Annie.
Odio esta sensación. Odio el escozor en el pecho, como si llevara brasas dentro de mi caja torácica. También odio el nudo en la garganta y las ganas de llorar —que apenas he logrado mantener a raya estas últimas semanas —, pero sobre todo odio sentirme así por culpa de Dain Campbell.
No se que rayos estaba pensado cuando decidí reunirme con él, pero claramente no era esto. No esperaba que me dijera todo eso, que hace tres años hubiera dado todo por escuchar, ¿Ahora? ni siquiera sé cómo sentirme al respecto.
Es como estar perdida entre partículas de amor y recuerdos de él.
Saber que todo lo que yo creía fue una mentira impulsada por sabrá Dios qué no hace mas que llenarme de incertidumbre y desazón, por otro lado está esa maldita caja llena de cartas que no me he atrevido abrir por miedo de desmoronarme una vez más hace que un nudo de ansiedad me atenaza las entrañas.
Leer una de las cartas de la caja se sintió como arrancar un curita de una herida que aún no sana, no quiero ni imaginar lo que puede pasar si las abro todas.
Necesito contárselo a alguien o voy a enloquecer, el problema es que se supone que él es un tema del pasado y todas las personas que son cercanas a mi saben la agonía que pase cuando lo vi parado junto al altar. El solo hecho de pensarlo hace que mi pecho se agite con violencia.
Lo únicos que tiene la historia a medias es mi familia, ellos sabes que me enamore de alguien pero no saben de quien, la verdad es que no me pareció relevante decirles ya que se suponía que no lo volvería a ver.
Desde hace unas semanas el vino se a convertido en mi mejor amigo y consuelo, es el único que me permite mantenerme un poco cuerda, porque se que a cualquiera persona que se lo cuente tomara partido en el asunto y empezara a despotricar contra Dain, y aunque, Eyra ya hizo un comentario al respecto sobre yo bebiendo demasiado, yo sigo pensando que esta exagerando.
Mis peores días son los fines de semana que no voy a la editorial, aunque trato de adelantar trabajo desde casa apenas y puedo concentrarme en nada. Ahora de Shin-yu se ha ido nuevamente a Corea y me he quedado sola apenas y soporto estar a solas con mis pensamientos.
Dejo ir un suspiro.
Son las nueve de la mañana del sábado y yo me encuentro con un pijama de seda frente a la barra de mi casa sirviendo mi tercera copa de vino.
Un maremoto de emociones colisiona en mi interior, las lágrimas queman en mis ojos y esta vez no las retengo dejo que salgan porque siento que me estoy ahogando nuevamente.
No he llorado en tres puñeteros años y esa vez pensé que me moriría de pena, decepción... tristeza y lo más importante me prometí no volver a dejar caer una lágrima más él, sin embargo aquí estoy nuevamente en el punto de inicio.
—Se suponía que eras cosa del pasado —me tomo la copa de vino de un trago —. Se suponía que ya no te volvería a ver nunca.
No se en que momento me traslado al sofá ni mucho menos el momento en el que me quedo dormida pero el sonido estridente del timbre de mi casa perturba la bruma de mi sueño.
No quiero ver a nadie. Pienso mientras me acurruco más en el sofá para tratando de seguir durmiendo pero el timbre sigue sonando. Suelto una palabrota seguida de un juramento antes de abrir los ojos y cerrarlos en seguida por la luz que se filtra de la ventana me pega directo en la cara.
Debe ser media tarde.
De mala gana me levanto dispuesta a echar a cualquier persona que se haya atrevido a molestarme en fin de semana. Aún me siento un poco mareada cuando me pongo de pie y la garganta seca, es por eso, que tomo la botella de la mesita de centro que se encuentra en mi sala y le doy un trago largo acto seguido me echo andar hacia la puerta.
ESTÁS LEYENDO
Lo Que Nos Une
Художественная проза¿Qué queda después de un ruptura? Un corazón roto, recuerdos dolorosos y mucho amor de la persona que lo doy todo. Rota y en pedazos Annie trata de seguir adelante con su vida, trata de enterrar que alguna vez sonrio con sus besos, que en sus brazos...