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El ciclo de celo de Amity ya habían finalizado, y por primera vez Amity se sintió satisfecha en uno de sus celos. Mejor dicho, fue el mejor de todos.

No tuvo ningún contacto sexual con un Alfa, pero no lo necesitaba, solo necesitaba el aroma de su Alfa para poder estar más tranquila.

- ¿Ya estás mejor, cachorra? - Preguntó el Alfa viendo a su hija tallando sus ojos con sus puños.

- Sí, papá, ya estoy mucho mejor, el aroma de Lucy me ayudó demasiado. - La Omega sonrió viendo a sus padres con sus ojos adormilados

- Pequeña. ¿No te duele el cuerpo o algo? - Su madre preguntó, mientras servía el desayuno.

Amity sabía a lo que se refería su mamá.

Ella en sus tres días de celo no había usado el consolador, de hecho ni le interesó, solamente con el aroma de Luz por toda su habitación estaba más que tranquila, contenta y satisfecha.

- No, mamá, no utilicé el consolador. Como le dije a papá, con solo el aroma de Luz me bastó para estar calmada esos tres largos días de celo. - Dijo Amity tomando asiento junto a sus padres.

Sus padres se miraron cómplices, su pequeña cachorra estaba tan enamorada de esa Alfa que no necesitó del placer para calmar su calor.

No, ella solo necesitó del dulce aroma de su Alfa para estar tranquila.

Ambas serían una pareja hermosa.

Odalia se encargó de servir el desayuno para su familia, después de tres días sin ver a su cachorra estaban más que contentos de compartir una comida.

Amity era la alegría del hogar, y no solo eso, también era la alegría del corazón de cierta Alfa amante del rosa.

Luz ya estaba parada al frente de la casa de Amity, con un ramo de Petunias moradas en su mano y un pequeño collar, los cuales compró con sus ahorros.

A ella no le molestaba gastar su dinero, sabía que todo ese dinero gastado era por un bien, un bien que si estaba dando frutos.

A penas vio el mensaje de Amity de 'buenos días', le dio a entender que ya estaba bien y que ya podía ir a verla, saltó de su cama, se puso cualquier ropa que no estuviera sucia y fue a la casa de su Omega.

Luz estaba dispuesta a pedir perdón, por no ser una buena Alfa y pasar el celo de su Omega junto a ella, sentía que su pancita daba demasiadas vueltas. No quería que algo malo pasara entre ella y la Omega.

Amity bajó ya arreglada para abrirle la puerta a su Alfa, estaba tan emocionada por verla.

Pero lo que vio le partió el corazón.

En menos de un minuto, Luz rompió en llanto, tenía miedo de que Amity ahora la rechazara por no haberla ayudado con su calor.

Luz se sentía que ya no merecía ser llamada Alfa, aunque claro, eso es lo que siempre le decían.

- Luz, ¿Q-qu-qué te está pasando? - Amity tartamudeó al ver a la Alfa llorar.

- Perdóname, pequeña, perdóname por ser tan mal Alfa, no pude estar para ti en tu celo, no estuve para cuidarte y atenderte como te lo mereces. - Luz abrazó a la Omega, aún con los regalos en su mano.

- Luz, Lucy...- Amity sintió como la gran Alfa la estaba abrazando y derramando sus lágrimas en su cuello.

- Lo siento, entenderé que ya no quieres que yo siga con el cortejo, pero quiero que sepas que y-yo t-e amo. -- Murmuró Luz sin parar de llorar.

Amity no quería que Luz dejara de cortejearla, amaba los detalles y mimos que ella le daba, ¿Por qué esa tonta Alfa estaba así?

- Lucy, mi amor, cálmate, no voy a rechazar tú cortejo. - Amity se separó lentamente de su Luz.

- P-pero, te deje sola, sola con todos esos malditos pedazos de tela y no pude venir yo personalmente a ayudarte. - Dijo Luz limpiando sus lágrimas con la manga de su abrigo.

- Cachorrita, tranquila, yo en ningún momento me sentí sola, al contrario, me sentí la Omega más afortunada. Mi Alfa se preocupó por mí y me mandó sus ropas con su dulce aroma impregnado en ellas. - Amity tomó con sus manos las mejillas rojas y abultadas de Luz.

- Pero de igual manera, no pude pensar y dormir tranquila todos estos días pensando en que ya no me querrías por eso. - Luz hizo un puchero mientras alguna que otra lágrima se escapaba por sus ojos.

- Cariño, está todo bien, tú me ayudaste a pasar mi celo de la mejor manera posible, ningún consolador o supresor me ayudó más que tu dulce aroma. - Amity se acercó y le dio un beso a Luz en los labios.

Luz se quedó impresionada, a pesar de que ambas se demostraban amor, eran simples abrazos, caricias y besos en las mejillas o en la frente, nunca se habían besado en los labios.

Hasta ahora, claro está.

Pero a Luz no le importó, ahora más que nada necesitaba que la Omega calmara su dolor.

Y Amity lo supo, supo que debía tranquilizar a esa dulce Alfa que tenía enfrente de ella.

Ambas correspondían su beso lentamente, un beso lleno de amor y ternura, un beso con el cual ambas sabían que ya era hora de dar el siguiente paso.

Y aunque claro, el beso era un poco torpe, puesto que era el primero de las dos en los labios a lo largo de sus cortas vidas.

- Mi amor, te traje estos regalos y me preguntaba si me aceptarías una cita. - Invitó Luz sonrojada y jugando con sus deditos.

- Gracias, mi amor, voy a dejar esto adentro y ya salgo para que ambas podamos ir a nuestra cita. - Amity recibió los regalos, le guiñó el ojo y fue adentro de su casa.

Supo que en la cajita había un collar, así que lo sacó y se le quedó viendo enamorada de aquella joya, un corazón con las iniciales de ambas grabadas en el centro.

No dudó en colocarlo en su cuello y salir con él.

Había corazones volando a su alrededor cuando ambas estaban juntas.

Sweet AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora