente hablando)

1.3K 102 33
                                    

"— Vete a casa, Dash."

Las palabras se grabaron en su cabeza, haciendo eco. Sus pasos pesados se hicieron de segundo plano, casi no recuerda nada desde ese entonces hasta aquí.

Ella no podía irse a casa. Ella ha dado toda su vida por esto. Se siente egoísta cuando lo menciona, pero siempre le han dicho que lo es así que no le importa en realidad. Perdió su sueño, su familia, su juventud. Lo perdió todo. Y ahora, con un yeso, no podrá volver a hacer nada de lo que nació para hacer. No puede irse a casa, solo tenía dos opciones; morir en la guerra o morir.

El doctor le dijo que sanaría en seis meses o no sanará jamás, y la sola posibilidad de que no suceda, le duele en el alma.

Todo lo que conocía se desvaneció. Su ciudad, su hogar. Ya no es seguro allí, así que era mejor que fuera resguardada en otro sitio. Su capitana de escuadrón, Spitfire, decidió dónde. Al parecer le tienen mucho respeto a los caballos porque ellos permitieron que los soldados heridos llegaran a casa en la primera batalla y nombraron el lugar a su honor. Linda historia. Pero suena ridículo.

Conforme se acercaba a la ciudad, Ponyville, que solía tener otro nombre antes de la causa, nada parecía hacer sentido. El bastón que le ayudaba a sostenerse se apoyaba en su hombro, y se abrazaba con el asiento del tren a su lado vacío. Todo el vagón estaba sombrío, no hay rastro de risas. Hace mucho tiempo no lo hay.

Hay una niña pequeña, con su mamá, enterrada en su abrigo. La capta mirándola de vez en cuando, de reojo y se esconde más. Le tiene miedo.

Rainbow recuerda como una vez quiso ver sonrisas en esos pequeños rostros. Entrenadora quería ser. Qué estúpida. Vuelve la vista a la ventana. Al fin se centra en lo qué hay a su alrededor. Pasto seco. Cielo sin brillo. Casas con madera en las ventanas, y solo tres personas en la calle, usando mascarillas. El humo de las bombas que han lanzado es tóxico. Tienen que cuidarse. Recuerda los anuncios sobre eso que daban por radio, los que ella se quejaba por hacer.

La mujer, la mira con respeto y lástima. Un soldado caído, sin duda. A Rainbow casi le dan ganas de vomitar. 

Su poco equipaje se tambalea cuando el tren se detiene en la abandonada estación.

La niña y su madre se bajan con prisa, temiendo quedarse allí más de lo necesario. Imagina que crecer en un lugar así es difícil, pero cree que debe estar tan acostumbrada a este ambiente que seguro no recuerda cómo solía ser todo antes de que empezara la causa, así que en realidad no tiene mucha tristeza en la que inundarse.  No como ella. Pero de nuevo, eso es egoísta.

Sostiene la maleta pequeña y gastada con fuerza. La vieja foto de ella y una amiga, Fluttershy, si no recuerda mal, ya borrada con el tiempo, es la única decoración que posee. Se baja con lentitud, su estúpida pierna no coopera. 

Se asoma por la puerta, preparándose a su destino. 

─ ¡A resistir! ─exclama como bienvenida el ayudante del conductor del tren.

─ A resistir ─responde ella, en automático. Una vez, hace tiempo, solían decir buenas tardes. Pero eso fue hace mucho tiempo.

Cuando baja, (con ayuda, odia mencionar) nota los carteles de resistencia al Rey Sombra. Y graffitis. Al otro lado de ella, hay personas abordando otro tren, llevando consigo bolsas de prendas para ayudar a los afectados. Rainbow se siente más inútil conforme los ve. Baja la cabeza y avanza hacia su único destino, al menos por seis meses: Sweet Apple Acres. El único lugar donde puede hacer algo para ayudar a la causa sin ser inútil por su pierna tambaleante.

Arcoíris sin color. (sombraverse, appledash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora