CAPITULO 1

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— Espérateee —  le digo a Melissa mientras estoy corriendo para alcanzarla.

Observo que no dice nada y sigue corriendo a través del bosque.

— Eres parte de la familia. ¡Melissaaa¡ espérate por favor. Hablemos. — digo — ¡Scarlett!. — le hago una seña a mi hermana para que me ayude a atraparla.

Melissa se tropieza y Scarlett la logra agarrar. La sostuvo y no la dejo escaparse más.

— Suéltame Scarlett. — dice haciendo movimientos bruscos para escaparse.

— Vamos a la cabaña. — digo — No vuelvas a escaparte así, porque para la próxima no te dejo viva. No voy a tener compasión ni por qué seas parte de la familia. ¿Entendido? — Después Scarlett me la pasa para sostenerla mejor.

Cuando llegamos a la cabaña, nuestro padre está cocinando y mi hermana entra despacio para que no nos vea.

— Vamos a tener que pasar por la puerta de atrás. — dice susurrando.

— Pero si ya estamos aquí. — le susurro.

— Si pero... míralo se va a dar cuenta, tu sabes cómo es nuestro padre. Se da cuenta de todo lo que hacemos.

— Bueno, vamos.

Sostenemos fuertemente a Melissa y nos movemos hacia la puerta trasera para que nuestros padres no se dieran cuenta de lo que estábamos haciendo. Scarlett le tapa la boca con cinta para que no empiece a gritar. Menos mal que se la puso, porque ya tenía mi mano cansada de sujetarle la boca.

— ¿Podemos pasar? — le digo a Scarlett

— Sí, vamos, no está nuestro padre ni nuestra madre

— Ok vamos.

Cuando entramos , empezamos a bajar para el sótano, la sentamos en una silla y la amarramos mejor, Scarlett le quitó la cinta y empezó a gritar.

— Grita todo lo que quieras aquí no te van a escuchar.

— Qué quieren de mí. ¿Me van a matar o que? — Comentó

— Noo claro que no, como voy a matar a alguien de la familia. Eres mi prima, jamás te haría daño. — le digo con un gesto de lastima.

— Entonces... Por qué tienes un cuchillo en tus mano — Me dice.

— ¿De verdad quieres saber por qué?. Porque sé cómo eres y si no haces caso. Pues.... Imagínate lo que te voy a hacer con este precioso cuchillo. —  se  lo paso al rededor de toda su cara. — Lo único que queremos es tu silencio. Lo que viste no pasó y listo. No quiero problemas entre familias y más si quieres te puedo enseñar. Nos puedes ayudar.

— ¡Suéltame!. — nos dice llorando. — Por favor. Yo no digo nada de lo que pasó.

Melissa no se crío como nosotros, somos una familia mitad diría... ¿Normal? Y la otra no tanto, que claro por nuestra parte somos de la que no es normal diría yo. Somos no tan perfectos pero sí perfectamente imperfectos. Melissa muy poco nos visitaba, pero viajaba mucho así que ella no sabía lo que hacíamos ni nuestra familia hasta el día de hoy, que Melissa vio lo que hicimos.

— ¿Nos vas ayudar o simplemente no vas a decir nada? — le digo mientras que el filoso cuchillo pasa por su boca. — las dos opciones son confiables. Aunque... Si me entero de que dijiste algo. Puede ser que no vivas para terminar de contarlo. Así sea una letra o frase.

— De verdad... No voy a decir nada. De mí, no vas a escuchar nada. —  observo que se le sale una lágrima.

— ¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti Melissa? — dice Scarlett. Tiene un buen punto.

— Chicos, confíen en mí. No diré nada. Lo que ví me lo llevo a la tumba. Morirá conmigo.

— ¡Suéltala Scarlett!... Y más te vale no decir nada. — le digo

A penas la soltamos, salio directamente a la sala donde estaban nuestros padres. La seguimos para ver si no le salió una palabra de lo que pasó.

— ¿Melissa?, ¿Estás bien? — dice mi madre. Ella al observar como la respiración de Melissa era muy agitada y su rostro transmitía miedo, nos miro directamente a los ojos. Lo malo de madre era que ella es muy observadora. Y sabe sobre el lenguaje corporal.

— Sí. Estoy bien...

— ¿Segura?...

— Sí. Tranquila, estoy bien. — Ella me mira directamente a los ojos. Y sentía como transmitía miedo y confusión al mismo tiempo.

— Te voy a creer querida. Pero en lo que quieras hablar. Puedes confiar en mí.

— Gracias... — mi madre le da un abrazo.

Después de esa tarde tan maravillosa que pasamos como familia. Melissa se tenía que ir porque la vinieron a buscar. Pero después la puedo volver a ver. Antes de que se montará en el auto, la llamo.

— Meli, ven un momento. — le digo

— ¿Qué quieres?

— ¿Ya no puedo despedir a mi prima querida?... — me voltea los ojos y me acerco a su oído. — Ya sabes... Si me llegó a enterar de algo. Ya sabes lo que puede pasar. No quieres morir, ¿cierto?. Por qué lamentablemente no puedo dejar cabos sueltos. ¿Entendido? —  veo como mueve su cabeza de arriba para abajo lentamente. Me alejo de ella y le doy un abrazo. — Te amo prima querida. Nos vemos pronto.

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