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En este pequeño pueblo todos nos conocíamos, había pasado toda mi vida aquí y en más de una ocasión había echo algunas manualidades para mis vecinos

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En este pequeño pueblo todos nos conocíamos, había pasado toda mi vida aquí y en más de una ocasión había echo algunas manualidades para mis vecinos.

Felipe estaba parado, frente a mi aunque el no me notaba todavía, estaba erguido y tenia las manos entrelazadas en la espalda mientras prestaba toda su atención a la pintura que se posaba con admiración sobre la pared de una casa blanca.

-¿Te gusta?- le cuestione y el dio un pequeño brinco de susto para después mirarme y asentir con la cabeza -Gracias, aunque no es perfecto-

-¿Tu lo hiciste?

-Si, soy la pintora de aquí- le dije y ambos reímos.

Su risa, tan bonita como las canciones de Abba, note que su rostro se asemejaba de una forma sutil a la fisionomía de un gato, eso me pareció adorable y por un momento casi lo menciono, pero la prudencia gano en mi y me quede callada.

-Yo no tengo ni la menor idea en arte- me confeso en un susurro, como si fuese un secreto que se quedara entre nosotros en esta angosta calle.

Me baje de mi bicicleta y camine hasta el, colocándome a su lado notando por primera vez que le llegaba a la altura del hombro.

-No te preocupes, yo n osé nada sobre futbol- le respondí de forma cómplice.

El vestía con unos pantalones cortos, zapatillas deportivas de color blancas, una camisa negra y una gorra negra volteada que hacía que los pequeños cabellos que se escaparan de ahí se vieran algo rebeldes.

Le preste un poco más de atención y me deje buscar a mi mente todos los adjetivos que se e ocurriesen, empezando con la palabra fresco.

-Es un fresco, es una técnica de pintura en donde se pinta sobre un muro con pinturas a base de agua- le explique a lo que miraba los trazos de forma atenta y concentrada.

El se rasco un poco la barbilla, me miro a mi y de nuevo miro la obra, parecía que su mente encajaba las piezas porque después de un rato levanto las cejas y asintió con la cabeza.

-Cuando llegue a Italia mi madre nos llevo a Roma a ver estas pinturas en la iglesia- me dijo y yo le sonreí emocionada.

-Si, son frescos hechos por Miguel Ángel en el renacimiento, aquí intente emular un poco pero de forma más moderna.

-Me gusta, me gusta mucho.

-A mi no, no tienen el azul perfecto.

-¿Cuál es el azul perfecto?- me cuestiono, yo lo mire por unos segundos y solo negué con la cabeza.

Después de dicho encuentro maneje en mi bicicleta hasta llegar a una de las casas costeras y dejar la orden de pan que habían pedido al negocio familiar.

Camine un rato por la playa, realmente iba a extrañar este lugar, pero mi sueño de toda la vida había sido correr hasta Roma y estudiar artes visuales.

Me comía la duda, yo solía contarle todo a mi abuela y esta mañana le había relatado mi problema con las carreras universitarias.

Ella dio una pequeña carcajada y solo dijo que no hiciera algo de lo que me arrepentiría.

A lo lejos vi a Daisy, caminaba hacia mí con una sonrisa alegre y rápidamente di la vuelta para dirigirme a las piedras que te subían hasta el pueblo, un pequeño corto, pero algo cansado, aunque yo ya estaba bastante acostumbrada.

Estaba huyendo de ella, me incomoda estar presente cuando anoche había maldecido su nombre en la regadera después de verla besándose con mi amor platónico secreto.

Un secreto guardado en un cajón que ahí debía de seguir.

Daisy me siguió, sentí sus pies perseguirme hasta que di la vuelta en una pequeña vuelta en mi bicicleta parándome frente al cine de este lugar.

El cine que proyectaba las cintas muchos meses después de sus estrenos y de las cuales ya sabias lo que sucedería porque las reseñas de los críticos volaban, pero no el flojo del transportista del dueño de aquí.

Me metí con cuidado y saludé a la chica que trabajaba en la entrada vendiendo boletos, era una chica muy amable y linda.

Ahí me encontré con uno de mis vecinos, el guapo que Mila no había parado de pedirme su teléfono.

Lo salude amablemente y el rápidamente me abrazo a lo que yo respondí después de unos segundos riendo, el me agradaba bastante.

-Sofi que guapa te ves hoy.

-Gracias, igual tu Juani.

Salimos del lugar y nos dirigimos a petición de el al centro del pueblo, dijo que quería sentarse en el antiguo kiosko y al llegar deje mi bicicleta tirada en el césped.

-Mi hermano piensa que eres rara, dijo que pensaba evitarte.

Auch

-¿De verdad dijo eso?

-No, pero si dijo que eres rara y el es muy normal.

-Los dos lucimos como personas reales- Juani empezó a reír como desquiciado para después negar con la cabeza.

-Pipe luce como un fifas promedio, tu luces como una estudiante de artes promedio.

-Igual ni amigos somos- le aclaré a lo que el levanto los hombros.

-No lo sé, hoy lo vi en casa viendo una película sobre Miguel Ángel, dijo que quería leer un libro, pero termino viendo la cinta.

Sonreí como tonta, Felipe sentía una curiosidad por mi y yo solo quería conocer el tono de sus ojos, una verdadera locura. 

Holaaaaaaa

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Holaaaaaaa.

He vuelto.

¿Qué les ha parecido este capítulo? Espero sus estrellitas y sus comentarios.

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𝑬𝒍 𝑨𝒓𝒕𝒆 𝑫𝒆 𝑷𝒊𝒏𝒕𝒂𝒓 𝑻𝒖𝒔 𝑶𝒋𝒐𝒔.  // 𝑭𝒆𝒍𝒊𝒑𝒆 𝑶𝒕𝒂𝒏̃𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora