Cap.6

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2 meses pasaron desde que tuve esa conversación con Cait. Annie y ella se volvieron mi grupo de amigas, cosa que nunca pensé volver a tener. Mi mamá fue la más feliz de que me abriera y volviera a ser un poco más sociable y no tan solitaria como lo había sido por años.

Caitlyn me sacaba muchas veces de mi zona de confort, era explosiva y tranquila a la vez, te invitaba a seguirla y te invitaba a sentir. Sentía alegría de tenerla de amiga pero a la vez me confundía, un día la veía completamente como mi amiga y al otro día sentía un remolino en mi panza cuando me abrazaba. No me gustaba, pero me confundía. Me ensoñaba a veces pensando con ella hasta que recordaba que era la mejor amiga de mi ahora mejor amiga: Annie. Con ella tenía una amistad de mejores amigas, con el tiempo ella me contó de su novio y de ella misma, teníamos cosas en común y otras no que causaban discusiones divertidas de tiempo en tiempo. Confiaba en ella, a pesar de demorarme en confiar y sentir la leve desconfianza que viene a veces debido a que te han lastimado en el pasado. Algo manejable y que Annie comprendía. Y me ayudaba, aún si ella no sabía que lo hacía. En una conversación de madrugada nos confiamos miedos y sueños a futuro, nos confiamos secretos, le confié mis confusiones y lo de Helena a pleno detalle.

Hablando de la rubia...

Su actitud extrañamente volvió a ser la de antes: tosca e indiferente. Si estaba muy de malas, podía soltar un par de murmullos a sus amigas cuando me veía pasar, pero por lo general siempre estaba ignorándome. O en el caso contrario, mirándome. Sus ojos tenían un rastro de frialdad y vacío que era incómodo encontrarse con sus ojos cuando me juzgaba. No lograba entender su cambio pero no me molestaba. Simplemente parecía que se había rendido con respecto a convencerme con respecto a su acuerdo, el "evidente" rumor de que habíamos discutido pasó a mejor vida por lo que tampoco era necesario hacerlo. Helena volvía a ser la misma con la diferencia de que sus ojos no demostraban desdén hacia mí, sino, frialdad.

Annie mantenía su posición distante frente a ella, no le agradaba y ella misma fue la que identificó de primeras como me miraba Helena, aumentando aún más su desagrado. En cambio, Cait, mantenía una posición más firme. No temía mantenerle la mirada ni susurrar cosas cuando ella pasaba, imitando lo que ella misma hacía a veces y devolviéndole así su mismo veneno. Funcionaba todas las veces, no tenía muy claro si era porque ambas tenían una personalidad fuerte o si porque ambas simplemente sabían que era mejor que no chocaran de frente, pero funcionaba y mantenía a Helena alejada.

Fuera de todo ese drama, Annie decidió hacer una fiesta para su cumpleaños, la cual también usaría de distracción para el estrés que es estar en la mitad del último año sobreviviendo. Por lo que sabía de su propia boca y de Caitlyn, Annie no solía hacer juntas para eventos como cumpleaños. Los veía como una tarea tediosa y un estrés constante: "¿vendrán mis amigos o se arrepentirán?" "¿Y si no les gusta?" "¿Y si les aburre?" "¿Y si sólo vienen por compromiso?"

Annie solía preguntarse esas cosas cada vez que debía hacer una fiesta de cumpleaños, por lo que cuando tuvo la edad suficiente para decidir, le pidió a su madre sólo celebrarlo con familia con té y galletitas o una cena en casa. Lo primero era lo que haríamos nosotras, esa sería nuestra fiesta: Una reunión con galletitas caseras variadas, algunos panquecitos y pan de ajo hecho por su abuela. Su familia estaría ahí, su novio igual, y ya luego se irían para dejarnos hacer una pijama.

—Todas somos mayores de edad, ¿no?

—Caitlyn Marion, te juro que si intentas meter alcohol a mi casa te voy a-

—¡¿Marion?!

Ambas se dieron vuelta hacia mí, Annie apretó los labios resistiendo reír y Cait simplemente se tornó de un rojo vibrante.

Labios de fresa, ángel pecadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora