Maite Martinez, hermana de Carlos. Lleva una vida muy complicada en el Fuerte Apache. Ya qué de por sí el barrio es peligroso, pero hay algo que lo empeora. Qué es Danilo Sanchez, el mejor amigo de su hermano con el cual no se lleva demasiado bien...
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Maite estaba amacandose en su silla, mordiendo la punta de la regla, mirando un punto fijo, sonriendo como una boluda.
—¡Martinez! —El profesor le llamó la atención, era la cuarta vez que le hablaba y la muchacha no contestaba.
—Perdón profe ¿Me puede repetir lo que dijo? —El profesor suspiró —¿Podes decir que resultado te dio el ejercicio siete?
Maite se sentó bien y miro la página en la que estaban trabajando —Me dio 27.
—¿Está bien lo que puso la compañera? —Preguntó el profesor a los alumnos.
—Sí profesor —Contestó la mayoría, mientras que otros jugaban y boludeaban.
El timbre del recreó sonó, ella salió para poder encontrarse a su amiga "Mariela" que se encontraba en "segundo año B" ya qué ella se encontraba en el "A".
—¡MAITE! —Ella fue corriendo para contarle el nuevo rumor que estaban corriendo por todo el colegio.
—¿Qué pasó Mari? —Contestó su amiga medio preocupada ya que venía muy alterada.
—¿Te enteraste?
—¿De qué? —Preguntó Maite sin saber de qué estaba sucediendo.
—¡La Támara termino con el Uruguayo! —La cara de Maite cambió a una de sorpresa.
—¿Posta?
—Sí, dicen que ella está por allá llorando en un rincón —Agregó mientras las dos amigas caminaban por el patio del colegio.
—¡Cuidado! —Grito alguien desdé la canchita de fútbol de la escuela.
Maite giró su cabeza y al darse vuelta, se encontró con una pelota apunto de pegarle en la cara. Lamentablemente si lo hizo y ella cayó al suelo.
El Uruguayo, que era el que le había pegado con la pelota, estaba tratando de aguantarse la risa. Mientras que ella, no la estaba pasando bien.
—¡La concha de mi vieja! —Dijo Maite quejándose y tocandose la nariz.
Una de las alumnas fue a avisarle a la preceptora "Laura", la cual llegó al instante al informarle lo sucedido.
—¡Sanchéz y compañía! ¿Cuántas veces les he dicho que no jueguen acá en el colegio con la pelota? —Laura se agachó para ver cómo se encontraba Maite.
—Vení Mai, vamos a enfermería. ¡Sanchéz, después voy a hablar con usted! —La cara del chico cambió al escuchar eso.
La preceptora se llevó a Maite y los chicos se quedaron en la cancha.
