Capítulo II

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Capítulo II.

¥ ISABELLA ¥

Antes de salir del edificio, marco el número del tío Steven y doy a llamar.

*Llamada saliente: Tío Steven*

— Justo a tiempo, hija. Estoy a cinco minutos de llegar a casa.
— Acepto... Con una condición. — Le digo sin preámbulo.
— Dime. ¿Cuál es?
— Que cuando todo esto acabe, aceptes mi baja. Se me apetece realizar un ajuste de cuentas pendiente y con placa no lo puedo hacer. Ah, y convencer a mi padre de regresarme a Corfú a disfrutar del mar y mis cocteles.
— No sólo eso, Izzie. Yo te ayudaré. Tienes todo mi respaldo, Isabella. Mañana comunícate con Ernesto y ya sabes lo que tienes que hacer. Vienes mañana a casa a despedirte de Regina, o no volará. Ya la conoces.

Sonrío al recordar lo obstinada que puede ser tía Regina cuando quiere algo y es que nos tiene a todos en la bolsa.

— Claro. Iré a desayunar tempranito. Quiero mucho bacon, eh.
— No hay problema. Sabes que Memé te cumple tus deseos culinarios.
— Nos vemos, Isa.
— Hasta mañana.

*Llamada finalizada: Tío Steven*

Sigo avanzando al estacionamiento por mi auto. Necesito llegar a casa y tomarme una botella de vino para relajarme. Pablo no estaba lejos de lo cierto. Necesito un buen baño de espuma para acabar este bendito día.

Antes de encender el auto, hago una última llamada. O es ahora o no es nunca.
Suena el primer timbrazo y me coge la llamada inmediatamente. Lo escucho a través del auricular.

*Llamada saliente: Ernesto*

— Isabella, hija. Te pasaron mi recado.
— Hola, Ernesto. Sí. — Respondo con fastidio mientras respiro para controlarme.— Empecemos bien, ¿si? Deja de llamarme hija porque no lo soy y tampoco quiero ni deseo serlo. Más bien, dime cuál es el motivo para tanta insistencia.
— Escucho mucho desprecio en tus palabras, Isabella

*Dios, esto va a ser más difícil de lo que creí*

— No voy a disculparme por sentir lo que siento ahora por lo que tú provocaste.
— Quiero enmendar mi error, Isabella. No me queda mucho tiempo. Quiero compensarte por todo el daño que te ocasioné. Yo soy el principal responsable que Xandros-

Le corto la frase porque esa herida aún está expuesta y si seguimos por ahí mandaré el plan del tío Steven a la mierda y necesito que salga todo bien.

— Sh.Basta. No tienes derecho a mencionarlo.— Vuelvo a respirar con amargura fingiendo tranquilidad detrás del auricular.— ¿Qué es lo que quieres hacer para limpiar tu conciencia?
— Te entregaré parte de La Tormenta. Y... y, ya sé que ,me dirás que no la quieres. Pero es lo que corresponde.
— Ya. Pero eso no es todo, ¿verdad?
— No, quiero que vengas a La Tormenta, solo un mes; para empezar. Quiero que conozcas lo que hacemos y qué es lo que vas a heredar.
— No me llama la atención tu propuesta.
— Te lo suplico, Isabella. Si no lo quieres hacer por mí ni por ti. Hazlo por Hernán. Mi hermano lo hubiera querido así.

Quedo en silencio por un efímero momento que a mí me pareció eternidad.

— Vale. Iré. Lo hago por mi papá. Sólo por el. Mañana estaré allí para el almuerzo.
— Claro, ahora mismo coordino con el piloto.
— No, Yo iré en la avioneta de mi padre, Damian.
— Está bien. Lo importante es que vengas. Gracias, hi-. Digo, gracias Isabella.
— Adiós.

*Llamada finalizada: Ernesto*

Corto la llamada antes de que él logre responder. Exhalo lentamente el aire que tengo guardado. Ahora sí, sin más pendientes, enciendo mi auto y me dirijo a casa.

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