Capítulo 8:

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– ¡Tom!

– ¿Hum? – Tom estaba medio atontado viendo el baloncesto desde la cocina. Su actitud pasota me cabreaba, pero más lo hacía la de mi madre y Gordon, ocupando el sofá, mirándose como si en el mundo no existiera más que el otro, abrazados. Joder, que cursilada y me daba más rabia aún tener que reconocer que en el fondo les tenía cierta envidia. Natalie y yo una vez fuimos así, casi me daba vergüenza recordar lo horriblemente meloso y cursi que era pero… estaba enamorado, ¿Qué se le iba ha hacer?

– ¿Cómo se supone que tengo que sacar esto del horno sin quemarme? – miré a Tom, abriendo el horno y mirando el pastel de frutas de mi madre con mala cara, sin saber que hacer con él.

– Utiliza las manoplas.

– ¿Manoplas?

– ¿No sabes lo que son manoplas? – Tom miró de un lado a otro y agarró el delantal que mi madre había llevado puesto mientras hacía la cena. Me lo mostró con gesto interrogante. – No, eso no son manoplas. Es un delantal, burro. – alzó una ceja. – ¿Nunca has cocinado nada en tu vida?

– ¡Claro que sí! Salchichas de lata, en el microondas. – Dios, ¿Cómo había pasado de Natalie a esto? Un… un…

– Quita anda. – me puse las manoplas y yo mismo saqué el pastel con extremo cuidado. Lo solté sobre la mesa de la cocina y sonreí con superioridad. – Así se hace.

– No me digas. ¿Te crees mejor que yo por saber sacar un pastel del horno?

– Tengo más experiencia culinaria que tú, sólo digo eso. – Tom se carcajeó mientras me quitaba las manoplas y sacaba los cubiertos. No le veía la gracia.

– Eres una jodida maricona.

– ¡¿Qué?! –  se cruzó de brazos, dirigiéndome una mirada de autosuficiencia y chulería irritable y se sentó sobre la mesa de un salto.

– Te gusta que te folle, ¿No? Que te de por culo un tío. Creo que es obvio.

– ¡Una mierda! ¿Y tú qué? ¡Que te gusta tirarte el culo de tu hermano, pedazo de mamón! ¡Que no te cortaste un pelo en ir a por mí aún sabiendo que…!

– ¡A mí no me amenaces con tenedores eh! – miré la mano que le alzaba, con los cubiertos agarrados fuertemente y los dejé sobre la mesa con lentitud.

– Tenía novia, hasta que tu llegaste todo era normal.

– ¡Ja! Abría que ver a tu ex. – sería hijo de… le di la espalda, dispuesto ha hacerle tragar sus palabras y cogí el móvil, rebuscando por la galería de imágenes. Ju, aún tenía la foto que Natalie y yo nos hicimos en la playa en verano, cuando cogimos el bus y nos escapamos el fin de semana a la casa de veraneo de sus padres. Estábamos abrazados y en bañador en la orilla. Estaba guapísima y con la cabeza bien alta, se la puse en las narices a mi hermano.

– Esa es Natalie, mi ex. – sonreí al ver como la boca le llegaba al suelo al verla.

– ¿Tu… ex? – asentí. Estaba orgulloso de ella, para que negarlo. – ¡Joder, que tetas! – me quitó el móvil de un manotazo – ¡Madre mía, como está la rubia!

– ¡Tom, dame eso!

– ¡Pero mira que piernas!

– ¡Tom! – revoloteé a su alrededor, intentando quitarle el móvil, recibiendo empujones bruscos por su parte. – ¡Dámelo!

– ¡Y tú te la tiraste! ¡No me lo puedo creer!

– ¡AAhhh! ¡Idiota!

– ¡Oh, no! ¡He borrado la foto! – me tiré literalmente a por él al oírle, arrancándole el móvil, mirando horrorizado como la foto de Natalie y mía había desaparecido.

Muñeco by saraeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora