Capítulo 5 - Incordios ofuscados

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Ayer que regresaba a casa, una nueva conversación se sumaba al conjunto de problemas que se paseaban por mi conciencia

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Ayer que regresaba a casa, una nueva conversación se sumaba al conjunto de problemas que se paseaban por mi conciencia.

Jamás he pasado por una situación que me generara tantos conflictos conmigo y con mis decisiones, que me hiciera dudar de las cosas que he hecho hasta la fecha y sobre si mi posición moral ante todo esto está correcta o si necesita un empujón.

No soy del tipo de persona que se piensa mucho las situaciones que parecen ser desafiantes y no suelo arrepentirme de mis decisiones, ya que suele salirme todo a como planeo. Tampoco digo que actúe sin pensar, pero...

Hay ocasiones en las cuales yo simplemente no puedo controlar lo que sale por mi boca, lo que pienso es lo que digo y a veces no me paro a reconsiderar que tan hiriente o dañino este comentario puede llegar a ser para las personas a mi alrededor.

Estaba tratando de mantenerme a raya sobre todos los impulsos de ira que de a momentos me dominaban con el fin de no salir afectado por eventos desafortunados, juro que lo estoy llevando a cabo en este preciso momento pero es increíblemente complicado, porque el estrés ya sobrepasó mi paciencia y sentarme a respirar un momento nunca fue una opción viable.

Merodeando por mi habitación me preguntaba por qué tenía tanta molestia acumulada, porque el odio parecía ser mi emoción principal y tomaba las riendas de las situaciones en los momentos menos oportunos.

Jamás hubo respuesta porque no lo sabía, directamente era información ajena a mi persona y por eso viví mis últimos años enojado con la vida por una razón que desconozco.

Por lo cual se me hace difícil disfrutar el estilo de vida tan agradable que se me fue dado al nacer. Y aunque han pasado algunos cuantos hechos que marcaron mi vida para jamás dejarla como era antes, no los veía como la gran cosa. Miraba hacía otro lado y seguía mi camino sin darles mucha importancia. Lo cual era un gran error.

Ya habían pasado varias noches intentando dormir en paz, pero algo siempre interfiere en mis sueños. Esta mañana no era tan asquerosa como las demás, mis pies iban y venían desde la enorme bodega de la biblioteca hasta los cuartos de almacenamiento. Cuestionando en silencio porque tenía que sufrir de esta manera cuando con una simple llamada puedo avisarle a la universidad que abandonaría la carrera y de ese modo, renunciar a mi trabajo en la librería, salir de Purple Wings y jamás tener que mirarle la cara a ninguna de estas personas. En especial a Foster y Theo.

Hoy era miércoles, día de descanso de Sahara. Ella aclama y repite en numerosas veces como "faltar a la mitad de la semana le ayuda a terminarla" y por eso había escogido los días miércoles para ausentarse. Yo no tengo problemas con eso ni con su tonta y rara creencia, pues todos funcionamos de manera distinta, lo que sí me fastidiaba bastante era la persona que actuaba como reemplazo de gerente cuando la chica faltaba. Ya que como yo mismo lo he catalogado, era mi horror personificado con patas y brazos pegados a un escuálido cuerpo que le dieron el nombre de Foster.

Notas de un verano felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora