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—¿Entonces, siete por ocho es noventa y dos?

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—¿Entonces, siete por ocho es noventa y dos?

—Esto no está funcionando.

Ocho figuras estaban en la sala privada del club de voleibol. Ese viernes el calor era insoportable y la estancia muy pequeña, por lo que la sensación de que la habitación se encogía cada vez más y más se acrecentaba a cada segundo. Cuatro de los presentes estaban seguros de que se encontraban enfrentando una prueba de tolerancia y solidaridad impuesta por una fuerza mayor, y los otros cuatro defendían que su situación era una tortura al estilo de la iglesia católica en la edad media.

La realidad era que estaban cumpliendo los papeles de tutores y alumnos respectivamente. Yamaguchi, Ennoshina, Sugawara y Tsukishima hacían su mayor esfuerzo para no ahorcar a Shoyo, Tanaka, Nishinoya y Kageyama, pero resultaba difícil, ya tenían dos horas en las aparentes clases extras y nada parecía querer dar frutos.

R-Reishel laiks tu estudi in jer... ¿Rum? ¿Rom? ¿Rome?— Tobio tenía los ojos entrecerrados leyendo el cuaderno en el que había escrito las oraciones en inglés.

—Suenas como una persona agonizando antes de morir.— Tsukki solo alcanzó a cubrirse los ojos, arrugando el rostro con asco, se estaba arrepintiendo de su acto generoso del mes, y en definitiva no iba a estudiar educación en la universidad.

—Estoy haciendo mi mayor esfuerzo— bramó el pelinegro a la vez que alzaba la mirada hacia el chico de lentes.

—Pues no es suficiente, Rey.— la tensión entre el armador y el bloqueador central podía ser cortada con un cuchillo, parecían lobos dispuestos a morder el cuello del otro para matarlo sin dudar ni un segundo.

—Tanaka, debes escribir en japonés, no en arameo— otra persona al borde de una crisis nerviosa era Ennoshita, si le hubieran dicho antes que su compañero de equipo era desastroso hasta para escribir, habría elegido entonces dar cuarenta vueltas al campus trotando.

—¡Pero allí se ve muy claro que dice “Tanaka, el dragón”!— el rapado defendió su posición, sonriendo con un brillo determinado en sus ojos.

—¿En latín?

El suspiro agotado de Sugawara sumó aún más pesar al ambiente, Koushi jamás imaginó que alguien no supiera hacer una división básica, pero allí estaba, sentado junto a un confundido Nishinoya incapaz de resolver algo tan simple como lo era cincuenta entre cinco.

—¡Hasta aquí, no puedo más!— cabellos naranjas revolotearon de un salto, seguido del sonido que hizo el lápiz al chocar contra el suelo. —¡Esto es inútil!

—Por primera vez, estoy de acuerdo contigo— Tsukki no reprimió su comentario.

—Vamos, chicos, no podemos rendirnos— el positivismo del subcapitán intentaba animar el lugar, mas era difícil si ni a él le quedaban ganas de seguir con ello —. Si no aprueban sus exámenes, el campamento de entrenamiento en Tokio se esfuma para ustedes cuatro, y con ello, nuestra credibilidad como equipo.

𝐇𝐄𝐘 𝐒𝐓𝐔𝐏𝐈𝐃, 𝐈 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐘𝐎𝐔 ›› Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora