01 ✨ diferente

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Louis descubre que no es como los demás a los trece años.

—¿Cuándo dices que te aparecieron? —él estaba sentado frente a un médico con aires de cansancio.

—Ayer por la tarde.

Las pastillas que le recetaron no funcionaron. No encontraron ningún tipo de alergia tampoco, la piel pálida de Louis seguía manchada con pequeñas motas rojas, y la sensación flamante que apareció en su pecho sin avisar tardó en enfriarse.

—¿Y qué demonios quieres que haga, eh? —su madre está gritando. Rara vez lo hace, pero ahora su voz se escucha desde la ventana de su habitación. Louis ve a sus padres discutir en la acera—. No puedes simplemente irte y luego creer que tienes derecho sobre mis hijos.

—¡Son también mis hijos! —él le grita de vuelta.

—Eso no es lo que parece —ella ni siquiera lo dice con fuerza ya—. Nunca lo parece.

Es ahí cuando el pecho de Louis quema después de meses. La mano del hombre golpea el rostro de la mujer, es como un saludo, después su agarre es tenaz, haciéndolo ver enrome desde abajo. Lo siguiente que Louis sabe es que está cerrando los ojos con fuerza mientras cae al suelo de su habitación. Él solo recuerda el rostro de su madre, sus ojos asustados. Y ahora ella ya no grita, pero mira su alrededor desde el suelo con mucho más temor que antes mientras el alarma del coche aparcado en el otro lado de la calle resuena en sus oídos.

Louis está en el suelo también. No puede ponerse en pie, el dolor que le llega a los huesos le impide hasta pensar. Solo ve los ojos asustados de su madre. El destello de la explosión del vehículo alumbraba la oscuridad en las paredes, y el de las luces de la policía y bomberos no tardan en aparecer. Logra levantarse cuando el ruido de la ambulancia inunda sus oídos, y a través del cristal ve a su padre sentado en la ambulancia mientras una enfermera se ocupa de la herida en su frente. Sus hermanas están ansiosas y se desplazan de un lugar a otro porque su madre les ha dicho que no salgan de casa, Louis cierra la puerta del baño para evitar escucharlas. Se siente extremadamente confuso, mojarse con agua helada no ayudó en lo absoluto. El coche de su padre estaba en llamas, había explotado delante de sus ojos impidiendo que él la siguiera golpeando. Era como si un suceso paranormal hubiera ocurrido, no podía encontrar la manera de explicarlo. ¿Qué era esa sensación en su pecho? Lo aplastó contra el suelo, no solo a él, sino también a su cerebro y después a cada centímetro de su cuerpo.

Pronto diagnosticaron que algo debía estar mal con los circuitos del coche, era fácil ver que algo estaba mal con esa chatarra en líneas generales, así que le restaron importancia. Nunca pudieron especificar qué había ocurrido. Y pronto dejó de ser un asunto relevante porque no había heridos.

Louis se dio cuenta de que las manchas rojas habían abandonado su piel así como el abrasante calor que experimentó. Él estaba seguro de que no soñó aquello, pero a veces cuando las imágenes se repetían en su cabeza todo parecía tan confuso. Y aquello volvía a su mente cuando se enfadaba, pero no el calor.

Pasado un tiempo su padre desaparece por completo mientras Louis se mudaba varias veces. Y ahora es el baile de otoño. Acababa de cumplir diecisiete y todo el asunto de bailar y buscar pareja para esos eventos podría importarle menos. El patio del instituto está lleno de luces, flores y otros adornos inútiles pero acogedores. Las mesas blancas destacan sobre el verde del césped y Louis sonríe al ver a Tom con una chica mientras sigue deambulando por el lugar, la pista del gimnasio llena de vestidos exagerados y chicos estúpidos y poco ingeniosos a la hora de bailar.

—Al menos tendremos vacaciones después —se recordó a sí mismo.

Los ojos de Felicite se abrieron de repente, enormes. Ella se pone en pie inmediatamente, tirando del brazo de su hermano hacia la pista. Cuando Louis deja de negarse y está empezando a bailar desastrosamente, se da cuenta de que su hermana ha crecido mucho. No solo porque sea tan alta como él, sino porque acabaría la secundaria en dos años, uno después que Charlotte y, serían adultas también, como él casi lo es ahora. Extrañaría ese lugar —aunque le cueste admitirlo— y a sus amigos, al equipo de fútbol y la sensación confortante de aprobar un examen para el cual no había estudiado lo suficiente. En pocos meses todo eso acabaría y tendría que pensar en cosas como su futuro y en cómo mejorar su falta de responsabilidad.

Arriba en el cielo los fuegos artificiales crean un espectáculo colorido que roba la atención hasta de los más distraídos. Por un momento todo parece un poco más brillante.

—Es hermoso —oye susurrar a su hermana y eso es lo último que recuerda antes de que la sensación de que sus manos quemaran apareciera de nuevo.

𝐖𝐞'𝐫𝐞 𝐧𝐨𝐭 𝐦𝐚𝐫𝐯𝐞𝐥 𝐬𝐮𝐩𝐞𝐫𝐡𝐞𝐫𝐨𝐞𝐬 [ 𝐋.𝐒 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora