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Cuando llegó la hora del entierro, todos fueron hacia el cementerio en donde uno que otro miembro de la familia le dedicó unas palabras al fallecido para después ser enterrado

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Cuando llegó la hora del entierro, todos fueron hacia el cementerio en donde uno que otro miembro de la familia le dedicó unas palabras al fallecido para después ser enterrado. Rodrigo solo veía como ponían esa caja en el interior de un enorme hueco y lo cubrían con capas y capas de tierra, él aún no podía creer que dentro de ese ataúd estaba su hermano, solo se limitó a romper en llanto como todos los días desde aquel evento.

Al otro extremo del enorme hueco se encontraba Iván, estaban frente a frente y los dos simplemente no podían evitar verse cada tanto a los ojos y hacer contacto visual, Iván le sonreía y Rodrigo trataba de hacer lo mismo pero estaba destrozado, el azabache entendía.

Cuando terminó el entierro y toda la ceremonia, todos se estaban dando sus condolencias mutuamente, a Rodrigo se le acercaban mucho para eso y él lo agradecía pero él ya quería irse, además siempre le decían lo mismo, no quería que sintieran lástima por él pero sabía que era inevitable.

Iván se le iba a acercar al castaño para despedirse de él pero justo llegaron sus padres.

-Hijo, ya nos tenemos que ir, ya está oscureciendo- Dijo su madre.

-Está bien, vamos- Le dedicó una última mirada al chico que conoció hace unas horas pero este no lo vió, solo se quedó mirando hacia abajo, mirando el que hace unos minutos era un hueco vacío y ahora estaba su hermano dentro, en una caja, cubierto de tierra.














Un mes después...

Cuando fue el velorio eran vacaciones de verano pero ya habían llegado a su fin. Sonó la alarma de Iván y este la apagó sin ganas y con disgusto, pasó unos cinco minutos en su cama ya que no se quería levantar y mucho menos ir a la universidad, el estaba estudiando diseño industrial y era bastante pesado, ya llevaba casi dos años con esa carrera y estaba a la mitad del segundo año pero aún no se terminaba de adaptar del todo, al pelinegro le costaba mucho adaptarse a la mayoría de las cosas, la única razón que tenía para ir era que iba a ver a sus amigos de nuevo.

Luego de cinco minutos, la madre de Iván entro a su habitación de golpe.

-¡Iván!, ¡¿por qué no te has levantado de la cama, jovencito?!- Dijo quitándole las sábanas de encima y moviéndolo bruscamente.

-Mhm, ya voy- Dijo con voz cansada y molesta.

-Dale Iván, si no te levantás ahora mismo te castigo, es la última vez que te digo, vendré de nuevo en cinco minutos y si aún no estás listo habrán consecuencias, y es posta, ¿entendido?-

-Mjm- Hizo un sonido con su boca que apenas fue escuchado.

Se levantó de la cama luego de que su madre saliera de su habitación, se talló los ojos y rechistó con enojo, odiaba levantarse temprano y más si era para ir a la facultad y aguantar a sus garcas de profes que solo sabían gritarte y darte órdenes, es la labor de un maestro pero aún así a Iván no le gustaba para nada, a nadie.

"Ojos de aceituna" - RodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora