Vivir (Soukoku)

IX

—1 hora antes—

Cuando el albino estuvo en la sala de espera se sintió ansioso. En su mente paso una y otra vez aquel escenario sangriento.

Tantas preguntas se formulaban en su mente, esperando que el castaño las respondiera una vez que despertara.

Se sentía agradecido de poder tener a alguien acompañándolo, pero el tiempo no le ayudaba, cada minuto se percibía más lento y el nerviosismo se sentía más cercano.

¿Cómo mantienes tu mente despejada?

¿Hay una manera de dejar de temblar?

¿El sabor amargo en su boca desaparecerá una vez que vea a su mentor?

Su mente se llena de dudas asfixiantes, tan letales como el veneno.

De pronto escuchó la voz de alguien llamándolo y cuando dirigió la vista hacia aquel sonido visualizo a sus compañeros de trabajo.

Su lugar seguro...

La primera persona en acercarse al él fue una hermosa joven de cabellos azabaches con una brillante mirada de color amatista.

Yosano Akijiko, médica de la Agencia.

Con delicadeza reviso al peliblanco, asegurándose de que no tuviera ninguna herida a la vista.

La mirada de la doctora transmitía preocupación, al igual que sus otros compañeros. Por lo tanto, cuando confirmó que Atsushi no tenía ninguna lesión, el ambiente pudo aligerarse un poco.

—¿Qué sucedió? ¿Cómo paso todo esto?— preguntó un joven detective de cabellos peli-naranjas.

—No lo sé... todo fue tan rápido —respondió el albino.

—Intenta relajarte Atsushi, puedes descansar en lo que recibimos información de los médicos— mencionó un hombre mayor de yukata verde.

—P-Pero presidente- — expresó con nerviosismo el hombre tigre siendo interrumpido por su jefe.

—No te preocupes, te despertaremos cuando llegue el doctor, no nos iremos a ningún lado— inquirió Fukuzawa.

—Bien... — respondió finalmente el peliblanco.

Por otro lado, Rampo caminó directamente hacia cierto pelirrojo con una prenda en la mano.

—Toma, es la camisa más grande que tenía, somos casi de la misma estatura, pero tu espalda es más ancha— expuso el detective alzando la ropa hacia el mafioso.

—¿Por qué me das esto?— pregunto con desconfianza Chuuya.

—Creo que la respuesta es bastante obvia, estás cubierto de sangre— anunció el azabache. —Además, ninguno de nosotros, a excepción de ti, podrá verlo hasta que despierte. ¿Cierto? Sería una terrible idea que lo primero que vea Dazai sea una persona cubierta de sangre—

—Como se esperaba del mejor detective de la ADA— inquirió el ejecutivo.

—No tienes que alargarme, es algo sencillo de deducir— declaró el oji-verde moviendo su mano de arriba a abajo con pereza.

—Si es así, ¿por qué toda la agencia está aquí? Podrías saber fácilmente cómo se encuentra la caballa— expresó Chuuya con interés.

—Y por supuesto que lo sé, pero esta decisión es la correcta... — finalizó el detective dándose vuelta para regresar con sus colegas.

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—35 minutos antes—