Niña mía, ¿qué haces entre tantas mariposas muertas?
Este es el precio de vivir. El precio de sentir.
De pequeña no podías pagarlo. Eras muy débil. Y tenías tanto dolor todos los días, tanto, que te habías entumecido hasta no sentirlo. Semana tras semana las sábanas escuchaban el quejido de tus respiraciones. Por eso es repugnante el olor que acarrean los consultorios. Porque lo conoces bien. Porque tú esperabas en aquellas salas. Y pasabas tus ojos por las revistas, y de ahí al sillón que nunca limpiaban, y de ahí al reloj que marcaba una hora, y de ahí a la televisión con el volumen bajísimo, y de ahí al rostro de las madres preocupadas, y de ahí a la pared color crema, y de ahí a la secretaria que siempre escribía, y de ahí a las plantas falsas, y de ahí a las plumas infinitas en el tarroncito de metal, y de ahí al reloj que no avanzaba. Regresaba. Tac. Tic.
Era un delirio, pero estabas tan cansada para reconocerlo.
Y te quedabas sentada mirando por las ventanas. Los brazos llenos de agujeros. La sangre llena de medicamentos. Las horas pasaban. Mirabas, de vez en cuando, las mariposas. Pero no las sentías. No podías pagar esa dicha de que tu corazón se alegrara. Ni de que se angustiara. Tenías que sobrevivir.
«El fin, aquí, está bien».
Lo dijiste. Y lo dijiste con tanto cansancio. Con tanto hastío. Con tanto molimiento; Que el cielo se apiadó de ti. Lloró por ti. Pagó por ti.
No volviste a pisar las habitaciones donde el tiempo no avanzaba, ni a conectarte a máquinas, ni a oler medicamentos, ni a leer mil veces las prescripciones, ni a sentir frío en verano, ni a encerrarte semanas sin que el viento te tocara, ni a sentir tanto dolor hasta que te entumecías. Porque por primera vez, como si volvieras a nacer, sentiste que el sol quemaba y todo estaba bien.
No tengas miedo de ellas, de las mariposas muertas.
Que este es el precio de vivir y hubo un tiempo en el que no podías pagarlo.
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Fideos ramen instantáneos | #PGP 2024
PoetryPerdí mi felicidad. Voy a embarrarme de nostalgia, voy a buscar en la memoria, voy a abrirme las entrañas, voy a cavar entre mis venas: tal vez la encuentre de nuevo. Poesía dividida en tres instrucciones: justo como aquellas de los fideos ramen in...