20. Rojo y Regaños (1/2)

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☀️ DALIAH ☀️

–Vamos a ver– dejamos caer nuestras cosas en la grama bajo nosotros antes de sentarnos en ella–, ¿qué trajiste tú?

Empecé a sacar las cosas de mi morral de a grupos, con la fé de encontrar algo que nos pueda entretener, mínimo. O nos dé algo que hacer.

–Tengo las libretas, libros, marcadores, cartuchera, cosmetiquera…

–¿Y este de qué es?– Preguntó cogiendo Astrología Védica: La guía definitiva de la astrología hindú y los 12 signos del Zodiaco–. ¿Quieres leer zodiaco?

–Es astrología, no pienso leer el horóscopo, pero sí me gustan las constelaciones.– Ojeo las páginas por encima, hasta algunos dibujos que hacía cuando me aburría–. Esas son constelaciones.

Silbo viendo las imágenes.

–¿Te las sabes todas?

–Algunas, no todas.– Abracé mi morral–. ¿Tú qué tienes?

–Tengo los cuadernos, los útiles, como veinte cajas vacías de chicle, unas medicinas, un rastreador que me puso mi hermana…

–¿Un qué?

–Que una vez me perdí y terminé en otro municipio cuando tenía diez años y me pusieron esta cosa– me mostró el aparato–, pero se le acabó la pila hace como tres años.

–¿Y cómo te perdiste?

–En un coso escolar. Me quedé dormido y cuando me desperté me fui con otro colegio por distraído y resulta que el otro colegio quedaba afuera de la ciudad y mi mamá sea hermoso escándalo en el colegio donde yo estudiaba y a mí me querían enviar a Bienestar.

–¿Y qué pasó?

–Pues que obviamente no me fueron a recoger en el colegio que no era. Y mi mamá casi se agarró con la profesora.

–Yo te hubiera agarrado a tí.

Se encogió de hombros.

–De todos modos, Tú sabes que en los colegios nos promoción a veces se queda a dormir en el colegio así que me quedé con ellos, hasta que a una persona al fin se le ocurrió pensar en que yo podía llamar a mis papás. Y cuándo viene a mi papá me pegó el grito y me descontó el costo del peaje con meriendas y se zampó cinco horas de trancón para ir a buscarme.

–Y yo creyendo que eras tranquilo.– Su sonrisa se agrandó con ironía–. Has vivido más a tus diez años que yo toda mi vida.

–Y el regaño fue bello, la verdad. Oye, ¿Y si compramos algo?

–¿Cómo qué?

–No sé, aquí tengo la plata que casi me mata de hambre.

Miré a mi alrededor.

–Deja y busco en el teléfono dónde estamos.

–Dale. ¿Puedo?– Señaló el libro con las constelaciones hasta que asentí–. Yo solo me sé Interestelar.

–De hecho empecé a investigar viendo programas después de ver El Rey León porque de verdad creía que los muertos se hacían estrellas– admití viendo mi ubicación en Google maps.

–¿Por qué creías eso?– Frunció el ceño.

–Ay, porque era una niña y me creía todo lo que me decían. Hasta el ratón Pérez y papá Noel.

–Yo le robaba los dientes a mi hermana por eso– murmuró.

–Yo los ponía bajo la almohada de Dylan para que mi papá no cogiera la plata. Luego Dante se enteró y me dijo que él me cuidaba el dinero y nunca más ví un peso del Ratón Pérez– hice una pausa para mostrarle el teléfono–. ¿Y si vamos al centro comercial?

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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