Capítulo 4. "¿Que fuimos?".

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Annie.

Mi teléfono vibra en la mesita de noche del hotel donde me estoy hospedado desde hace 24 horas, la verdad es que he estado de muy pocos ánimos para hablar con las personas, y es que, jamás pensé que el destino podría ser tan cruel como para volverme a cruzar con Dain.

Odio esta sensación. Odio este ardor en el pecho, como si de pronto se hubieran vuelto brazas ardiendo. Odio, también está picazón en los ojos, esa que le precede al llanto y que no me ha abandonado ni un instante desde que vi a Dain hace quince días y odio sobre todas las cosas sentirme a sí por él.

Se que todo lo que paso entre nosotros fue culpa mía, que fui yo la que se metió en si vida y en su cama, y que, después de la primera vez que estuvimos juntos quise más, mucho más pese a que el siempre me dejó claro que no quería nada con nadie, al menos no en plan romántico.

Casi quiero reírme por lo irónico de la situación, cuando al final él fue quien terminó casado y es que llegados a este punto se que no mentía cuando decía que no quería nada serio con nadie, el problema fue que el no quería nada serio conmigo.

Desde que volví a ver a Dain no me he sentido mas que extraña... Fuera de lugar, pensé que con todo el tiempo que pasamos lejos lo había olvidado <<¿olvidado? ¡ja! sigue intentando>> se burla mi subconsciente.

Siento como si el peso del mundo cayera sobre mi, haciendo que me falte el aliento y el pecho me arda.

Una mezcla de irritación, ira y resentimiento se mezclan en mi interior porque no puedo creer que se haya atrevido a si quiera pensar que podría seguir burlándose de mi de esta manera.

Quiero llorar de impotencia, frustración las emociones se me agolpan en la garganta y quiero gritar pero contra todo pronostico lo único que hago golpear la almohada de la cama en la que me encuentro acostada.

De pronto los recuerdos de lo que vivimos en nuestra etapa de universidad llegan a mi de manera abrumadora tanto que siento que el aire se me atasca la garganta cuando imágenes de nosotros juntos invade mi cabeza.

No se que estaba pensando cuando me enamore de él, cuando me ilusione tanto cuando él nunca me ofreció -prometió -nada en primer lugar, no se como pude idealizar tanto la idea de un nosotros cuando nunca hubo un nosotros.

Fui una estúpida. Y no trato de culparlo porque no es así, la única culpable soy yo, y, ahora entiendo que estuvo mal dejarme llevar de esa manera.

De pronto me encuentro recordando la manera en la pronuncio mi nombre lo que hace que algo en mi vientre se estruje con violencia y que el aliento se me atasque en la garganta una vez más.

El desazón se está volviendo tan abrumador que me es imposible seguir en la cama, por lo que me siento al borde de la cama sintiendo que el corazón me va a estallar en cualquier momento.

-Necesito un trago-murmuró, a la nada sabiendo que estoy sola.

Me pongo de pie tomando el teléfono que ha dejado de sonar hace un rato y me lo meto al bolsillo del pantalón antes de tomar mi bolso y salir de la habitación.

Mientras camino por las bonitas y pintorescas calles de Viena no dejo de sentirme miserable de todos modos. Esta es mi última parada antes de volver a Oslo. A mi casa.

Mi teléfono vibra en el bolsillo trasero de mi pantalón y esta vez lo saco para revisar quien llama sonriendo al ver el nombre brillando en la pantalla.

-¿Cómo está mi escritora favorita? -la voz de mi prometido se escucha al otro lado de la línea haciendo que mi sonrisa se ensanche.

Tal vez esto es lo que necesitas un poco de familiaridad. Dice la vocecilla en mi cabeza y como rara vez pasa, esta vez estoy de acuerdo.

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