☆ Proteger

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Un mes después de aquella cita, Yunho se sentía en las nubes

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Un mes después de aquella cita, Yunho se sentía en las nubes. Había tenido unas cuantas citas más con el alfa, aveces se llegaba quedar en su casa incluso, dormía en la misma cama que él y se despertaba a su lado.

Si pudiera flotar de la felicidad ya estaría en la luna, ya todos en la guardería sabían que el estaba saliendo con el papá de Keeho y la verdad se alegraban por el, y por el pequeño haciendo el labor de su madre, entendía que para él era esencial.

Mas bien, estaba un poco orgullosos de el, pues se había encariñado mucho con el pequeño y lo amaba como propio, no muchos omegas podían hacer eso, la mayoría querían pequeños propios, no de otro Omega.

Pero quizás se debió a que Keeho estaba lavado, es decir, no tenía ningún aroma de Omega y estaba necesitado, el también lo estaba, lo más que quería era tener cachorros y un alfa, ser amado y amar.

No sabe si fue un ángel quien escuchó su deseo y envió a dos personas para que fuese cumplido. Un alfa necesitando ayuda y amor, y un pequeño necesitando atención y cuidados.

Yunho estaba más que dispuesto a darles, tenía mucho amor para esas dos personitas. Su Mingi era un alfa atento, quizás aprendió eso por tener que hacerse cargo de un pequeño el solo, pues los cachorros necesitaban de mucha atención.

Le gustaba mucho eso, no, le encantaba, ver su celular y encontrar pequeños mensajes de Mingi, le respondía cuando podía, pues tampoco descuidaba a los cachorros, antes muerto que eso.

Yunho quería dar otro paso, mudarse con el alfa, así podría estar a tiempo completo con Keeho, pero no sabía si era muy pronto para hacer algo como eso, podría ser un intruso en el territorio del pelinegro, sin embargo, ya había estado varias veces en la casa del alfa, y en su cama, éste no mostró ningún signo de molestía.

Ansioso, nervioso e inseguro, esos eran sus defectos, tenía que lidiar constantemente con ellos, pero hacia lo mejor que podía para enfrentarlos, aún cuando las cosas parecían en su contra.

Siempre estaba allí con una sonrisa tratando de ver el lado positivo de las cosas. Nunca se arrepentiría de trabajar en esa guardería y estar a cargo del cachorro, menos de querer ser su madre.

Un día en particular, estaba en su trabajo en la guardería, Keeho jugaba en el suelo con algunos peluches, eran las cuatro y media, los padres iban llegando poco a poco por los pequeños.

Todo iba bien, hasta que vió llegar a un señor mayor, su cabello canoso y tenía los ojos grises.
No le dió buena espina.

—Buenas tardes señor, ¿Puedo ayudarle en algo, se perdió?— preguntó cortésmente, tratando de impedir que entrara en el salón a su cuidado, no sabía quién era, no podía dejarlo entrar con los cachorros.

—Vengo por mi nieto.— dijo con simpleza y trató de entrar al salón, pero Yunho se atravesó.

—¿Su nieto?, Disculpe señor, pero nadie dijo que vendría, ni siquiera sé quién es usted, no puede entrar, si me da más detalles puedo ayudarle.— lo único que quería era que se fuera, podía sentir la tensión en el aire, incluso algunos de los otros padres le miraban curiosos por la situación.

ɱαɱá ☆ YυɳɠιDonde viven las historias. Descúbrelo ahora