– Hum… – me revolví en la cama, echándome las sábanas por encima de la cabeza en cuanto la luz entró por la ventana, enfocándome con mala hostia directamente a la cara. ¿Quién mierda había abierto la persiana? Bueno, es igual. Entreabrí los ojos un poco y miré el reloj que había sobre la mesita de noche. Las tres y veinte de la tarde. Hum… con lo dormilón que
era Tom, seguiría frito a mi lado. Recordé vagamente que teníamos que arreglar la casa entera y sacar a pasear a Scotty, al cual oí ladrar a los pies de la cama. Pobrecito. Pero aún así, pensando en él y en la faena que me quedaba por hacer en casa, sonreí. No podía estar más feliz sabiendo que Tom dormía a mí lado y lo haría siempre desde ese día. Se iba a quedar conmigo para siempre, no volvería a Stuttgart. Me sentí pletórico de vitalidad para el nuevo día que me esperaba, pero aún así decidí no levantarme todavía. No había razones para darse prisa.– Bill… despierta… – una voz suave me hizo volverme, sonriente y relajado, con los ojos cerrados. – Bill…
– Hum… Tom…
– ¿Tom? Cielo, ¿Qué dices? – ¿Cielo? Abrí los ojos y alcé un poco la cabeza, observando la figura sentada a mi lado, que me observaba con ojos maternales y con intenso cariño. El corazón se me puso a mil por hora en un segundo, como si de golpe hubiera apretado el botón del turbo y pegué tal salto, que me golpeé la cabeza contra la estantería que colgaba de la pared.
– ¡Mamá!
– ¡Santo cielo, Bill, que golpe! ¿Estás bien, tesoro? – giré la cabeza hacía todos lados, buscando a Tom con el corazón en un puño. No estaba. Me encontraba solo en la cama y por primera vez, me sentí aliviado.
– ¿Qué haces aquí? ¡Tendrías que estar con Gordon!
– ¡Y estoy con Gordon! Él está abajo, cielo. ¿Por qué tanto nerviosismo? – miré hacía abajo, intentando disimular cuando me di cuenta de que aún estaba desnudo, completamente desnudo bajo las sábanas. Las agarré y me cubrí con ellas hasta el pecho, totalmente avergonzado y al borde del ataque de nervios. – ¿Y que haces durmiendo en mi cama? No es que me importe, pero…
– Mamá, vete por favor.
– ¿Qué?
– Tengo… tengo… ¡Tengo muy mala cara cuando me levanto, tengo que cambiarme, peinarme, vestirme y necesito intimidad!
– ¡Pero si estás en mi habitación! Vete a la tuya, para eso la tienes ¿No? – se levantó de la cama, con los brazos en la cintura y actitud de mandona. – Venga, levántate que tengo que hacer la cama.
– Eh… puedo hacerla yo, mamá, no te preocupes. – mamá frunció el ceño.
– Bill, fuera de mi habitación. – apreté las sábanas entre mis manos, sudando a chorros.
– Pero… pero es que estoy… estoy…
– ¿Estás…?
– ¡Yo siempre duermo desnudo, mamá! – mi madre alzó una ceja, mirándome con desconfianza.
– Eso no es cierto. Siempre has dormido con pijama.
– No, no es verdad.
– Sí, sí es verdad.
– No lo es.
– Sí lo es. Siempre te has puesto esos pantalones de chándal para dormir en invierno, los del chándal azul oscuro que te regalé para Navidad hace cuatro años y esa camiseta tan corta que te deja al aire casi toda la barriga.
– ¡Pero si hace siglos que no uso ese chándal, me llega por las rodillas!
– Oh, ¿En serio? Cuanto has crecido, hijo. Recuerdo ese año que creciste nueve centímetros de golpe y les sacaste una cabeza a todos los de tu clase y como tienes ese estilo tan elegante, tan tuyo, recuerdo que una vez te confundieron con un profesor. Es que eres tan alto que ya nos has adelantado a Gordon y a mí y…
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Muñeco by sarae
FanfictionMuñeco primera temporada. ¿Cómo hubiera pensado si quiera que el Muñeco perfecto podria ser mi propio hermano gemelo? Pero, ¿Acaso me importa que lo sea? Un Muñeco cercano y perfecto que allí estaba, esperándome. ¿Quién lo abría imaginado? Al menos...