Naruto - El Libro ✔️

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Descargo de responsabilidad: No soy dueño de Naruto

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Capítulo 3

Frotándose la frente con frustración, Minato firmó otro documento más. Casi se había olvidado de este infierno durante la pausa de tres años. Era lo único que no echaba de menos de su deber, lo cual resulta irónico, ya que es la mayor parte del trabajo. Las dos últimas semanas no fueron nada fáciles para él. Los formularios no cesaban de llegar. Un documento tras otro se presentaban ante él en cuanto retomaba la oficina. Era como si la carga de trabajo hubiera aumentado durante su ausencia.

Por supuesto, era de esperar y lo hizo con una sonrisa. Bueno, con tanta sonrisa como le era posible con el cansancio de todo lo que había pasado. Durante el periodo de dos semanas, los niños se estaban volviendo absolutamente insoportables. Querían pasar tiempo con él todos los días cuando llegaba a casa. Parecía que se habían vuelto dependientes de su presencia durante el entrenamiento, así que perder esa conexión constante les desconcertaba. Le dolía decirles que no, pero no tenía elección. Uno no puede soportar tanto estrés antes de ceder. Por suerte, Kushina volvió a su estado normal al cabo de una semana del día revelador.

Aquella primera semana tras la marcha de Naruto, Kushina distaba mucho de ser la de siempre. La sonrisa de la mujer era casi inexistente y, durante un tiempo, pareció que había desaparecido para siempre. Mito y Menma también notaron el cambio en su madre. Una semana después, le preguntaron a Minato si iban a divorciarse, al parecer pensando lo mismo que Naruto. En ese momento, Minato supo que tenía que hablar con ella sobre la forma en que estaba afectando a los niños. La sentó y la escuchó despotricar una y otra vez sobre lo inútil que era como madre y cómo no deberían haberle permitido tener hijos. Dejó que le soltara toda esa negatividad en privado mientras ella lloraba en su hombro. Cuando terminó, le habló de su conversación con Naruto. Le explicó que Naruto no estaba realmente enfadado por todo el asunto. Cuando ella no pudo aceptarlo, él le explicó el plan que tenía de organizar unas vacaciones familiares dentro de unos meses. Volverían a integrar al rubio en su rutina diaria tan a menudo como pudieran. Haciendo cosas como invitarle a cenar, pedirle ayuda con el entrenamiento de los niños o simplemente pasar tiempo con ellos.

Kushina aún no había vuelto a ser ella misma, pero había empezado a animarse un poco más. Empezó a pasar cada vez más tiempo con los amigos con los que había estado tan distanciada. Unos días después de la revelación del plan de Minato, sintió la necesidad de pedirles consejo. Para ello, tuvo que abrirse a ellos y correr el riesgo de que la juzgaran o la condenaran al ostracismo. Para su sorpresa, la apoyaron mucho. Por supuesto, estaban decepcionados con ella, pero comprendían la situación y podían ver que su arrepentimiento era real y no sólo un intento de salvar las apariencias.

Eso en sí mismo le quitó un gran peso de encima a Minato. Ahora estaba seguro de que su mujer estaba hablando con alguien sobre la terrible experiencia y recibía ayuda. Eso le tranquilizaba y le decía que, a la larga, todo iría bien. Ahora, lo único que hacía era esperar el regreso de su hijo, lo que seguía estresándole. Leyó los parámetros de la misión y vio que había más de una pequeña posibilidad de que se toparan con algunos ninjas de rango S. Su tiempo previsto de llegada era de dos días, pero subestimar los tiempos de finalización de las misiones era habitual, incluso para los comandantes ANBU.

Era la primera vez que sabía que uno de sus hijos estaba realmente en una misión. Cuando Naruto nació, siempre había imaginado verlo partir en su primera aventura fuera de la aldea. Habiendo perdido esa oportunidad, se sintió aturdido al ver regresar al muchacho de la primera que vería. Seguía siendo un concepto extraño que fuera de una misión ANBU, pero sin embargo sería algo que recordaría para siempre. Su ansiedad no hizo más que aumentar a medida que pasaban las horas y el día se acercaba a su fin como lo había hecho el anterior. Sabía que no todos los días eran prometedores y, con los ANBU, por muy fuerte que seas, tus posibilidades de volver siguen siendo escasas.