☆ Extra O2

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Keeho siempre vio que era diferente a sus hermanos, no en la manera en que sus padres los trataban, no

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Keeho siempre vio que era diferente a sus hermanos, no en la manera en que sus padres los trataban, no. Mingi y Yunho los querían a todos por iguales, los mismos besos, caricias, regaños. Ninguno era diferente a los otros en esos aspectos, sin embargo, él podía ver, no era tonto.

Su cabello no era del todo parecido al de su madre, tampoco al de su padre, aparte, era el único que tenía un tercer abuelo. Cuando tenía seis años no lo entendía por completo, para él era algo raro, pero nunca preguntó nada, porque a pesar de sus dudas tenía el amor de una familia, pequeños hermanos, buenos abuelos, padres increíbles.

Pero lo inevitable tenía que pasar, cuando tenía diez, cientos de preguntas sin respuestas estaban en su cabeza, amontonadas y cada vez aparecían más y más de ellas. Así que un día, al tener la oportunidad de estar solo con su madre le preguntó.

No fue fácil, no sabía si esa pregunta tendría respuesta por parte de ellos, tampoco era que le tuviera miedo a sus padres, pero tenía cierto temor. ¿Y si no fuera de esa familia? ¿Qué pasaría si ellos no eran sus padres verdaderos?

Un compañero de la escuela le dijo una vez que los adultos a veces cuidaban niños que no eran de ellos, las personas que lo hacían era porque no podían tener bebés propios. Al principio no entendió, ni siquiera sabía porqué surgió ese tema en realidad, pero algunas palabras se quedaron en su cabeza "hay adultos que devuelven a los cachorros cuando le estorban".

Keeho no podía evitar pensar en ello, si sus padres no eran sus padres en verdad, podría ser que ellos en algún momento se cansarán de el y lo devolvieran. Entonces, por esa razón tenía que preguntar, aunque la respuesta fuera mala. Miró la espalda del omega mientras que este lavaba algunas tazas, tomó una respiración profunda y después tragó saliva.

—Mami, ¿Podemos hablar? —pidió el castaño y esperó, el omega lo miró con una ceja alzada, junto con una media sonrisa, aunque se borró de a poco al ver el rostro serio y algo triste del menor.

—Claro que sí, mí rayito de sol. —respondió el omega cerrando la llave y tomando un trapo para secarse las manls—, ¿De que quieres hablar? ¿Algún permiso para salir de campamento?

Era el momento, el pequeño tenía que decirlo en ese instante o vivir con esas dudas por el resto de su vida, o al menos hasta que tuviera la madures adecuada para armar por sí misma el rompecabezas de lo que en verdad pasaba.

—¿Y-yo soy tu hijo de verdad, y-y de papá? ¿Son mis padres de sangre? —Keeho preguntó, miró como el rostro de la persona a la que llamaba madre pasó a una sorprendida a una de miedo, como la cara que ponía su padre cuando enojaba al omega. Eso fue como una afirmación no verbal para la infante.

—C-cariño. —el omega chilló agachándose a la altura de su pequeño, no sabía cómo empezar, no sabía cómo responder a esa pregunta, aunque sabía que en algún momento iba a llegar, no pensó que fuera tan pronto—. Es mejor si hablamos de esto cuando llegue tu padre.

ɱαɱá ☆ YυɳɠιDonde viven las historias. Descúbrelo ahora